No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio
Albert Camus, El Mito de Sísifo

El Día Mundial de la Prevención del Suicidio, conmemorado el 10 de septiembre, es una iniciativa pEl Día Mundial de la Prevención del Suicidio, conmemorado el 10 de septiembre, es una iniciativa promovida por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y respaldada por la Organización Mundial de la Salud (OMS La campaña internacional para 2024-2026, titulada “Cambiar la narrativa”, enfatiza la necesidad de escuchar sin juicios y ofrecer esperanza en momentos de crisis.
En un país como Uruguay, donde el envejecimiento poblacional avanza rápidamente –con un 20% de la población mayor de 60 años según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2023)– , integrar la prevención del suicidio en las políticas de cuidado para adultos mayores es más urgente que nunca.
El suicidio es prevenible, pero requiere un esfuerzo colectivo. No se trata solo de un problema personal; factores sociales, culturales y ambientales juegan un rol clave. En Uruguay, este fenómeno se entrelaza con desafíos como el aislamiento en la vejez, la desigualdad económica y el estigma alrededor de la salud mental. Este artículo explora las estadísticas, los factores de riesgo, las señales de alerta y las estrategias de prevención en nuestro país, con un enfoque especial en las personas mayores, que enfrentan riesgos elevados. El objetivo es informar al público general, desmitificar el tema y motivar a la acción: hablar salva vidas.
Estadísticas: Una Realidad Alarmante en Uruguay y el Mundo
En el Mundo
A nivel global, la OMS estima que más de 720.000 personas mueren por suicidio cada año, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos. El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) ajusta esta cifra a alrededor de 746.000 en 2023, posicionándolo como la 21ª causa principal de muerte, por encima incluso del VIH.
Aunque las tasas mundiales han disminuido un 40% en las últimas tres décadas –de 15 a 9 por 100.000 habitantes entre 1990 y 2021–, la región de las Américas muestra una tendencia contraria: un aumento del 17% entre 2000 y 2019, con cerca de 100.000 muertes anuales, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En esta región, el 79% de los suicidios afectan a hombres.
Uruguay
En Uruguay, el panorama es preocupante. El país se mantiene entre los de mayor tasa de suicidio en las Américas, superando incluso a las muertes por accidentes de tránsito y homicidios. Según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), en 2024 se registraron 764 suicidios, una cifra similar a los 763 de 2023 y por debajo del pico de 823 en 2022. La tasa nacional es de 16,9 por 100.000 habitantes, lo que representa una prioridad sanitaria urgente. Esta persistencia muestra que, a pesar de esfuerzos, el problema no retrocede significativamente.
Las disparidades son evidentes. Por género, el 76% de los suicidios en 2024 fueron cometidos por hombres, con una proporción de 3,5 suicidios masculinos por cada femenino en 2019. Esto refleja patrones culturales donde los hombres enfrentan mayor presión para no expresar vulnerabilidad. En cuanto a la edad, se observa un patrón bimodal: las tasas más altas se concentran en personas de 80 años o más (38,11 por 100.000 en 2019) y en jóvenes de 20 a 24 años.
Franjas etarias
El suicidio es la primera causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años, con una tasa de 16,4 por 100.000 en 2021. Para los adultos mayores, uno de cada tres suicidios ocurre en personas mayores de 55 años, y en la franja de 70 años o más, representan el 32,8% de los casos.
Geográficamente, hay una heterogeneidad marcada. Departamentos rurales como Treinta y Tres (39,6 por 100.000), Río Negro (35,5) y Rocha (34,9) duplican la tasa de Montevideo (17,8) o Canelones (20,2). Esto sugiere que factores como el aislamiento social, el acceso limitado a servicios de salud y la precariedad económica en áreas rurales agravan el riesgo. En el departamento de Salto, por ejemplo, el 28% de la población tiene 60 años o más, superando la media nacional, lo que resalta la vulnerabilidad en regiones del interior.
En poblaciones mayores, el riesgo es hasta tres veces mayor que en jóvenes. Factores como la depresión no tratada (presente en 60-90% de los casos) y el aislamiento social elevan las tasas, especialmente en hombres viudos o con enfermedades crónicas.
En entornos institucionalizados, como hogares de ancianos, el riesgo aumenta un 70% debido a la dependencia y la falta de actividades significativas. La feminización del envejecimiento añade complejidad: el 58% de las personas mayores son mujeres, con tasas de enfermedades crónicas 35% más altas, jubilaciones un 35% inferiores y, en áreas rurales, un 70% sin acceso a servicios de rehabilitación, según INMAYORES (2024).
Estas cifras no son solo números; representan historias de desesperanza influida por pobreza, discriminación y crisis económicas. El aumento post-pandemia en regiones como las Américas subraya la necesidad de intervenciones urgentes.
Factores de Riesgo: Entendiendo las Causas Profundas
El suicidio es multicausal, con intersecciones biológicas, psicológicas y sociales. La OMS identifica trastornos mentales como la depresión (asociada al 50-60% de los casos), ansiedad y adicciones como clave. En Uruguay, determinantes sociales como la desigualdad económica y la discriminación amplifican la vulnerabilidad.
Entre los factores comunes:
- Historial personal o familiar: Intentos previos multiplican el riesgo por 10-20 veces; antecedentes familiares lo elevan 2-3 veces.
