«A la actitud de la gente no la vamos a cambiar»
El pasado sábado se enfrentaron en el Parque Ernesto Dickinson, Salto y Artigas en el marco de la última fecha del Campeonato del Litoral Norte.
En función de una serie de resultados, Salto podía ser Campeón zonal y finalmente lo posible se transformó en hecho consumado.

La victoria «naranjera» y la caída de Tacuarembó a manos de Paysandú, implicó el avance de Salto a la cima del torneo. Cuando finalizó el partido y la selección elevó la copa al cielo y el grito de campeón no faltó, algo más de 100 aficionados en las tribunas.
Los restantes se alejaron en lo inmediato. sin aguardar tanto al resultado final en tierra sanducera, donde Paysandú terminó haciéndole flor de gauchada a Salto.
La asistencia fue limitada. Obvio que no se vendió un mínimo de 1.000 entradas. Los propios neutrales de la Liga revelaron su sorpresa, ante la escasez consumada. Para colmo de males, quienes fueron a ver a los juveniles, tras la derrota padecida igualmente se fueron del estadio. Parte misma de un comportamiento singular. Una especie de sectarismo anda en la vuelta.
RAZÓN DE LO INSÓLITO
Ante la indiferencia de tantos aficionados respecto al rumbo de los combinados salteños en instancias definitiva (no viene de ahora, viene de años), no hay menos que catalogar de insólito lo que es capaz de producir el fútbol salteño, que en la medida que se enfrentan dos equipos como Ceibal y Salto Nuevo, el número básico en la venta de entradas puede ser de 3.000.
O sea: dos equipos de barrio, PUEDEN TRIPLICAR LA ASISTENCIA DE PÚBLICO FRENTE A PARTIDOS EN QUE JUEGA LA SELECCIÓN.
Algunos de los futbolistas del núcleo mayor, al día siguiente fueron exponiendo a cronistas de este diario, la sorpresa «por la poca gente que fue, aunque a la actitud de la gente no la vamos a cambiar. Va el que quiere ir».