Entrevista a Corina Roig
Como vivir la Navidad en tiempo de pandemia y no morir en el intento, podría ser el título de algún libro o de alguna película de estos tiempos. Tenemos las tradicionales fiestas de fin de año a la vuelta de la esquina y EL PUEBLO quiso conocer el análisis profesional de la Psicóloga Corina Roig para tratar de entender qué estará pasando en nosotros en días tan emotivos, pero con medidas y protocolos sanitarios.

- ¿Qué suelen significar estas fechas que tenemos por delante para la familia? Por el momento saquemos de la ecuación el tema de la pandemia.
- Estas fechas son de mucha evaluación y de un gran contenido emocional y afectivo. Mayor carga emocional la tiene para aquellas personas que son por lo general creyentes o católicas. No quiere decir que por un almanaque, que precisamente se cierra el año para las empresas, no deja de tener este contenido importante por la evaluación que se hace de cómo nos ha ido a lo largo de estos doce meses de trabajo. Es un año que culmina, y de alguna manera se ven las fortalezas y las debilidades para el año que comienza, con perspectivas, proyecciones y propuestas nuevas. Entonces, diciembre es un mes en general, pero particularmente estas fechas, la navidad y el año nuevo, que tienen estas cargas emocionales de mayor connotación.
- ¿Son como fechas recargadas?
- Las recargamos más por las expectativas que tenemos, por esa evaluación de cómo nos ha ido a lo largo del año, de aquello que teníamos planificado o proyectado, qué pudimos cumplir de eso y qué cosas no han salido o han sufrido modificaciones o por qué no también, han surgido imprevistos, porque la variable de imprevistos está en el tiempo, y a veces no la manejamos. Creemos que lo que se escribe en un papel o pensamos lo podremos llevar adelante, y aparecen los imprevistos que nos pueden dar algunas sacudidas y hacernos cambiar de rumbo.
- ¿Estas fechas se miran de otra manera porque luego de un año de mucho trabajo, uno aprovecha para aflojarse y relajarse y darse un tiempo para uno mismo?
- Sí, porque más allá del afloje o de relajarme, al ser la culminación del año y ser también verano, así como la culminación del ciclo de estudios para los que tenemos hijos o porque son profesores, viene ese cierre. Y los que trabajamos, llegan las posibles licencias, por lo que vemos este tiempo de otra manera. Entonces, ese afloje y esa expectativa está de tener un poco más cuando nos proyectamos hacia el tiempo de ocio, de recreación, o de estar más juntos, qué podemos llegar a hacer, además de descansar.
Todo trabajador precisa y merece tener vacaciones, y como todo estudiante también las merece y aprovecha para estar en familia, con los amigos. Es decir, no estar todo el año estudiando, sino que uno necesita un espacio libre de recreación, porque recrearnos significa socializarnos, o sea, convivir con otros, lo que nos termina por enriquecer como persona. Nos da otras aptitudes, otros sentimientos y emociones. Muchas veces contactos muy fuertes, afectivamente desde lo emocional, a lo largo del año por todas estas actividades no las tenemos tan presentes o tan cercanas, y ahora es el momento en que uno planifica de ir a visitarlas. Por eso que es tan esperado este tiempo.
- Introduzcamos ahora la variable de la pandemia, ¿cómo nos afecta psicológicamente?
- Es muy difícil como seres humanos vivir pensando lo imprevisible, aquello que nos desacomoda. Vivir pensando que tenemos una enfermedad o que hay una enfermedad, no es lo común, a no ser, por ejemplo, cuando se vivieron las guerras, pero claro, se estaba en guerra y había que sobrevivir.
Pasa que este virus, de alguna manera nos hace vivir de la mano de una enfermedad, que nos lleva también a otro límite como personas, y en cuanto a afectos y sentimientos, porque hablamos de la vida y de la muerte, pero en forma silenciosa. Lamentablemente la pandemia es una amenaza como un fantasma o una sombra que nos acompaña a todos lados, y nos hace pensar justamente todo esto que veníamos diciendo de lo lindo, de lo bueno de esta época del verano o de las fiestas, el de reencontrarnos con los otros seres queridos o con aquellas personas con las que hemos estado poco durante el año, que ese contacto ahora es distinto, es otra realidad que tenemos que aceptar porque también nosotros somos portadores de ella, tal vez, y no lo sepamos.
Y nadie quiere enfermar a un familiar.
En Uruguay veníamos bárbaro, veníamos controlándola muy bien. Pienso que se supo agarrar muy a tiempo, tuvimos una gran ventaja que fue el otoño y el invierno, donde casi automáticamente nos recluimos y se tuvieron que tomar medidas nuevas para el teletrabajo, las clases. Y ahora, que es el tiempo de estar al aire libre, tenemos que tomar otro tipo de conducta con mayores resguardos. Eso es lo que nos está asustando y condicionando en el qué hago, a dónde voy, porque puedo contagiar no a una persona, puedo contagiar a más personas, como a mi marido, a mi hijo o a mis padres, y por qué no, a un compañero de trabajo. Al no enfermarme no enfermaré a nadie, y generalmente cuando enfermamos o podamos contagiar, siempre será a alguien querido por nosotros, raramente sería a alguien desconocido, salvo que vayamos en el ómnibus con mucha gente o en algún almacén o en esas aglomeraciones que no queremos que se den. Lo que menos quiero es dañar a alguien, mucho menos a un ser querido, lo que queremos es vivir en armonía, en paz.
- Recientemente en una conferencia de prensa alguien dijo, «en estas fiestas tan atípicas, tratemos de pasarlas lo más típicamente posible». Tendremos unas fiestas de alegrías, ¿pero también de renunciamientos?
