Y aquellos casi 12.000 libros?
No queremos que se ter-mine mayo, el mes del libro, sin que hayamos vertido en este último domingo del mes algunas reflexiones que entendemos pertinentes. El libro no morirá, es lo primero que importa remarcar en tiempos donde hay quienes dudan de su existencia a futuro. Estamos convencidos que siempre habrá lugar para él, para el libro en papel queremos decir, aunque a veces pueda competir en cuestión de protagonismo con el libro digital. Tendrá momentos de esplendor, y momentos de crisis, es cierto, pero no dejará de estar entre nosotros.

Por otra parte, creemos importante expresar que al libro se lo revaloriza y se lo defiende, solamente con el libro. No es un juego de palabras. Es simplemente decir que no podrán reclamar mayor presencia del libro en la sociedad quienes prefieren leer siempre desde una pantalla, o de un manojo de hojas fotocopiadas, incluso ante niños o jóvenes en un aula. No podrán reclamar mayor presencia del libro quienes al organizar una feria del “libro”, dan más importancia y protagonismo a la música, o a la danza, o al cine, que al libro mismo. Todo eso otro puede acompañar, pero una feria del libro sin que los libros ocupen el lugar central de la atención, está mal encaminada. Parece una obviedad, pero la realidad indica otra cosa. Al menos así lo entendemos.
Si una Dirección de Cultura, por ejemplo, quiere enaltecer el valor del libro, deberá entender que ello no se logra so-lamente con actividades puntuales durante un mes, una semana o un día del año. Lo podrá lograr solo si el trabajo en torno al libro se fomenta (quizás de modo silencioso) permanentemente, y con una apuesta -no queda otra- a que las personas y los libros estén en contacto.
AQUELLOS 12.000
Durante los años 2013 y 2014, la Intendencia de Salto, a tavés de su Dirección de Cultura con el profesor Leonardo Garet al frente, realizó la entrega de libros tal vez de mayor dimensión en la historia del departamento (¿y del país también?): un total muy cercano a los 12.000 libros (sí, doce mil libros) se donaron en diferentes y sucesivas instancias, a las más di-versas instituciones de Salto, públicas y privadas, de la ciudad y del interior del departamento. Era notable ver llegar, provenientes de distintas editoriales de Montevideo, ómnibus repletos de libros, estacionarse frente a la entonces Casa de la Cultura (Lavalleja 48) y ¡a descargar!, y ¡a repartir! Y en cualquier época del año. Libros de todos los temas se entregaron para reforzar bibliotecas ya existentes; y donde estas no existían, se crearon entonces los “Rincones de Lectura”. Así hubo cientos de libros a disposición de la gente, incluso de los lugares más alejados de la ciudad: Cerros de Vera, Quintana, Sarandí de Arapey, Paso Cementerio… por mencionar apenas algunos ejemplos.
Sería bueno saber qué se hizo posteriormente para continuar con esa quijotada. Al menos de nuestra parte no recordamos nada siquiera similar. Pero lo peor tal vez no sea eso; lo más triste es que en muchos de esos “rincones” del departamento, los “Rincones de Lectura” fueron completamente desmantelados. Hace algunos días, una persona nos decía: “¿Y no habría que reclamar por todo eso que se perdió?”. Entonces debimos recordarle: ¿reclamar a quién, si ya no existe una Dirección de Cultura en la Intendencia de Salto?; hay ahora apenas una Coordinación (que seguramente hace lo que puede) dentro de un área más grande. Y ahí la persona entendió todo, no solo que ya no se fomente la revalorización del libro, sino que también entendió a qué se debe, en gran medida, toda la decadencia cultural a la que estamos asistiendo. Una de-cadencia que nos recuerda a Cambalache, la gran canción de Julio Sosa, porque a veces nos vemos todos viviendo “entreverados en un merengue, y en el mismo lodo todos revolcados”… sin que se sepa (o se quiera) distinguir entre “un burro y un gran profesor”… y donde ya casi a nadie asombra “ver llorar la Biblia junto al calefón”.
El libro…
De Jorge Luis Borges: “De los diversos ins-trumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es ex-tensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.
De Miguel de Cervantes: “En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”.
De J. K. Rowling: “Si no te gusta leer, no has encontrado el libro correcto”.
De Federico García Lorca: “Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro»
Anónimo: -¿Y cómo la enamoraste?
- La llevé a una librería.
- ¿Solo eso?
- No, entramos a la librería y le susurré al oído: “escoge el libro que quieras, yo invito”.
