La creciente nos interpela

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Las cada vez más frecuentes inundaciones del río Uruguay muestran algunos problemas ambientales de las ciudades litoraleñas, entre otras, nuestro Salto.

Salto creció sobre una topografía quebrada con varias cuencas y subcuencas de arroyos y cañadas, mayormente el Ceibal y Sauzal con sus afluentes, más el Laureles y Espinillar (que ya casi no se ven), que finalmente desembocan en el río Uruguay y el Ceibal Grande en el este de la ciudad, que lo hace en el Daymán.

El primer problema visible y, sin dudas, el de mayor drama es el de los inundados, cientos de familias que, ni bien se inunda un poco, son desplazadas. Vecinos que viven en una situación de vulnerabilidad ambiental y social que se agrava por tener que abandonar el lugar de residencia, son trasladados a refugios transitorios o acampan en las cercanías del lugar de residencia para no perder los vínculos sociales y también para cuidar lo que quedó bajo agua. Muchas veces pierden todo y tienen que volver a empezar desde cero.

Aunque hace décadas que se intenta mejorar la situación, las acciones no han logrado los efectos esperados. Seguramente sea consecuencia de múltiples causas, desde la intermitencia de las acciones hasta que los planes han sido unidimensionales, atendiendo solamente la construcción de vivienda y no otros aspectos del hábitat.

Muchas veces, los lugares que se han elegido para realojos están muy lejos del lugar de origen y del trabajo, y eso rompe los vínculos sociales o imposibilita mantener el medio de vida.

En Salto, los más postergados están establecidos en las áreas inundables del río o de los arroyos urbanos, lo que genera un problema de degradación ambiental con una importante concentración de comunidades vulneradas y la consolidación de esas amplias zonas urbanas como áreas de exclusión social. Gran parte de los indignos asentamientos informales, especialmente los de mayor crecimiento en los últimos tiempos, están asociados a suelos degradados y abandonados en las riberas de los arroyos urbanos: Nueva Esperanza en la zona sur; Caballero y su ramificación hacia La Amarilla en la zona este y el Andresito, gigante del extremo este.

Algunas veces se han dejado los espacios vacíos y quienes necesitan de un lugar para vivir y, por su situación, no llegan al mercado formal y no tienen respuesta desde el Estado, los ocupan.

La inundación, además, genera problemas en la movilidad y hay que dar una serie de vueltas más para llegar a destinos habituales. Muchas veces queda una sola alternativa, como por ejemplo entre la zona del centro y Salto Nuevo.

La basura es un problema importante en muchas ciudades y Salto no está ajena. Seguramente incidan algunos déficits de la gestión de la Intendencia y será un aspecto a mejorar; pero, que parecería que es una pequeña parte de la contaminación de los arroyos. No deberían aparecer residuos en los arroyos en ciudades donde hay recolección.

Vemos residuos sólidos flotando o en las orillas: bolsas, botellas de plástico, sillas, cubiertas, etc., y residuos líquidos, de aguas servidas de saneamientos domiciliarios, por vertidos directos o roturas en las redes, pero también de otros orígenes como combustibles, aceites y pinturas, que le dan un color tornasolado a la superficie del agua y otros que no se ven, pero están ahí, lo demuestra el monitoreo de calidad de aguas que desde hace años llevan adelante docentes de la Universidad en el arroyo Ceibal, como microorganismos y metales pesados.

Cuando llueve mucho o nos inundamos, es que empezamos a notar que Salto está llena de cursos de agua que a lo largo del tiempo, en un proceso de domesticación de la naturaleza, fueron alterados y escondidos y, como no se ven, se usan como vías para el transporte de diferentes residuos, sólidos y líquidos, muchas veces fácilmente detectables con la vista y el olfato, pero que los alejamos y terminan contaminando el río.

La creciente demuestra que el vínculo de nuestra sociedad con la naturaleza del lugar no es de los mejores, hace patente estos problemas y nos interpela.

Deben existir muchas razones. Tiene que ver el proceso histórico, la forma en la cual se construyó la ciudad a lo largo de los años, con la cultura ciudadana, las prácticas contemporáneas que llevan adelante sus habitantes.

Creemos que los salteños somos conscientes de la situación y estamos dispuestos a cambiar el comportamiento individual de cada uno de nosotros y también a, proceso planificador mediante, desarrollar políticas integrales que atiendan todas las dimensiones del problema para revertir la situación; invertir recursos para disminuir la vulnerabilidad y cantidad de los inundados.

Será necesario articular las políticas de vivienda, inversión en infraestructura urbana y en espacio público de calidad con inversión en servicios sociales, como educación y salud, pero también en generación de trabajo de calidad.

La Intendencia deberá liderar la coordinación interinstitucional con los Ministerios y demás organismos del Estado, como OSE, UTE y ANTEL, la Universidad de la República, Salto Grande, y las organizaciones sociales, como las de las cooperativas de vivienda, como Fucvam y Fecovi.
Queremos construir caminos para que nuestra sociedad esté en un mejor lugar, con un medio ambiente acorde para mejorar la calidad de vida de todas las personas y por eso les invitamos a ser protagonistas y sumarse a esta corriente política que se compromete fuertemente a trabajar en favor de todos los salteños.

Por eso, los invitamos a ser protagonistas de este proceso que se inicia con las elecciones internas y sumarse a una corriente política que se compromete fuertemente a trabajar a favor de todos los salteños.

El 30 de junio, es el primer compromiso, para ese largo camino.

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