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lunes, 12 de mayo de 2025
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Mtra. Zunilda Rosalba Suarez: una mujer rebelde y decidida que “hizo su vida” en la capital, pero piensa volver a Salto

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Diario EL PUEBLO digital
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Zunilda Rosalba Suarez Bonce es salteña y desde joven vive en Montevideo. Allí estudió, trabajó, se recibió de Maestra. Tiene millones de anécdotas para contar, dice continuamente con mucho entusiasmo y ganas de contarlas. Algunas buenas y otras feas. Quien conozca parte de su historia seguro no dudará en considerarla una mujer con gran rebeldía, capaz de desafiar al destino con tal de alcanzar sus metas.

1-¿Recuerdos de Salto?

Nací en Barrio Artigas y enseguida nos mudamos a Salto Nuevo. Me crié en una casa de lata, madera y barro. El barro lo amasábamos con papá y mamá y algún hijo de vecino. Papá había hecho una zanja en el fondo y ahí se hacía el barro. En el barrio había personas que amasaban barro con caballos y también papá les compraba, pero para la especie de “último revoque” se hacía en casa. Papá armaba la pared con cañas y ramas de chircas, tirábamos el barro y le pasábamos una madera para alisarlo. Después se pintaba con cal. Comedor y dormitorios de latas y maderas, latas de aceite Óptimo y maderas de cajones de yerba que se compraba en el almacén de Kemayd… Fui a la escuela Nº 10; el Director era Colinet…

2-Alguna vez nos dijo que tenía muchas anécdotas de la escuela…

En una oportunidad me eligieron abanderada; mamá me compró alpargatas blancas para el acto, porque teníamos zapatos Incalquier, que eran eternos. Una maestra me ve de alpargatas y la bandera y le dice a mi maestra: “mirá como está calzada, no puede estar así de abanderada”. Mi maestra, Señorita Vivas, le dijo: “¿por qué no, qué tiene de malo? La otra contesta: “está de alpargatas”. Mi maestra contesta: “están limpias”. Yo intervine y dije: “son nuevas”. Pero la otra maestra me sacó de abanderada por calzar alpargatas. Muchos días fui de alpargatas y al recreo me paseaba por delante de la maestra y le decía: ¿vio qué lindas alpargatas? Me reía y salía corriendo. Le cuento otra anécdota…Mi padre era peón de estancia y mi madre cocía y lavaba para afuera. Cuando había dinero nos daban para la merienda pero cuando no había, como vivíamos a una cuadra, en el recreo íbamos a tomar la merienda a casa: avena, cocoa o cascarilla con leche. Un día salí a tomar la merienda y encontré una billetera con dinero en la vereda. Llegué corriendo a casa y le dije a mamá: ¡Mire! -porque tratábamos de “usted” a los padres- ya tenemos plata para comprar, encontré esto. Mamá me sacó de la mano la billetera, miró y me dijo: “esto es de una maestra, no toques nada, cuando vuelvas le das esto al Director, yo voy a ir a preguntarle si entregaste eso”. Hice lo que me había dicho mamá, el Director y la maestra me llevaron por todas las clases explicando mi actitud, el gesto, me ponían de ejemplo, yo no podía más de emoción y alegría.

3- ¿Y después de terminar Primaria?

En UTU hice corte y confección, bordado a máquina y a mano, y dactilografía. Con otros compañeros fui fundadora del gremio de estudiantes de UTU. Teníamos tres profesores que habían ido de Montevideo a Salto, y ellos fueron quienes nos incentivaron a formar el gremio, no recuerdo por qué había dejado de funcionar ni si había existido. Hacíamos rifas, bailes en el Club Nacional, pero no teníamos la menor idea de lo que era un gremio. En la UTU, en una fiesta fui campeona de Rocanrol en un concurso de estudiantes…

4-¿Cómo surge la idea de radicarse en Montevideo y qué fue a hacer?

