Ha pasado otro 20 de Mayo y sin duda que hay gente que sigue sosteniendo que las marchas que se hacen puntualmente en este día, todos los años, no tienen sentido.
Es precisamente el mensaje que quieren dar. Deberían de saber que lo que se conmemora en este día es precisamente la fecha de desaparición forzada de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, en manos de represores.
No nos contamos entre quienes así piensan, porque si entendemos bien las cosas estas marchas seguirán haciéndose por un futuro con ley y sin atropellos.
No nos duelen prendas al reclamar por el conocimiento de la ve4rad y por que se haga justicia, vale decir que los responsables de estas desapariciones forzadas se hagan responsables.
Cuando se reclama mejores condiciones de reclusión para los pocos militares que han podido ser responsabilizados de estos hechos, creemos que se está mirando con un solo ojo.
Nos duelen prendas cuando sostenemos que hubo asesinatos tanto de un lado como del otro. No reclamamos ignorando esta situación. Reclamamos para que se haga Justicia con quienes ha violado la ley. Quienes han atormentado, torturado y hecho “desaparecer” a sus víctimas.
Cuando se reclama por el “honor” de los militares que han sido capaces de estos atropellos, nos preguntamos que concepto del “honor” se tiene. Para nosotros el hombre que tortura, que es capaz de atormentar a quien está en el suelo, quien se halla atado o disminuido en sus condiciones físicas no tiene “honor” precisamente, sino cobardía.
Máxime cuando es un profesional que ha sido capacitado y preparado para enfrentarse a los hechos más difíciles. Cuando la ley le habilita a interrogar sin torturar, cuando se establecen penas específicas para quien o quienes no declaran.
Esto es lo que hay que diferenciar. Nade tendríamos para reclamar si se hubiera obrado dentro de la ley y la Constitución, pero no es así. Un militar de honor para nosotros es aquel que ha sido preparado profesionalmente para cuidar nuestra patria, nuestras fronteras, para asegurar plena vigencia del sistema democrático en el que vivimos.
Lo mismo rige para un policía. Respetamos mucho al policía que arriesga su vida para dar seguridad, para enfrentar a la delincuencia, pero no ignoramos que también entre estas filas hay “de los otros”.
No queremos que en futuro se vuelvan a repetir estos hechos y la única forma de tratar de impedirlo al menos es recordando lo que ha sucedido. Por lo desaparecidos, pero sustancialmente por las futuras generaciones es que proclamamos “Nunca más terrorismo de Estado”.
A.R.D.