Sin lugar a dudas que el pasado período de gobierno departamental, en su mayor parte dirigido y orientado por el abogado Andrés Lima, dejó muchas enseñanzas.
Desde lo que se recibió a lo que se hizo, hasta la forma en que se gobernó, con quien se lo hizo y como se lo hizo. Creemos que Lima debiera ser el que más aprendió de su primer período de gobierno y hoy ya no interesa como llega al gobierno departamental ni porqué llegó, sino que él sabe muy bien, que existe un alto porcentaje de salteños que no lo votó y por lo tanto a la hora de gobernar también debe tener en cuenta esto.
No ocultamos nuestras diferencias, consideramos que ha habido aciertos y errores, pero de estos es necesario sacar el debido provecho, porque felizmente estamos en un departamento donde existe una situación especial, cambiante y altamente influenciable, que no siempre se detiene a pensar si las cosas se hacen bien o mal, sino que se dejan llevar por la opinión de tal o cual personaje en quien confía.
No con esto pretendemos desmerecer el triunfo logrado por el reelegido intendente, que obtuvo la mayoría de las voluntades de los coterráneos, sino que sólo pretendemos hacer referencia a la tarea que le espera.
Estamos en plena pandemia, con presidente nacional de otro partido político, integrante de una colación que supo reunir la disconformidad de muchos uruguayos a la hora de competir por la presidencia de la República.
No la tendrá fácil el intendente Lima, porque evidentemente el país no la tiene fácil y en este contexto el invalorable aporte del gobierno nacional seguramente será escaso.
Uno de los mayores obstáculos que tuvo Lima en su anterior gobierno fue el de una Junta Departamental que pronto se escindió y se pasó a la oposición. También tuvo en el Frente Amplio local, partido por el cual llegó al poder, sus diferencias.
Hoy encabeza un nuevo gobierno. Asume una nueva responsabilidad y en este tiempo parece haberse dedicado a limar asperezas y esto es una buena señal. Quienes pretendemos un gobierno departamental preocupado por el bienestar de la enorme mayoría de los coterráneos. Quienes pretendemos que se privilegie a los que menos tienen, tenemos cifradas esperanzas que el nuevo período sea también una nueva oportunidad para alcanzar estos objetivos.
Nunca más oportuna aquella máxima de que “si le va bien al nuevo Intendente, nos irá bien a los salteños”.
Así de sencillo. Así de valedero.
A.R.D.
