El trabajo mueve cualquier comunidad y la encamina hacia actividades nobles y sanas. Es difícil que un hombre que viva de su trabajo, que se desempeñe correctamente, que reciba una remuneración adecuada a su esfuerzo y responsabilidad, caiga en otras sendas relacionadas al ocio, a la vagancia que indefectiblemente llevan a la denominada «vida fácil».
El trabajo digno, debidamente remunerado es pilar esencial para forjar familias bien constituidas, donde la cultura al trabajo pasa a ser un pilar esencial para todos sus componentes.
La vivienda digna. Esto es, un lugar donde la familia pueda tener suficiente intimidad y condiciones adecuadas de recogimiento, constituye el segundo elemento en importancia en esta temática.
En una comunidad en la que hay trabajo y la gente vive bien, es difícil que se planteen los problemas de seguridad, al menos de la gravedad de los que hoy nos aquejan en nuestro país.
Trabajo y vivienda deben ser los objetivos prioritarios para cualquier comunidad que quiera radicar definitivamente a sus jóvenes en el país, pero además son factores esenciales para la consolidación de la familia, para que los jóvenes puedan pensar en tener un hogar estable y sólido.
El mensaje de Mons Marcelo Mendiharat, de 23 años atrás, bien podría reproducirse hoy, porque aún cuando es justo reconocer que las condiciones del trabajador en el país han mejorado, los problemas de fondo que llevan al empobrecimiento del pueblo, todavía no han tenido una respuesta adecuada.
Nadie puede ofenderse, ni ver en esta denuncia, un cuestionamiento que no sea otro que una autocrítica a la conformación de la sociedad en la que vivimos.
Nadie puede ignorar que la mejor forma de evitar conflictos y aportar a la pacificación del país, es disminuyendo las diferencias entre los pocos que tienen muchos y los muchos que tienen poco, casi nada.
Discutir civilizadamente cuál es la mejor forma de hacerlo, es razonable, ignorarlo y rechazarlo de plano, denigrando a quienes sostienen que esta es una de las principales causas de conflictos, es tonto.
De allí que luego de la reciente celebración del «Día de los Trabajadores», recordemos más que nunca el sabio emblema del escudo departamental, el que reza: «En el trabajo está su porvenir. En la sabiduría y prudencia su destino…»