- Sí, esa frase es tal cual. ¿Quién no perdió algo este año? Y no entro en el duro tema de quien haya perdido el trabajo, que es el sustento familiar, que es mucho más triste que un tema de estudios. ¿A quién no conocemos que, o esté en seguro de paro o con medio seguro de paro o que todavía su trabajo no se haya puesto en marcha? Entonces, cómo hago para pasar lo mejor posible con mi núcleo familiar en una fiesta tradicional sabiendo que, tal vez mi madre o mi padre o una tía por su edad, que siempre nos reuníamos y comíamos o un poco de turrón o pan dulce, y este año no va a ser posible. O de pronto poder ir a visitarlos, pero teniendo muchísimo cuidado y con el respeto a un protocolo que incluya un horario de visita para, por lo menos, ir a saludar. Pero, hasta el saludo cambió. A quién no le gusta levantar la copa y darnos un beso, intercambiar miradas que a esta altura del año son más profundas, pero que este año no va a poder pasar. O si teníamos un familiar en el extranjero y que a lo mejor este año pensaba venir, ahora tampoco puede venir, sea por un tema sanitario o por la situación económica que ha repercutido negativamente en todo el mundo.
Así que vamos a tener esa pata de la familia y de los afectos que va a estar ausente. Lo bueno viene ahora de la mano de estos artefactos de telecomunicaciones que nos aproxima, y al menos así nos podemos ver, saludar a través del teléfono, para que sea así lo más cercano posible. Antes no teníamos esa posibilidad.
- La historia de la Humanidad muestra que el Hombre ha tenido que adaptarse siempre para poder sobrevivir. Dicen que esta pandemia llegó para quedarse, más allá que aparezca o no la vacuna, ¿en el 2021 estaremos más adaptados a este nuevo tiempo?
- En marzo, cuando apareció el coronavirus, dijimos en una anterior entrevista que me hiciste, que había llegado para quedarse, y destaqué que esta situación sacaría lo mejor de nosotros y que también aparecerían aquellos rasgos más obsesivos que tenemos en cuanto a la limpieza y a los cuidados que nos aconsejaban en su momento. Estoy de acuerdo que se va a quedar, más allá que la vacuna va a venir también.
Este año fue un ensayo de cómo vivimos, por lo que debemos aprovecharlo para corregir en lo que nos hayamos equivocado y mejorar para el año que viene. A través de este ensayo que comenzamos a vivir desde marzo hasta ahora, diciembre, hemos tenido aprendizajes, enriquecimientos personales, pensando en las cosas que haremos el año que viene, llegando a ser más severos hasta con nosotros mismos para prevenir.
- Al inicio de la pandemia, el gobierno destacó que no tuvo la necesidad de ponernos límites muy severos por la gran colaboración responsable del pueblo uruguayo a las medidas adoptadas. Pero terminando el año hubo un afloje de la gente y hoy estamos padeciendo su resultado. ¿Qué fue lo que nos pasó?
- Por algo que mencioné, por el momento en que nos agarra la pandemia, otoño e invierno, que nos llevó a recluirnos un poco más porque el clima no era amistoso y no nos seducía a salir. Entonces los números eran auspiciosos.
El clima de hoy hace que sintamos la necesidad de salir más por el verano, el calor, y el hecho de ir a la playa. Ahora bien, esa responsabilidad que asumimos antes, ahora vamos a tener que llevarla a otro plano, por ejemplo, cuando vayamos a la playa, deberemos cumplir con el distanciamiento social. Lo mismo si queremos ir a una heladería, esperar a que no esté llena y entrar, cuando antes entrábamos todos, igual que cuando vamos al supermercado. Ahora tendremos que ver, o no ir a la playa o si vemos que está llena, seguir de largo o ir a otra hora.
Es el clima veraniego que nos lleva a tener otra postura psicológica, y su vez, el haber tenido un año con mucho trabajo, de querer y necesitar vacaciones, necesitar tener tiempo de recreación y ocio para nosotros, que aparte es necesario, porque es saludable. Entonces, esta vez en lugar de ir a leer un libro a la playa, lo tendré que leer en mi casa frente al ventilador, respetando el lugar de los demás.
Y sobre todo, pedirle a los jóvenes que sean conscientes, porque son los que más salen o los que más actividades tienen, por pasar de año o terminar el liceo, que son motivos para festejar. Nosotros los adultos jóvenes y los adultos mayores tenemos muchos motivos para festejar también, por alegrías, trabajos, pero somos más responsables o más conscientes de que nos pusieron un horario y el número de personas con las que podemos encontrarnos. No nos pasemos de las doce de la noche, de esa forma todos vamos a volver a casa antes y evitar que nuestra exposición con el otro sea mayor.
Cuanto mejor estemos con nosotros mismos, más estaremos en paz y será mejor la convivencia y el vínculo con el otro. Es importante buscarse un tiempito para encontrarse uno consigo mismo, y relacionarlo con su núcleo familiar, viendo cómo veníamos llevándolo y reorganizarnos de otra manera, bajo otros paradigmas.
PERFIL DE CORINA ROIG
Divorciada. Tiene tres hijos. Es del signo de Piscis. De chiquita quería ser maestra. Es hincha de Peñarol.
¿Una asignatura pendiente? Tal vez haber viajado un poco más.
¿Una comida? El asado.
¿Un libro? Los de Marcos Aguinis y Mario Vargas Llosa.
¿Una película? Del género cómico.
¿Un hobby? Pintar y las plantas.
¿Qué música escucha? Todo menos el rock y el pop pesado.
¿Qué le gusta de la gente? Su sonrisa y su mirada.
¿Qué no le gusta de la gente? La falsedad, la mentira.
Por: Leonardo Silva