Prof. Dr. Daniel Peluffo. Dpto. de Ciencias Biológicas CENUR Litoral Norte, UdelaR. Mirando esos canales de televisión que (casi siempre) pasan programas sobre la naturaleza, sus enigmas y el comportamiento animal o sobre los planetas, estrellas, agujeros negros y cómo funciona el universo, he notado algunos errores conceptuales del tamaño de la Vía Láctea. Quiero compartir y aclarar o corregir unos pocos de ellos con los lectores, bajo el supuesto de lo que reza el título: que el error se genera en las compañías que se encargan de la traducción de dichos documentales y no en los biólogos, ecólogos, geólogos, astrofísicos y demás científicos que nos comparten sus conocimientos en esos programas. Lamentablemente la señal de televisión no permite ver el programa en su inglés original para corroborar o descartar este «supuesto», pero me resisto a creer que esos expertos en sus respectivas áreas puedan decir tales barbaridades. Primer ejemplo: en un episodio, una pareja de investigadores busca resolver el misterio de los avistamientos de un monstruo en un lago cuyo nombre no recuerdo. Si bien la geografía es diferente, la situación es similar a la del famoso monstruo del Lago Ness en la Ciudad de Inverness, Escocia. Lo importante para nuestro ejemplo es que los investigadores concluyen que el «monstruo» podría ser en verdad un esturión gigante y a continuación dicen (cito de memoria) «los esturiones han poblado la Tierra por unos 65 mil millones de años (65.000.000.000)».
El problema con este dato es que la antigüedad estimada de nuestro universo de acuerdo a la teoría del «big bang» es de unos 13 mil setecientos millones de años (13.700.000.000). ¿Se imaginan a un esturión nadando en una nada infinita por 51 mil trescientos millones de años (51.300.000.000) antes de que se formaran las estrellas y las galaxias? ¡Una barbaridad descomunal por donde se la mire!
Segundo ejemplo: un grupo de arqueólogos está en Egipto buscando la tumba, obeliscos e información sobre un gran Faraón y estadista que fue mujer. Navegando por el rio Nilo, uno de los egiptólogos dice (cito de memoria) «este rio tiene unos 7 mil setecientos millones de años de antigüedad (7.700.000.000)». El problema con este comentario es que la edad de nuestro planeta se estima en unos 4 mil quinientos millones de años (4.500.000.000). De acuerdo con esto, el rio Nilo habría flotado en el espacio por más de 3 mil millones de años a la espera de que se creara el planeta Tierra. ¡Otra barbaridad descomunal!
Tercer ejemplo: un grupo de neurocientíficos investiga las distintas partes del cerebro humano. En un momento, uno de los investigadores mirando a la cámara dice (cito de memoria) «nuestro cerebro tiene 150 millones de neuronas (150.000.000)». No dudo que alguno de quienes traducen estos programas tengan ese número de neuronas (disculpas por el sarcasmo) pero lo cierto es que nuestro cerebro tiene unos 86 mil millones de neuronas (86.000.000.000). En este caso, los «traductores» subestimaron el número de nuestras neuronas en apenas unos 85 mil 850 millones. Para que el lector se haga una idea, el murciélago de la fruta tiene 172.000.000 de neuronas, contando el cerebro y el sistema nervioso completo (es el valor más parecido que encontré a los 150.000.000 que se mencionan en el documental). Como nota al pie, en caso de haber oído mal y que en realidad el investigador haya dicho «150 billones» teniendo en cuenta que en idioma inglés se le dice «billions» a los miles de millones, el número de neuronas, si bien más parecido, todavía sería incorrecto.
Cuarto ejemplo: en un documental sobre estrellas, galaxias, supernovas, cuásares y agujeros negros, una simpática doctora en Física del MIT (Massachusetts Institute of Technology, quizás el instituto de Física más prestigioso del mundo) nos dice (cito de memoria) «todos sabemos que la velocidad de la luz en el vacío es de 300 kms por segundo». En verdad, la luz viaja a una velocidad de 300 mil km/s (300.000) siendo ésta una de las constantes mas famosas de la Física que incluso ha trascendido esta disciplina para entrar en el campo de la sabiduría popular. El quinto y ultimo ejemplo se relaciona con esta constante universal.
Quinto ejemplo: en otro programa referido también a la Tierra, el Sol, la luna y las estrellas se menciona un concepto que nunca deja de sorprendernos y hacernos reflexionar: la luz solar que vemos en todo momento (amanecer y puesta de sol incluidos) no es la actual sino un recuerdo del pasado (muy reciente, pero pasado al fin). El astrofísico en cuestión refuerza este concepto diciendo (cito de memoria) «dado que la distancia entre la Tierra y Sol es de aproximadamente 150 millones de kms (150.000.000), la luz del Sol llega a la tierra unos 28 minutos después de haber sido emitida». En este caso, el error no se encuentra en la distancia Tierra-Sol (149.597.870 kms) sino en el cálculo del tiempo que la luz solar tarda en llegar a la superficie de la Tierra. De hecho, este cálculo requiere una simple regla de tres (sabiendo que la velocidad de la luz en el espacio es de 300.000 kms/s) y da por resultado 498,7 segundos, o sea 8,3 minutos. Por lo tanto, en el momento que vemos el primer rayo de luz al amanecer, dicha luz salió del Sol 8,3 minutos antes, es decir, estamos siendo testigos de un evento del pasado.
Algunas reflexiones sobre lo aquí narrado podrían ser: a) las compañías que se encargan del «doblado al español» podrían contar con un editor/corrector con conocimientos generales de las Ciencias Naturales para evitar estos errores garrafales, los cuales, en el mejor de los casos desinforman o confunden al televidente (e irritan a quienes conocen los verdaderos números); b) no debería interpretarse que el desconocimiento o el error en estos casos viene siempre por el «lado hispano»; de hecho, en mis clases de Biofísica para estudiantes universitarios muestro por lo menos un ejemplo de un libro de textos en inglés que contiene serios errores conceptuales en termodinámica química. Por último, no es la intención de este artículo el desestimular a que se vean estos u otros documentales o series de ciencias; en general es mucho mas lo positivo y lo que se aprende con estos programas (los de biología marina y los arrecifes de coral son mis preferidos). Sólo se trata de procesar la información con un sentido crítico y no absorber todo indiscriminadamente. (*) Las opiniones y conceptos aquí expresados son entera responsabilidad del autor y no involucran al CENUR o a la Universidad de la República.