- Traumas y pérdidas: Abusos, violencia o duelos aumentan el riesgo 3-5 veces; en migrantes o post-desastres, el estrés postraumático lo duplica.
- Aislamiento y discriminación: La soledad crónica en mayores incrementa el riesgo un 50%; grupos marginados como LGBTI o indígenas enfrentan tasas 2-4 veces superiores.
- Problemas económicos: Desempleo prolongado eleva el riesgo 20-30%.
- Salud física y mental: Enfermedades crónicas contribuyen en el 20% de casos en mayores.
En adultos mayores uruguayos, factores específicos incluyen la falta de un proyecto de vida post-jubilación y el rol de cuidadores sin apoyo. La sensación de ser una «carga» familiar, combinada con precariedad y aislamiento, profundiza la desesperanza. En institucionalizados, como en el Hogar Municipal de Salto (que alberga 18 residentes, con 3 postrados y 2 con hipoacusia severa), la dependencia y la falta de actividades recreativas aumentan el riesgo. Estudios locales destacan que en vejez, la interseccionalidad de edad, género y territorio agrava la vulnerabilidad: mujeres rurales carecen de servicios, espiralizando el empobrecimiento.
En jóvenes, problemas familiares, violencia ambiental y falta de proyección futura son clave. En poblaciones privadas de libertad, el hacinamiento y la discriminación elevan el riesgo, especialmente en mujeres con menor apoyo familiar.
Señales de Alerta y Detección Temprana
La detección temprana salva vidas. Señales comunes incluyen:
- Verbales directas: Frases como «quiero morir» o «no le importo a nadie» (presentes en el 80% de intentos previos).
- Desesperanza: Cambios de humor, irritabilidad o tristeza prolongada (duración >2 semanas indica alto riesgo).
- Aislamiento: Retiro social o abandono de hobbies (aumenta riesgo en 40%).
- Conductas de riesgo: Aumento en consumo de sustancias (OR 3) o autolesiones.
- Alteraciones físicas: Insomnio o cambios en apetito (correlacionados con depresión en 70% de casos).
En mayores, señales incluyen quejas somáticas crónicas o regalar pertenencias. Una revisión sistemática (2011, actualizada en 2023) enfatiza la observación comunitaria: en escuelas o trabajos, cambios drásticos deben activar conversaciones empáticas y derivaciones profesionales.
Escucha Activa y Acompañamiento sin Juicio
La escucha activa es fundamental, validando emociones sin culpar. Estudios meta-analíticos muestran que reduce distress en un 43% promedio durante llamadas de crisis. Frases como «te entiendo» o «no estás solo» mejoran outcomes (OR 1.74 para reducción de ideación suicida).
Claves prácticas:
- Escuchar sin interrumpir, evitando juicios.
- Mostrar empatía: «Debe ser difícil lo que pasas».
- Animar a buscar ayuda profesional.
- Acompañar: Pasar tiempo o conectar con redes hasta intervención especializada.
En mayores, intervenciones como líneas telefónicas reducen tasas un 70% en mujeres. Grupos de apoyo mutuo bajan aislamiento 30-50%. En Uruguay, tres de cada diez personas creen que la falta de apoyo influye más que factores psicológicos, según encuestas.
Campañas Oficiales y Eventos alrededor del 10 de Septiembre
Organizaciones como OMS y OPS intensifican campañas en septiembre. La OPS organizó webinars en 2024 sobre responsabilidad mediática y «cambiar la narrativa», promoviendo normalización de ayuda. En España, el Plan de Acción 2025-2027 enfoca detección precoz en sanitarios.
En Latinoamérica, iniciativas incluyen campañas en redes, conferencias escolares y proyectos legislativos. La Iniciativa Regional de Prevención del Suicidio de PAHO, basada en LIVE LIFE de OMS, promueve restricciones a medios letales (pesticidas, armas), reduciendo muertes en >120.000 anuales potenciales. Eventos comunitarios reparten recursos con mensajes como «Tu vida importa».
La Estrategia Nacional de EE.UU. (2024) adopta un enfoque societal integral, con metas como capacitar a 20 millones en prevención para 2029.
Recursos de Ayuda: Dónde Buscar Apoyo
- Líneas telefónicas: Línea de Vida (0800 0767 o *0767) y Línea de Apoyo Emocional (0800 1920), 24/7, gratuitas.
- Servicios profesionales: A través del SNIS; asociaciones ofrecen listas de psicólogos.
- Grupos de apoyo: Para sobrevivientes y familiares, reducen reincidencia 20%.
- Comunitarios: Centros municipales y ONGs; programas como IMPACT bajan ideación 50%.
- Informativos: Guía «Vivir la vida» de OMS.
Juntos, Cambiemos la Narrativa
“El suicidio no es culpa de nadie, pero es responsabilidad de todos. Y cualquier esfuerzo habrá valido la pena si llegamos a tiempo en un solo caso.»
M. Martín-Barrajón Morán, 2020
Septiembre nos urge a actuar: el suicidio no es culpa de nadie, pero es responsabilidad de todos. En Uruguay, con su envejecimiento avanzado y tasas elevadas, prevenir significa integrar salud mental en políticas de cuidado, promover recreación significativa y desestigmatizar la ayuda. Cada esfuerzo vale si salva una vida. Habla, escucha, acompaña. Tu vida importa, y juntos podemos fomentar una sociedad empática donde la esperanza prevalezca.
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