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jueves, septiembre 11, 2025

Para el obispo Galimberti, Juan Pablo II puso en práctica “un modelo de paternidad activa, afectiva y eficaz”

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En la Homilía relató un episodio en que un mendigo confesó al ahora beato

En la capilla Nuestra Señora de Fátima, ubicada en calle Cervantes y Morquio, el pasado fin de semana se llevó adelante la Fiesta de la Divina Misericordia y de la Beatificación de Juan Pablo II. La santa misa presidida por el Obispo de Salto, monseñor Pablo Galimberti, fue a templo lleno, en un cierre de actividad que estaba prevista desarrollarse al aire libre pero que, por las inclemencias del tiempo se tuvo que realizar a resguardo.

En ocasión de la misa referida, Galimberti, en el momento de la homilía tuvo la particularidad de relatar un episodio por el que pasó el entonces papa Juan Pablo II, que fue objeto de destaque por parte de los feligreses participantes.

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Como si nada el obispo sacó de su bolsillo un papelito y relató la historia de un mendigo que confesó al Papa. El episodio poco conocido en la vida de Juan Pablo II fue relatado en un programa de televisión de la Madre Angélica en Estados Unidos que se emitió en el año 2001 en el canal católico EWTN.

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Mons. Pablo Galimberti en un momento de la celebración del pasado domingo.

HISTORIA DE UN MENDIGO QUE CONFESÓ AL PAPA

“Un sacerdote norteamericano de la diócesis de Nueva York se disponía a rezar en una de las parroquias de Roma cuando, al entrar, se encontró con un mendigo. Después de observarlo durante un momento, el sacerdote se dio cuenta de que conocía a aquel hombre. Era un compañero del seminario, ordenado sacerdote el mismo día que él. Ahora mendigaba por las calles.

El cura, tras identificarse y saludarle, escuchó de los labios del mendigo como había perdido su fe y su vocación. Quedó profundamente estremecido.

Al día siguiente el sacerdote llegado de Nueva York tenía la oportunidad de asistir a la Misa privada del Papa al que podría saludar al final de la celebración, como suele ser de costumbre. Al llegar su turno sintió el impulso de arrodillarse ante el Santo Padre y pedir que rezara por su antiguo compañero de seminario, y describió brevemente la situación al Papa.

Un día después recibió la invitación del Vaticano para cenar con el Papa, en la cual le solicitaba llevara consigo al mendigo de la parroquia. El sacerdote volvió a la parroquia y le comentó a su amigo el deseo del Papa. Una vez convencido el mendigo, le llevó a su lugar de hospedaje, le ofreció ropa y la oportunidad de asearse.

El Pontífice, después de la cena, indicó al sacerdote que los dejara solos, y pidió al mendigo que escuchara su confesión. El hombre, impresionado, le respondió que ya no era sacerdote, a lo que el Papa contestó: “una vez sacerdote, siempre sacerdote”. “Pero estoy fuera de mis facultades de presbítero”, insistió el mendigo. “Yo soy el obispo de Roma, me puedo encargar de eso”, dijo el Papa.

El hombre escuchó la confesión del Santo Padre y le pidió a su vez que escuchara su propia confesión. Después de ella lloró amargamente. Al final Juan Pablo II le preguntó en qué parroquia había estado mendigando, y le designó asistente del párroco de la misma, y encargado de la atención de los mendigos”.

“JUAN PABLO II ES MODELO DE PATERNIDAD MISERICORDIOSA”

Consultado por EL PUEBLO Mons. Pablo Galimberti señaló que esa historia fue traída a colación para manifestar que “Juan Pablo II fue un modelo de una paternidad activa, no autoritaria, sino afectiva y eficaz. El gesto del Papa es el de un padre misericordioso”. El obispo recordó que en la encíclica “Sobre la Misericordia”, dictada por Juan Pablo II en el año 1980 (más precisamente el 30 de noviembre),  el Papa pone como ejemplo de misericordia al padre del hijo pródigo en el pasaje del evangelio de Lucas 15, 11-32. Y, continuó expresando el Obispo de Salto, “que dicha encíclica fue dictada en una época de autoritarismo en varias partes del mundo, incluso en los países de la región”. Por eso, finalizó, “estos gestos de misericordia son la mejor herencia del ahora beato Juan Pablo II, porque hay cosas que no se arreglan con la justicia, sino que se necesita la misericordia”.

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