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viernes, 31 de enero de 2025
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Salto

El medio siglo de aquella vez…

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Ricardo Lagos, será siempre el «Chancho» Lagos. Con los sobrenombres no se puede. Al fin de cuentas, ellos también son parte de la historia. Porque además en ese equipo de Salto Campeón del Litoral que arrancó jugando en un diciembre de 1971 para terminar en febrero de 1972, los sobrenombres, justamente no faltaban.


Ahí están, parados: Juan José «Coyungo» Bourdín, Rodolfo José «Indio» Dalmao, Miguel Ángel «Caballito» Méndez, Sofildo Pîñeiro, Juan Francisco «Pichirica» Fagúndez y Jorge «Sapo» Texeira. Hincados: Walter «Paisano» Finozzi, José Luis «Carioca» Amaro, Nelson «Negrillo» Hernández, Wáshington Luis «Pata» Izaguirre y Ricardo Erwin «Chancho» Lagos. La Dirección Técnica de Raúl «Gringo» Banfi.ALGUIÉN COMO ÉLEn ese Salto Campeón, a Ricardo Lagos le supo un rol especial. Porque además, fue de esos volantes de ida y vuelta. Generoso en el auxilio, pero distinguido con la pelota. El arte tan simple de levantar la cabeza en pleno transporte de pelota, para ir descubriendo al destinatario.Allá en su Tigre Fútbol Club en el Barrio Cien Manzanas, el «Chancho» fue creando una imagen que determinó la convocatoria del querido «Gringo». A ese equipo se le sumaría también Juan Antonio «Kolilo» Maidana, para fortalecer el medio campo y concederle una de sus aristas más salientes: la personalidad.En la semana que pasó, el «Chancho» Lagos llegó a esta casa de EL PUEBLO. Dejó las fotos con los apuntes, «porque en el mes en que estamos, se cumplen 50 años de este Salto Campeón». Y a Ricardo no le falta razón. 50 años han pasado, mientras la memoria rescata a quienes ya no están entre nosotros, pero que no dejarán nunca de ser partes de una legión inolvidable: «Coyungo», el «Caballito», «Pichirica», el «Negrillo», el «Pata» y Raúl Banfi.EL FUEGO DEL LITORALQuienes hayan sido privilegiados observadores de «aquellos Litorales», coincidirán en que este equipo fue de los más aptos de la historia. Porque además, fue eludiendo oposiciones que significaban un imperio en sí mismo como Artigas, Paysandú y Río Negro, mientras Colonia solía desplegar un fútbol mixturado sabiamente: coraje para jugar y talento creativo.No hay que creer que Soriano era menos, porque además en su Parque Luis Koster metía miedo. Si no ganaban jugando, tiraban  los perros a la cancha, cuando el partido se calentaba y más de una gresca se armaba. Años después, Ramón Rivas debió colgarse del travesaño, por el ataque de una jauría. ¡Eran otros Litorales!.GANARLE A AQUEL PAYSANDÚEn ese Campeonato de 1971-1972, Paysandú se convirtió en el más temible rival, simplemente por el cuadrazo que había montado, liderado por un capitán inolvidable como Héctor «Gaucho» Lanzieri, más tres delanteros para el álbum de la antología: Jorge Arcel, Omar Rey y Jorge Navadián. En el Dickinson, Salto se impuso 2 a 0 y en la segunda rueda, Paysandú se tomó la revancha frente a 10.000 aficionados. El 2 a 0 también. Cuando Salto fue a jugar ese partido,se estimaba que unos 2.500 aficionados «naranjeros» acudieron a la cita de la «Heroica». Casi 800 de ellos lo hicieron en tren. Marea humana en la estación para ir ganando espacios en aquella vía de transporte.Entre tres horas y media y cuatro, para llegar a Paysandú. Pero valía la pena. La mística de aquella justa deportiva, asociada al sentir del hincha. De pasiones colectivas sin más giros, a la indiferencia de los últimos años. Mientras que no han faltado en el tiempo quienes modificando el sistema de disputa y las características de campeonato, han conquistado el absurdo fin de haberlo perdido todo. Los del 71-72, seguro que participan de la misma certeza, si de argumentos o análisis se trata. Y el «Chancho» Lagos de la encendida añoranza….¡seguro también!                                   -ELEAZAR JOSÉ SILVA-

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