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domingo, 23 de febrero de 2025
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“Abrir las ventanas para que entre la alegría”

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Con el Dr. Luis Ernesto Otormín.

Con esta prometedora frase y aunque parezca contradictorio, culminó el diálogo mantenido con EL PUEBLO el Dr. Luis Ernesto Otormín.

Médico en Medicina General, hoy jubilado y oriundo de Paso de los Toros, Tacuarembó. Muy relacionado a la localidad Pueblo Centenario de la ciudad de Durazno, el cual asegura ser, su lugar en el mundo.

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Ejerció allí mucho tiempo su profesión hasta jubilarse, conociendo todos los pormenores y complicaciones en salud, de la zona rural.

Hace 8 años que se vió afectado por un ACV (Accidente Cerebro Vascular), donde pensó que “tiraría la toalla”, pero contrariamente a ese pensamiento, el destino o nuestro ser superior, le brindó la oportunidad no sólo de recuperarse, sino de lograr un apoyo incondicional a todo aquel que lo hubiese padecido.

Hoy es un ejemplo de superación, siendo el Fundador de “Resiliencia”. Grupo que cuenta con un importante número de personas que atraviesan tan duro proceso.

De manera tan sencilla como sincera, nos narra el proceso de su ACV, para compartirlo con ustedes:

“Luego de ser Médico durante muchos años, me jubilé, significando ello un dolor muy grande. Y a los pocos meses, me aparece un ACV.

Lo que anteriormente en mi época de Médico jovencito, se le llamaba derrame cerebral, hemiplejia, o parálisis cerebral”, nos dice.

¿Cuál es la definición de un ACV?

Es un coágulo, que en la mayoría de los casos, obstruye una arteria del cerebro. Donde allí pierde una parte del mismo y a raíz de ello, algunas personas pueden quedar con secuelas, como problemas en miembros, perder algo de visión, audición o sin poder hablar.

¿Cómo sobrellevó usted esta situación?

Tuve mucha suerte.

Me sucedió en Montevideo y a pocas cuadras de un centro asistencial, donde inmediatamente intentaron diluir el coágulo. Pero sin embargo, me dejó varias secuelas.

No podía hablar, ni caminar entre otras actividades que no podía realizar.

Eso para mí tuvo un significado muy importante y fue cuando comencé a aislarme.

No dejaba que nadie me viera en tal situación. Porque al encontrarme con alguien, no podía desarrollar una conversación y quería caminar y no podía, entonces decidí trasladarme a la localidad de Centenario, a muy pocos kilómetros de Paso de los Toros, para no ver a la gente y que tampoco me vieran.

Creo firmemente, que a cualquier persona que le suceda lo que a mí, los profesionales de la salud, lo envían para la casa, con la visita de un médico, por si puede aportar algo.

Si se contara con Fisioterapeuta o Fonoaudióloga, tal vez también lo van a ir a ver, pero yo ejercí en este mismo lugar, y nunca se contó con ellos.

Yo lo que hacía mientras ejercía, fue sugerir visitar a alguien del pueblo que lo ayudara a hacer ejercicios, pensando en Profesores de gimnasia o Policías, que son quienes están más preparados.

Pero muchos de estos pacientes, no tuvieron a nadie como apoyo. Y lo que hacían, era tomarse con las manos del alambrado como tenemos acá afuera, e intentar muy despacio, ir movilizándose con el fin de caminar

¿Tampoco se cuenta en esta zona por ser costoso, con aparatología para Fisioterapia?

Exactamente.

Y se hace todo más difícil.

En estos casos, caminar y hablar bien, lleva mucho tiempo y dinero.

Y en la mayoría de los pueblos, no contamos con nada.

Recién hoy en Paso de los Toros, se comienza conseguir algo.

En Montevideo y como actividad ideal, se envía al paciente a una piscina, ya que es el ejercicio más completo.

En mi caso lo que padecí fue Afasia, un trastorno del lenguaje.

¿Cuánto tiempo le llevó la recuperación?

Hasta ahora.

Pasaron ocho años y aún hay algunas actividades que me cuestan, pero todos los días voy logrando algo, aunque nunca pude lograr todo lo que perdí.

Y a los dos años de haber padecido el ACV, llegué a la conclusión de que yo aún podía hacer algo.

Por suerte cuento con una esposa que ha sido mi sostén, y con una familia maravillosa. Dos hijos, que en la actualidad uno es Cirujano Plástico y mi hija es Imagenólogo.

A los dos años de estar encerrado, llega a mi conocimiento que había una persona que tenía mi mismo problema: hemiplejia del lado derecho del cuerpo, no podía hablar, que andaba con un bastón, siempre utilizaba un bolso colgando del cuello y que así había ido a su mutualista a retirar sus medicamentos.

Y pensé: “Si este señor tuvo el valor de ir, yo tengo que hacerlo”.

