back to top
sábado, 10 de mayo de 2025
25.3 C
Salto

Otra consecuencia nefasta

- espacio publicitario -
Diario EL PUEBLO digital
Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/ka3d

Uno de los efectos más tremendos y silenciosos de la pandemia que nos afecta es el desempleo. Más allá de la polémica suscitada sobre si el Estado está haciendo todo lo que puede o no se comprueba una vez más que quien más ha sufrido esta consecuencia es la mujer que hoy compone el mayor número de los desempleados.
Mas del 10 por ciento de las mujeres que trabajan fuera de su hogar han quedado sin trabajo. Es esta una consecuencia directa de la pandemia, dado que al reducirse la movilidad de la población, muchas de las mujeres sufrieron la pérdida de su trabajo.
Es sabido que el desempleo apareja también otras consecuencias nefastas y de eso deberán cuidarse quienes están en esta situación, para que las consecuencias no sean aún más graves.
Siempre hemos sostenido que el trabajo es la acción más dignificante del ser humano. Cuando en una sociedad hay trabajo digno, justo y bien remunerado, se nota porque el humor con que se desenvuelve la sociedad trasmite paz, tranquilidad y seguridad.
Más allá de los ingresos familiares, que podrían solucionarse por lo menos durante cierto tiempo, con un salario social mínimo, los trabajadores uruguayos en su gran mayoría prefieren ganarse su salario y de allí que también pese al riesgo de su salud, opten por ganarse su salario diariamente.
Hay una teoría que vincula el desempleo con la delincuencia. Realmente no nos sumamos a esta teoría, porque a diario vemos como muchos uruguayos prefieren rebuscarse e incluso revolver las volquetas de basura, antes que salir a delinquir.
No ignoramos que también hay de los otros casos y no son pocos, pero a la hora de hurgar entre las causas son pocos los que pueden sentirse totalmente libres de culpas.
Un problema antiguo y complejo que no siempre puede leerse linealmente, pero tiene mucha más incidencia de lo que habitualmente creemos. Parte del tema de la inseguridad tiene allí sus raíces, porque que sepamos ningún desocupado puede estar tranquilo y en paz, sabiendo que su familia está pasando penurias.
Las soluciones que están a la mano de quien sufre esta situación, se analizan todos los días y no siempre pueden pensarse tranquilamente. Cuando las salidas urgen y la solución no llega, es obvio que se van dejando escrúpulos y hasta leyes de lado, porque la cuestión para a ser subsistir o degradarse hasta tocar fondo, vivir en la calle y demás,
No entramos en la polémica sobre qué es lo que se debe hacer. Solo decimos que nadie puede sentirse ajeno a esta situación, porque ya sea por acción o por inanición, parte de la culpa recae sobre los individuos “normales”.
A.R.D.

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/ka3d