Pasado el mediodía del jueves nos enteramos que el Presidente del Partido Nacional, Pablo Iturralde, había renunciado al cargo tras haberse conocido polémicos chats que mantuvo con el ahora procesado (ex Senador) Gustavo Penadés.
No entraré ahora -se necesita un poco más de tiempo para entender mejor algunas cosas- a juzgar en profundidad lo que hizo o dejó de hacer Iturralde. Por ahora diré simplemente que no fue para nada feliz su accionar y que no son tan personales e íntimas las conversaciones que salieron a luz (como se nos quiere hacer creer), ya que hablan nada menos que de una presión a la Justicia mediante el peso de un partido político, el suyo.
Así que por más que hayan sido conversaciones privadas, lo que se conoció allí es grave para todos los uruguayos de bien, esos que confían en la Justicia, en la separación de poderes, etc., etc.
Ahora bien, lo que me llamó la atención es que otra vez aparecieron varios ciudadanos (algunos dirigentes y otros quizás solo simpatizantes de su partido) tratando de defender a Iturralde con el argumento que “el Frente Amplio también hizo lo mismo”.
Así, volvimos a escuchar y leer largas listas de hechos de corrupción ocurridos en gobiernos frenteamplistas. Nadie duda que eso existió. Nadie duda que santos no hay en política. La corrupción debe combatirse siempre y venga de donde venga, ¿no es acaso lo que nos dicen siempre? Pero pregunto: ¿este gobierno de coalición multicolor no llegó para hacer las cosas de otra manera?, ¿no llegó para darle a la actividad política más transparencia, cosa que según decían, le faltaba al Frente Amplio?
En fin…Después nos preguntamos por qué elección tras elección aumenta el número de votos en blanco y anulados. Es una señal clara que algo grave está pasando en el sistema político; ¿cuándo será atendida debidamente esa señal?