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¿Contra la reforma educativa?

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Liliana Castro Automóviles
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«No es buena la ocupación», así titulábamos el sábado una breve nota de opinión publicada en página 3. Sucede que entre tantos temas que actualmente nos preocupan y nos ocupan al momento de escribir, lo referido a la Educación tiene un lugar central. Por lo que significa la Educación en sí, para cualquier sociedad y en cualquier tiempo, y por el momento que está viviendo el Uruguay ahora: en puertas de una reforma educativa.

En el artículo del sábado hablábamos de la ocupación que hubo días pasados, del Instituto de Profesores Artigas (IPA), de algunos Centros Regionales de Profesores (CERP) y hasta de algunos liceos, como el Miranda, de Montevideo. Empecemos por recordar parte de lo que decíamos hace dos días:

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Marcha por la Vida - Viernes 28 de marzo, 19:15hs

«…Cuando el miércoles en la noche autoridades de la Educación solicitaron al Ministerio del Interior (entiéndase Policía) que procediera al desalojo, hubo temor en muchos. Nos referimos no precisamente a temor de quienes estaban allí (que también pudieron haberlo sentido, por supuesto), sino al de quienes estábamos mirando de lejos, por televisión, pero que pensábamos que podría la situación desnaturalizarse y trasnformarse en algo no deseado, en violencia concretamente. Porque sucede que estas no son cosas nuevas. Estos son hechos que ya se han dado muchas veces en el Uruguay y en el mundo. Dos o tres cosas para puntualizar. Nunca nos pareció adecuado ocupar un lugar de trabajo (y también de estudio en este caso) como medida de protesta. Nunca es bueno que solo algunos tomen una medida tan extrema, con la que perjudican a otros muchos que no están de acuerdo con ella. Muchos de los que protestaban y ocupaban esos centros no sabían exactamente qué reclamaban, sino que solo «seguían la corriente». Y muchos de ellos, además, aunque se hagan llamar «estudiantes», hace años que concurren pero no estudian: su mayor preocupación es pintar carteles, muros, hacer paros (y ocupaciones), etc. En definitva, el tema da para escribir mucho más, es muy amplio y tiene muchas aristas. Pero hoy solo queremos enfatizar en que no es buena una ocupación, no es el camino correcto para un reclamo. Esa es nuestra opinión. Salvo que estos estudiantes que ahora ocuparon, mañana nos digan que esta vez fue una excepción y que se consiguió lo que pedían».

Podrán decirnos, como alguien ya nos dijo (especialmente porque hablamos del miedo), que estamos contribuyendo al resurgimiento de épocas oscuras que vivió el país. Nos parece exagerado. Además, debemos decir que no somos precisamente nosotros quienes estamos poniendo sobre la mesa un discurso ya «pasado». Al contrario, nuestras palabras vienen a responder a quienes sí insisten con un discurso más propio de los años 60 y 70 que de ahora, y lo hacen cuando hablan de «represión a los estudiantes», de «derecha conservadora», «derecha rancia», «gobierno opresor», «neoliberalismo despiadado», «gobierno que no permite la libre expresión», «gobierno que coarta la libertad de expresión», «policía que intimida estudiantes», y mucho más.

¿Coartar la libertad de expresión será no permitir que se rayen paredes y muros que son de todos (de los que piensan como los que rayan pero también de los que piensan diferente)? ¿Coartar la libertad de expresión será no permitir que se vandalice con grafittis el frente de la casa del Presidente de la ANEP, Robert Silva, como lo hicieron algunos hace un par de días con leyendas en contra de la reforma y otros mensajes? (ver foto). De ser así, tenemos entonces otro concepto de libertad de expresión: el nuestro también incluye el respeto hacia el que piensa distinto.

A propósito de la reforma, que en definitiva parece ser el disparador de tantos reclamos (aunque suelen mezclarse muchas cosas entre los motivos), hay que entender que siempre una reforma, en cualquier ámbito social, genera cierta resistencia. El asunto es cómo se manifiesta esa resistencia. El camino de las ocupaciones (con las que se atenta contra el derecho de quienes no están de acuerdo con ellas) no nos parece el mejor, y el vandalismo menos.

