La UNASEV insiste en ajustar e intensificar la educación vial en los centros de estudios, fundamentalmente escuelas y liceos.
Admite que algo se está haciendo, aunque todavía no en forma ordenada y metódica, lo que impide también que se puedan evaluar sus resultados debidamente, sostiene.
Nadie puede discutir que la educación vial es un aspecto esencial en esto y lo que se está haciendo en estos momentos es poco, casi nada.
Se trata más que nada de esfuerzos aislados, de alguna que otra institución que dejan mucho que desear en materia de coordinación.
Seguramente estamos muy lejos de alcanzar el nivel deseable en esta materia.
Más allá de esto, es importante saber que la educación, con ser una herramienta imprescindible en el tema no es de ninguna manera el «elixir» que nos evitará la pandemia a nivel mundial que representa el tránsito.
La educación vial no es más que un aspecto de la educación general.
Si jóvenes y adultos tuviéramos una educación que nos llevara a manejarnos con la debida prudencia y responsabilidad en la vida y por ende en el tránsito, seguramente la cantidad y gravedad de los accidentes sería muy diferente.
Aún aquellos países que tienen educación y sanciones muy severas en el tema, enfrentan este problema que a nivel mundial es el que se lleva más vidas jóvenes.
En definitiva, concordamos en que la educación vial es importante, pero no es todo. Lo esencial aquí es que la educación sea enfocada debidamente para lograr ciudadanos responsables y comprometidos con la vida en todos los órdenes, desde la vida del planeta que habitamos hasta la vida propia y de quienes nos rodean.
Lamentablemente hemos permitido que la irresponsabilidad y la inconciencia nos hay invadido en todos los órdenes de la vida,
Vivimos apresurados, ambicionando o exigiendo incluso cosas de hoy para hoy.
El placer justifica cualquier medio para obtenerlo y el dinero es el «señor» que nos abre todas las puertas.
Lo más probable es que aún debamos chocar con muchos muros y perder probablemente muchas vidas o malograrlas, antes de que ganemos la sensatez suficiente para evitar estas consecuencias y de esto, somos todos responsables.
Lamentable, pero real.