Lo primero que solicité, fue poder ver a esa persona y vino a mi casa.

Y en nuestro diálogo se desarrolló esta conversación: “-¿Decime, vos como haces para desenvolverte cuando vas al baño? -Lo hago así o así.

-¿Y cómo haces para limpiarte los dientes? -Hago esto y esto otro.

Y le dije: “¿Te animas a hacer un asado?”

Y así fue que los dos con una mano sola, lo logramos y ese asado salió riquísimo.

¿Allí usted toma una muy acertada decisión?

Si, fue a partir de allí, que decidimos ir a buscar casa por casa en Paso de los Toros y Centenario, a aquellas personas, ver cómo estaban, porque también tenían nuestro problema de salud.

Y fue terrible llegar a esos hogares y observar cosas, para nada agradables.

¿Era un número importante?

Alrededor de cincuenta. En una población de veinte mil habitantes, porque está instalada UPM.

Nos imaginamos en una ciudad como Salto, que estará en la misma situación, pero los enfermos no se animan a salir a la vereda. Se quedan en su fondo para que nadie lo vea mal.

¿Cómo resultó esta experiencia de ver tanta gente atravesando por lo mismo?

Y yo mientras tanto, iba recogiendo experiencias, como para levantarme un poquito más cada día.

Porque esta actividad que estamos llevando adelante, nos gustaría mucho que se hiciera en Tacuarembó y en distintas partes del Uruguay.

Son muy importantes los profesionales, como Fonoaudiólogos y Fisioterapeutas, pero en caso de no haberlos como sucedió en nuestro pueblo, nos podemos ayudar perfectamente entre nosotros.

¿Luego de haber conocido a estos pacientes con ACV, que buscaron?

Nos reunimos, fuimos a la mutualista y allí les explicamos: que esas personas, habían sido las mismas que los profesionales de allí enviaron a sus casas, sin siquiera ningún recurso y hoy, habíamos decidido unirnos, porque pensamos que había mucho por hacer por nosotros mismos.

No estábamos allí para solicitarles absolutamente nada material, simplemente, traíamos la intención de invitarlos a que nos brindaran charlas, dictadas por medio de su Psicólogo, Fisioterapeuta y Fonoaudiólogo.

Las conseguimos y ya solo con eso, cambió todo.

Yo creo al ver el grupo unido, que hoy sobran las palabras.

El Municipio nos brindó un ómnibus con plataforma, un espacio para poder hacer gimnasia y una vez por semana, tenemos charlas con Psicólogos y Fonoaudiólogos.

Pero debemos agradecer a todo el pueblo, que se interesó por nosotros y nos ofrecen espacios físicos para reuniones y demás. Incluyendo la Capilla del Carmen, donde todos los viernes, vamos a aprender ajedrez.

Y se ve el entusiasmo en un ambiente de camaradería, incalculable.

¿Lograron formar alguna Asociación?

La formamos y se llama “Resiliencia”.

Decimos que somos, los que venimos del cementerio.

La mayoría de nosotros estuvimos peleando varias veces con la muerte. Y no nos reímos de ella.

Vencimos muchas etapas que parecían no tener salida. Con las ganas de superarnos que era lo más importante y salimos adelante.

Incluso el Ministro de Salud Daniel Salinas, se ha comunicado con el grupo, dejando una puerta abierta.

¿Se les ha complicado realizar reuniones con la pandemia?

Sí. Pero te aseguro, que al celular lo dejamos calentito de tanto utilizarlo entre nosotros. Encontrando el apoyo que buscamos el uno para el otro.

Es que ya somos una familia.

Deseando conseguir mucho más y sin dinero, los invitamos a encontrarnos en redes sociales, a unirse y poder lograr mucho más juntos.

Simplemente queremos volver a la vida que teníamos.

Cuando nos sucede un ACV, los amigos se van retirando.

Uno no puede caminar, ni visitar a nadie, y se va perdiendo la alegría de esos encuentros. En cambio en el grupo, con todos nuestros defectos por las secuelas, así sea el caminar apenas y mal, tartamudear entre otras cosas, nos sentimos bárbaros entre todos.

Nos divertimos refiriéndonos con chistes a nuestra situación cuando nos reunimos a bailar o a divertirnos.

Nuestro lema, es “Abrir las ventanas para que entre la alegría”. Porque ¿qué seríamos sin ella?

Dejo la invitación a algún médico de Salto que se interese por el tema y desee acompañarnos, lo esperamos.

Que no le va a faltar hospedaje, ni alimentos, pero necesitamos algo más de apoyo.

Gracias a Diario EL PUEBLO por esta oportunidad de dar a conocer “Resiliencia” e intentar unirnos a aquella gente que lo necesita, como nosotros a ellos.

Por Mary Olivera.

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