Organizado por CODECSA (Congreso Diocesano de Educación Católica), organización que comprende los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro se llevará a cabo en la Universidad Católica sede Salto el Segundo Congreso de Educación Católica bajo la consigna “Pensar, sentir y actuar en la Educación”.

Los exponentes serán Carmen Sanz que disertará sobre la Educación Emocional en el Aula y Adriana Aristimuño que hablará sobre la Educación en la Nueva Escuela. La Prof Marta Irigoyen hará énfasis en el Acompañamiento de las Trayectorias Educativas y los noveles docentes. Dicho evento está pensado para docentes de todo el litoral y también estudiantes.
Fanny Fernández – coordinadora de CODECSA informó a EL PUEBLO que ya hay un considerable número de estudiantes avanzados en nivel terciario que se han inscripto al evento.
Además de ello se expondrán libros y productos locales. La muestra se va a llevar adelante el día sábado por la tarde.
“PENSAR, SENTIR Y ACTUAR EN LA EDUCACIÓN”
La educación del pensar, sentir y actuar incorpora una metodología dialógica para el desarrollo del pensamiento crítico, la creatividad, autonomía, ternura y solidaridad con el objetivo de formar estudiantes felices, solidarios y capaces de construir sus propias explicaciones sobre el mundo utilizando la mayéutica y el diálogo que posibilita escuchar varios puntos de vista para posteriormente asumir una postura propia. Es decir, la metodología activa y dialógica debe otorgar elementos valiosos para que los estudiantes sean capaces de enfrentar y resolver los problemas del contexto educativo y social.
Convertir los salones de clases en comunidades de diálogo democráticas permite superar el verbalismo y concretar la praxis para la transformación comunitaria utilizando la reflexión, el cuestionamiento y la investigación sobre los conocimientos; es decir, el trabajo dialógico permite a los estudiantes ser sujetos transformadores y no objetos de transformación. Asimismo, el debate utilizado en la escuela alternativa permite desarrollar el pensamiento crítico, pero requiere que los miembros de la comunidad de diálogo tengan tolerancia, disposición, actitud abierta y respeto hacia los comentarios de sus compañeros. Por consiguiente es fundamental crear un ambiente de clase ex professo donde se permita hablar y escuchar a todos.
Se debe tomar decididamente la urgente necesidad de educar a los educandos en el pensar, sentir y actuar para fortalecer la identidad de cada uno, así como la pertenencia a una comunidad de diálogo democrática, dialógica, creativa, solidaria y constructora de conocimientos colectivos. En suma, la tarea educativaa alternativa es formar estudiantes críticos, amorosos y con conciencia social para construir otro mundo común.
La alternativa para desarrollar el pensamiento crítico, los sentimientos y la acción autónoma en los estudiantes fue pensada mucho tiempo atrás por José Martí, quien estaba convencido en construir una educación progresista hecha por y para los latinoamericanos, enfocada en tres aspectos importantes: formar sujetos que piensen, sientan y actúen para la transformación individual y colectiva. Martí, el maestro de América, sostenía que la escuela debería ser sabrosa y útil con el compromiso de desarrollar emocional e intelectualmente a los estudiantes para actuar solidariamente en la escuela y comunidad; así, en esta propuesta alternativa transitan dialécticamente lo emocional, lo racional y lo volitivo.
Se debe reconocer que los educandos saben más de lo que parece, por tanto, los estudiantes necesitan una educación integral que les permita pensar, sentir, hablar, escribir y hacer lo que les inquieta. Lo anterior no supone libertinaje, al contrario, es un proceso autónomo y comunitario para fortalecer la confianza individual en la contribución, mejoramiento y transformación escolar y social. En contraparte, la escuela tradicional impide la libre expresión y no desarrolla –todas- las facultades del ser humano, en cambio las limita o las suprime.
Para garantizar la educación del pensar, sentir y actuar se requiere la conversión de las aulas en auténticas comunidades de diálogo donde estudiantes y maestros mediante el cuestionamiento, la curiosidad y el respeto a las opiniones de los demás construyen colectivamente los conocimientos. De esta forma el trabajo interactivo y colaborativo cultivará la dialogicidad, la tolerancia y la investigación reflexiva para el bien común.
En este espacio solidario, el docente es un miembro más de la comunidad, su tarea es coordinar las actividades fomentando la empatía y tolerancia entre los miembros, estableciendo así una relación dialógica vivencial que supere el razonamiento ligero y conversación. El diálogo puede provocar debate y disenso pero también promueve el análisis, la reflexión, investigación y profundización sobre las opiniones expuestas; por el contrario, en la conversación no hay sistematización y tampoco investigación a profundidad.