Edición Año XVII N° 879, lunes 16 de setiembre de 2024
SER. La vida y los amigos no dejan de darnos enseñanzas por este camino que estamos recorriendo cada día. En lo particular, un amigo con el que he trabajado muchos años, el periodista y maestro Horacio Pérez, una vez me dijo que para ser un buen periodista antes se debía ser una buena persona. Obviamente que esa condición humana podemos y debemos proyectarla a cada orden de nuestra vida, porque en definitiva, siempre debemos tratar de ser mejores personas.
Pero en lo que nos toca, como una persona que se mueve entre los medios de comunicación, hemos visto cosas que contradicen esta idea o principio rector que debería regirnos. En los medios pulula la envidia, el resentimiento, la maldad, y hay que estar muy bien parado frente a estas adversidades para poder sobrellevarlas y enfrentarlas.
No todos pueden manejarlo, hay personas sensibles y especiales que han tenido que afrontar las adversidades de la vida con fuerza y optimismo, lo que les permite ir avanzando, quizás a pasos más cortos que los demás. Pero esa sensibilidad y fibra particular de ser humano los vuelve vulnerables a ciertas acciones cargadas de maldad.
¿A quién puede regocijar maltratar públicamente a una persona que no le hace daño a nadie, que es buena persona y que convive con todos nosotros en las conferencias de prensa y en las actividades que se realizan en nuestra sociedad con la única función de prestar un servicio informativo? Y sin embargo, la hay.
La semana pasada me enteré de un ataque sin igual en una de tantas conferencias de prensa al colega Martín Cabrera, de parte de gente inescrupulosa, que llevó a que Martincito, como le decimos todos cariñosamente, se descompensara en un ataque de angustia que debió terminar en la sala de emergencias.
Me permito usar este espacio que EL PUEBLO me brinda para rechazar de cuajo ese tipo de actitudes mezquinas y de mala persona que también define el tipo de trabajo que realiza, porque nadie puede ser un buen periodista si antes no se es buena persona.
Toda mi solidaridad con el periodista Martín Cabrera, y que no afloje en este mundo cruel, porque solo los seres de luz como él nos mostrarán el camino a seguir entre tanta oscuridad.
FINAL. Al faltar poco más de un mes para las elecciones parlamentarias y primera vuelta presidencial (en caso de haber una segunda vuelta en noviembre, claro), culminó una nueva Legislatura en el parlamento nacional, porque está claro que no tiene mayor sentido continuar convocando a trabajar a las señoras y señores legisladores a sesión o trabajo en comisión, salvo asuntos excepcionales o que estén en carpeta, cuando hace rato que todos (o casi todos) están en campaña en busca de su reelección por otros cinco años, lo que menoscaba el trabajo en ambas cámaras por ausencias reiteradas.
Será tiempo de balance y de rendición de cuentas que le deben a su electorado y a la ciudadanía en general, la que tendrá la última palabra en decidir con su voto quien retornará y quien no al hemiciclo parlamentario el próximo 15 de febrero. Que así sea.
Hasta la semana que viene… y tilo pa’la barra!