Discrepamos con quien sostiene que Argentina “no tiene remedio” y por lo tanto hay que abandonarla.
Entendemos que esto es lo peor que podríamos hacer o quizás lo que precisamente lo que buscan quienes hoy no aparecen. Argentina es un gran país y siempre lo será. Si se ha elegido mal, si hay gente que la ha utilizado para su propio bien, habrá que probárselo y corregir los errores.
Pero jamás debe abandonarse el barco, porque es precisamente lo que muchos quieren, cada quien arrima la leña para su propio fogón y muchos no se ven, pero existen y “están al alpiste”.
En estos días hemos escuchado que “hay que abandonar el país, porque es inviable”. Imaginamos que quienes pretenden hacer de esto un reservorio para sus intereses, se estará refregando las manos.
Argentina con sus casi 50 millones de habitantes es un gran mercado.
La mesopotamia argentina es una zona de las más fértiles del mundo y ha sido considerada como uno de los graneros del mundo por su capacidad de producción, tanto en materia agrícola, como ganadera.
Argentina tiene de todo, desde petróleo hasta las mejores posibilidades de producir lo que sea necesario.
Que alguien considere hoy que es un país “inviable”, nos cuesta entender. Es lo mismo que decir que Brasil es inviable, que México o Colombia lo son. Nada más errado y los verdaderos intereses, los que mueven al mundo un día tendrán que aflorar, quedarán al desnudo y entonces se sabrá por qué se sostiene como verdades absolutas, temas que quizás han llegado por la propia incapacidad o desidia para conducirla.
Argentina tiene un futuro venturoso, a poco se sepa diferenciar lo que es una conducción acertada, positiva y honesta de una conducción corrupta, defectuosa y llena de vicios como lamentablemente ha sido en los últimos tiempos.
Pero no hay que confundir, el sistema democrático, aún con sus vicios y errores, que lo que está por conocerse. Lo que se promete.
Estos son los momentos cruciales, porque quienes sacan rédito del descontento popular, suelen ser peores que lo conocido. Es uno de los grandes errores que suelen cometerse. Entendemos el descontento argentino, pero no nos agarremos con el sistema, con las instituciones, sino aprovechemos para analizar, para revisar y mirar el grado de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace…
Si nadie me convence, lo mejor es expresarlo así y no confiar en otros caminos totalmente desconocidos. Esperemos que el voto por el descontento sea mayoría en esa gran nación.
A.R.D.