Ahora bien…¡qué curiosas resultan algunas cosas! Fíjese usted, estimado lector, que miembros de uno de los sindicatos de la Educación ya se habían manifestado en contra de la reforma aún antes de dedicarse a estudiarla. El martes 9 hubo horas de estudio, análisis, discusión…Sin embargo, con anterioridad a ese día, ese sindicato ya había expresado su desacuerdo. Nos hace acordar a aquel cómico que decía. «No sé de qué están hablando pero por las dudas me opongo». En este caso no es «por las dudas», es porque a la reforma la impulsa un gobierno con el que el sindicato no se siente afín. Es clarísimo. Y por si alguien duda, cabe recordar que antes que asumiera el actual gobierno, había sindicatos que ya habían elaborado un plan, o un cronograma, de los paros que llevarían adelante…

Entonces cabe preguntarse: ¿es realmente en contra de la reforma todo lo que se está viviendo estos días, incluso ocupaciones, otro paro mañana martes, etc., etc.? No parece.

Cada día la realidad parece confrmar más que, para que haya una reforma, debe venir alguien y hacerla, como en su momento lo hizo Germán Rama, a quien mucho se le criticó el hecho de consultar poco, pero al que hoy la Educación de este país le debe muchísimo. Allá por 1995, se criticó duramente el sistema de alimentación por bandejas, los centros de tiempo completo, los CERP, ¡hasta a los Caif hubo en su momento quienes se oponían! Hoy nadie duda que fueron avances positivos, solo había que adaptarse a lo nuevo, o adaptar lo nuevo a la medida del Uruguay, tratando siempre de mejorarlo, porque nada es perfecto. Y por supuesto que si se dan cien horas para consultar a docentes y estudiantes, se pedirán mil, y si se dan mil, se pedirá un millón…Y así todo quedaría solo en consultas; hay que actuar.

Si se entreverarán las cosas al momento de protestar por algo, que hasta el tema de las camisetas de Uruguay que se regalarán a los jóvenes que realicen las pruebas PISA entró en el cuestionamiento. ¿Y vamos a ser tan ingenuos de creer que se trata de una protesta solo contra una reforma? No, es una protesta contra un gobierno todo, con el que por supuesto se puede estar en contra (¡bueno sería que a todo se dijera Amén!) pero entonces hay que decirlo. Porque quienes critican los 90 mil dólares invertidos en las camisetas (que a nosotros también nos parece un tanto desmedido), deberían mantener otra coherencia y también criticar los 60 mil dólares que en gobiernos anteriores se destinaba al mismo fin, solo que en vez de camisetas eran auriculares. ¿No lo hacen porque ahora son 30 mil dólares más? No, no lo hacen porque ahora el gobierno es otro, así de simple. ¿Tanto molesta que a los jóvenes que harán el esfuerzo de someterse a esas pruebas, el país les dé un obsequio con valor de 500 pesos a cada uno? Claro, el poder de las palabras es fuerte: no es lo mismo decir 90 mil dólares que decir 500 pesos a cada alumno en una camiseta, pero es lo mismo en este caso.

¿Podremos algún dia desprendernos de los fanatismos político-partidarios para encarar seriamente y con justicia temas como la Educación? Difícil, lamentablemente. Difícil, por ejemplo, mientras quienes critican que la Policía “les habló de forma intimidatoria” a los jóvenes que ocupaban los centros, olviden que la mayor represión en ese sentido se dio en 2015, en sede del Codicen; o que la mayor corrupción docente se dio con las licencias “truchas” de hace pocos años atrás, con las que miles de estudiantes perdieron miles de horas de clases.

Así que por ahora nos queda sobrellevar lo mejor posible esa resistencia (natural, podría decirse), con la esperanza que al fin de cuentas siempre gane la paz, y la buena educación.

Contratapa por: Jorge Pignataro

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