Siempre tuve la idea de venirme a Montevideo, para cuando mis padres fueran viejitos y necesitaran, yo poder darles todo. A los 19 años empecé a decir que me quería venir a estudiar y trabajar. Yo trabajaba con una profesora de bordados en un taller de costura, pero únicamente en las vacaciones. Mis padres no querían que yo viniera, decían que mis hermanas se habían casado, tenían hijos y eran felices en Salto. Yo decía que no quería eso, no quería vivir para atender un marido y criar hijos únicamente, yo quería ser yo y hacer mi vida. Mi madre me ayudó a encontrar trabajo en Montevideo, unos salteños me consiguieron una familia donde trabajar. Fue en junio de 1973 que me vine de Salto, lloré todo el camino, extrañé mucho, hasta me vino anemia de llorar y no comer. Me llevaron a Pocitos. ¡Fue tragicómico! Nunca había visto un uniforme de empleada doméstica. No sé si en Salto se usaban. Llego y me recibe una señora que me dijeron era Ama de llaves, había dos empleadas más, todas de uniforme. El Ama de llaves me lleva al que iba a ser mi dormitorio y sobre la cama había un uniforme, me dice que tengo que ponérmelo. Me salió del alma y le dije: ¡No! ¿Como me voy a poner ese disfraz?, yo no voy a andar disfrazada, tengo mi ropa”. Usaba minifaldas, pantalones oxford con cadenitas, hot pans, tacos aguja, y tenía un par de botas largas… Me dijo que allí todas usaban uniforme, que era obligatorio. Le dije que a mí nadie me obligaba a nada, que para eso me hubiera quedado en Salto; ¡casada, con hijos y marido! Que yo quería hablar con la señora de la casa; su respuesta fue que los señores no hablaban con las “sirvientas”; le dije: yo no soy sirvienta, soy empleada y quiero hablar con la señora si no, ya me voy. Salió y regresó con la señora, esta me dijo que allí todos usaban uniforme, pero si no quería usarlo, que no me lo pusiera hasta acostumbrarme. Me puse una minifalda, una blusa corta y alpargatas negras bordadas, tipo hippie. Cuando me mira la Amas de llaves, me lleva donde estaba la señora y dice: “¿Vio? Usted quería una empleada salteña: ¡mire lo que es! ¿Cómo se puede vestir así?”. Le dije que las salteñas son muy raras y que hacen lo que quieren, que son muy especiales. La señora me dijo que si tenía otra ropa me cambiara, que la falda era muy corta y me pusiera un buzo o camisa que me cubriera todo el cuerpo y que me recogiera el cabello. Me puse un pantalón oxford negro con tablitas blancas de la rodilla para abajo. Tampoco le gustó, me dijo si me podía llevar a su modista que me hiciera ropa adecuada, porque venían amigos del esposo y yo llamaba mucho la atención así. Dije que sí, siempre que no me disfrazaran. La modista me confeccionó pollera a cuadros tapando las rodillas, blusa prendida hasta el cuello totalmente cerrada, blazer azul y gris. A veces me divertía y me ponía el uniforme y le decía a las otras empleadas: bueno, hoy estoy disfrazada de sirvienta, ¿que quieren que les haga?, hoy yo les sirvo a ustedes. Se mataban de risa. Pasé más de un mes creyendo que el señor era sordo porque pasaba al lado y no saludaba, realmente creí que era sordo; me explicaron que los señores no se comunicaban con las empleadas por eso estaba el Ama de llaves. La señora no llamaba por el nombre, tocaba una campanita cuando necesitaba algo. La Ama de llaves decía: “¡está tocando la campanita!” y yo respondía: no soy yegua madrina para que me suene la campana, si me necesita que me llame por mi nombre. A la niñera nunca la vi, ya que decían que yo iba a ser su ayudante. Me tenía que sentar en la misma mesa que ellos, pero en el otro extremo, con las dos niñas para enseñarles a comer. Cuando terminaba e iba a la cocina a almorzar, mi comida estaba fría. Un día decidí llevar mi plato al comedor, y otra vez lío…Dije a la Ama de llaves que yo era un ser humano como los señores y no tenía por qué comer comida fría o recalentada. Cuando llevo el plato al comedor, el señor y la señora se hablan, hablaban en francés o inglés para que no se entendiera. Expliqué que si bien yo les enseñaba a tomar los cubiertos sin tirar la comida, ya era tiempo que practicaran y les iba a seguir enseñando pero que al verme tomar los cubiertos y comer, en la práctica iba a ser mejor. Terminé diciendo que además, así yo no comía mi comida fría; no me dijeron absolutamente nada, comía en la mesa con ellos y las niñas. Estuve 5 meses; me fui porque no me dejaban estudiar, me querían pagar profesor particular y que diera exámenes libres, pero no era lo que yo quería. Luego empecé a trabajar con un matrimonio en Punta Carretas, sensacionales. Me enseñaron muchísimo, tengo miles de anécdotas, me ayudaron a estudiar, me pagaban profesor particular de Matemáticas, Física y Química, que me costaba horrible.

