Si Universitario acaso ganó, es porque recuperó en algo la versión. Esa que pretende aproximarse a la original. No es otra cosa que establecer al Universitario creíble.
Ese que por ráfagas apareció en el segundo tiempo, cuando a Ferro le costó más adaptarse al hombre de menos, porque en los 45′ se fue expulsado Gaudín.
Si Universitario genera el movimiento de pelota es posible que encuentre espacios. Los fue encontrando en la recta final, incluso a partir de la influencia de Fornaroli.


No fue el Valentín pleno, pero desde la magia en cuenta gotas esta vez, le alcanzó para sustentar gravitación. Cuando en los 21′ Gabriel Tabaréz mandó el remate casi frontal, la pelota encontró en su ruta, la humanidad de Barros, como para que el desvío se produjera.
Sobre el palo derecho, Jony Fleitas quedó descolocado, herido y sin chance de reacción. Duelen esas pelotas que se vuelven trampa, porque burlan la dirección original.
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Los contrapuntos del fútbol rebotado en el primer tiempo. Cuánto costó modelar la imagen y tornarla convincente.
Ferro despegó más apto. Universitario niveló después.
Pero a los dos les faltó certeza a la hora de derrumbar oposiciones defensivas. A la sombra del desnivel los dos, con esos dos goles que salen del libreto. Que se fugan como acto de liberación.
En los 25′ Joaquín Jacques localiza el palo derecho libre y allá la manda. Le pegó como un maestro de probada y generosa madurez. El 1 a 0. Hasta que un minuto después, la pelota se vuelve maldición para el Universitario que duda y Javier Vargas que ejecuta.
Con el «Toti» estando ahí, la decisión es posible. Cosas de un goleador.
Pero que la expulsión de Gaudín antes del final del primer tiempo, le abrió un tajo a Ferro…le abrió. Y la herida quedó abierta. Expuesta.
ESE PORQUÉ ROJO
No se trata de justificar al que ganó, sino entender porque ganó el que ganó. Acaso Universitario fue la inteligencia superior, sobre todo entre los 10′ y 35′ de juego.
Casi de arranque en la recta final, el remate de George Dos Santos que devolvió el palo, hasta el gol de Tabárez. Richard Usuca metió variantes. Ferro no dejó de ser vacilante, sobre todo por los callejones laterales. Fornaroli se recostó sobre la derecha, le complicó la vida a Nahuel Machado y el disloque se produjo en la zona central.
Ferro aceleró en los metros finales y en la agonía, desde la chumbera de Vargas, el empate por poco no llega. Universitario terminó siendo más creíble.
Ferro, el de menor exposición argumental. Casi en silencio, la pretensión del querer. Tan poco abastecido Lima y tan escasamente resolutivo con la pelota el equipo en lo total.
Universitario se quedó con tres puntos que impactan.
Universitario amenazó primero en la cancha y ganó después. Y en la tabla es una amenaza viva. Ceibal por ejemplo, lo sabe. Y Saladero, seguro también.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-