Uno de los conflictos más polémicos de nuestros días es sin duda el del puerto de Montevideo, de tres días de duración con toda la actividad interrumpida. Se asegura que a raíz del mismo unos 300 contenedores que debían ser desembarcados o embarcados en Montevideo, optaron por el puerto de Buenos Aires.
Al momento de escribir estas líneas se nos informa que se ha llegado a convenir un arreglo provisorio que permitirá reanudar las tareas. No es la primera vez que se anteponen los posibles daños de la medida gremial al fondo de la cuestión. En este caso como en muchos otros es una cuestión salarial.
Desde que el mundo es mundo, escuchamos argumentar el daño de las medidas, que el derecho de los trabajadores que no están de acuerdo con la medida y pretenden entrar a trabajar, siéndoles impedido el acceso a su fuente laboral, por los trabajadores adheridos a la medida gremial.
Por otra parte los empresarios o la patronal sea ésta pública o privada argumenta siempre el daño y los perjuicios que ocasiona una medida semejante a sus intereses.
No tenemos dudas de que esto debe sopesarse también, pero no es el fondo ni la razón de ser de la cuestión, dado que no conocemos medida de fuerza a adoptar que no cauce perjuicios.
No dudamos tampoco que esta medida de los trabajadores se tiña a menudo de intereses políticos, porque los integrantes de la masa de trabajadores, como cualquier otro ciudadano, tienen su propia visión, su óptica y sus intereses.
Cuando alguien pretende imponer una decisión trátese de empresarios o trabajadores seguramente que despierta reacciones adversas e incluso cuando se acaten las órdenes se trabaja a desgano, imponiendo lo que se conoce como “la ley del mínimo esfuerzo”.
Es que el camino que conocemos como el único válido en estas circunstancias es el del diálogo y sólo en última instancia, agotadas las demás medidas se justifica para nosotros al menos, el paro o la huelga general.
Es que esto conlleva una gran responsabilidad. Detener una actividad productiva o comercial en estos momentos de pandemia no es nada fácil, porque a la situación “normal” se suman las dificultades que pueden emanar en materia sanitaria.
Vale decir que en estos momentos en que el comercio y la actividad productiva mundial se ha visto afectada por la pandemia que redujo mercados y dificultó otras áreas, se le suma una inactividad en momentos en que se comienza a recuperar la demanda de servicios en buena medida.
Esperemos que pronto se llegue a una solución, sin imposiciones y fruto del diálogo, porque el país lo merece.
A.R.D.
El diálogo es el único camino
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