5-¿Cursó Secundaria?

Fui al liceo Suarez, al IAVA, al Zorrilla, al Dámaso y otro en el Prado. Luego de terminar Bachillerato empecé dietista en el Clínicas, pero no me gustó; en UTU escuela de construcción y tampoco me gustó; terminé entrando en Magisterio, hice Instituto Normal de Enseñanza Técnica…Viví muchas cosas lindas y también algunas desagradables…

6- ¿Por ejemplo?

Una vez, no sé si me intentaron raptar, violar… Me atacaron, me envolvieron la cabeza con un trapo empapado en éter, me costó recuperarme, perder el miedo de salir…También sufrí discriminación por ese episodio. Una docente del Instituto dijo que yo no era un buen ejemplo para ser docente por lo que me había pasado. En ese momento también trabaja en taller de costura y había empezado a desfilar como modelo con un peluquero famoso. Decía ella que lo que me había pasado, yo lo había provocado y era culpable por mi manera de ser y vestirme. Mi respuesta fue que si yo fuera tan fácil no me habrían intentado dormir, que me chasqueaban los dedos y ya estaba, pero que no era así. Y que yo iba a ser docente y de las mejores…Cuando me recibí de Maestra Técnica lo primero que hice fue mostrarle el título. Casi toda mi carrera tuve 100 de puntaje y notas de agradecimiento y reconocimiento por la rehabilitación, comunicación y trato con los estudiantes. Gané becas, hice especializaciones en el Instituto Magisterial Superior; me especialicé en problemas de personalidad, personas con problemas intelectuales, educación de la sexualidad…Hasta 2018 seguí perfeccionándome.

7- Tengo entendido que ha trabajado en cárceles…

Trabajé en Colonia Berro, Inau, UTU, escuelas especiales, Primaria, escuelas de sordos, Hospital Vilardebó, Patronato del Psicópata y otros, haciendo rehabilitación laboral. Integré años la Comisión Laboral del PIT CNT, fui la primera mujer que integró la Comisión de Salud.

8-Muy vinculada al PIT CNT, ¿verdad?

El primer día me hicieron pasar y había cinco compañeros que eran los fundadores de esa comisión. Cuando me dicen: “adelante compañera”, dije: no, esperen, quiero decir algo, tengo entendido que acá todos o la mayoría son de izquierda, yo no soy de izquierda, mis padres son batllistas y tengo mi único hermano varón y otros familiares que son militares. Se pararon y me dijeron: “pase compañera; acá no preguntamos a nadie de qué partido es, si viene a trabajar y defender a los compañeros es bienvenida”. Estuve más de 20 años en la comisión, aprendí muchísimo, siempre digo que fueron y son mis maestros: Walther, Jorge, Cordero y Ronald. Es más, Ronald que era comunista me saludaba haciéndome la venia y me decía: “¿Cómo está mi General?”. Según él, yo tenía que estar en su partido por lo guerrera y peleadora que soy…Yo le cantaba las leyes de Batlle y él se reía.

9- ¿Ahora jubilada?

Desde el año pasado; pero sigo dando clases gratis en un centro comunal para gente que no tiene trabajo, como aprender algo de cuero: carteras, sandalias, cintos…También a personas con discapacidad. También tengo alumnos particulares en mi apartamento.

10-¿Piensa volver a vivir en Salto?

Tengo casa ahí, en barrio Mi Tío, y dentro de 2 o 3 años si Dios me da vida y salud, pienso regresar a mi Salto querido. Pero no dejar de venir a Montevideo, hice casi toda mi vida acá y tengo grandes amigos. Siempre digo a mis alumnos y explico el significado de estas frases: ¡Querer es poder!, ¡El límite es el cielo! Y como dijo Ortega y Gasset: Cada uno es el arquitecto de su propio destino.

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