Zeneida Celaya era una de las estrellas de la televisión local. Su programa era enseñar recetas de cocina. Para ello ella se inventaba las recetas, o les pedía a sus invitados que le obsequiaran una receta o a la teleaudiencia. Se divertía mucho con los políticos, y a ellos les pedía…
-Ustedes, que muchas veces hacen harina a los demás, sanamente, no se ofendan, sanamente, cuando van a las elecciones, digo, o no es así?
Cuando alguno se ruborizaba, le decía…
-No todos son iguales, pero usted sabe que mucho amasan una fortuna, y de ese plato no nos dan una receta…
Si alguno se sentía mal por sus dichos, Zeneida enseguida le decía…
-No me va a negar que entre ustedes hay muchos confiteros, ¿no están siempre con las masas?
Pero Zeneida, era así con todos, con los intelectuales, los deportistas, los actores, los economistas, los productores, los granjeros. Y las veces que hacía sola el programa, sin invitados, hablaba de las bondades de los platos que presentaba. Los económicos que eran, entraban en todas las dietas, y hasta había platos que cuantos más lo comían, más adelgazaban, pero de ese plato, rara vez Zeneida daba la receta, se limitaba a nombrar los ingredientes y el tiempo de cocción, nada más…
Constantemente sus televidentes eran testigos de nuevas creaciones culinarias. Platos sabrosos, de gran inventiva, e incluso, excitantes, haciendo que pareciera una tarea sencilla. Ella creaba en la práctica una receta innovadora. Claro, había críticos de su programa que decían que ella no inventaba nada, que le lavaba la cara a viejas recetas de las abuelas, y cuando mucho le agregaba un condimento más o un elemento más, y que solamente hacía variar el sabor con algún producto de ahora, que antes no se conocía…
-Si fuera tan amable, enséñeme a preparar ravioles italianos, para llenar al ogro de mi marido que no lo conformo con verduritas ni con viandas de rotiserías…le escribió alguien por WhatsApp.
-Los ravioles no son de origen italiano, te aclaro, pero igual te enseño. La pasta rellena se inventó en China – los ravioles originales – en forma de “wantan”, – una masa de trigo que envuelve una mezcla de ingredientes. Los arqueólogos los han encontrado en ejemplares del siglo IX. Mira, lo contento que estaría Popeye al enterarse que los primeros ravioles o raviolis, fueron de espinaca y leche cuajada…-dijo jocosamente la experta.
-Zeneida repite la receta de hígado al crochet…Porque la verdad que estoy aburrida del hígado a la tela, además es tela oscura, sin brillo, no es estampada para nada….-Siguiendo con su tonito burlón.
-Yo solo te pido la de las tortas fritas con arándanos y nuez moscada…-Se escuchó una voz en off.
-Y yo solo quiero una receta, crisis mundial, para mandarle a mi hijo que está en España y que pasa más hambre que un faquir…
-Me encantó el kiwi a la bolognesa, y el licor de pitangas que me enseñaste a preparar…
-Yo me quedo con el Mburucuyá a la vinagreta, que cosa más exquisita…
-A mí me encantó las patitas de pescados con arroz relleno….- A mí el sushi a la pomarola…
-Y el asado de bacalao?, no tiene precio!!!
Las voces se sucedían, los comentarios también, y la cara de Zeneida iba de poema en poema, con gestos que ni la propia Mirtha Legrand en sus años dorados pudo alcanzar jamás. Como todos los días, Zeneida, al final de su programa dejaba la comida nutritiva. Hoy toca fortalecer los riñones decía y recomendaba, pollo, pescado, carne, huevos y lácteos de postre. Hay que comer correctamente para evitar enfermedades en los riñones, y tomar mucha agua, con limón, con laurel hervido, y no olvidarse de las frutas, sandía, melón, manzana y mucho arándano….
Pero la dieta más requerida en las mujeres era la de bajar de peso. Zeneida, daba muchas recetas para bajar de peso, pero nunca dejaba pasar la ocasión para bromear…”para bajar de peso solo basta con vivir en Uruguay. Uno se acostumbra a comer poco, porque los días parece que tienen más de 24 horas, y más cuando se aproxima el fin de mes…, la del salario es la mejor receta”
Hablando en serio chicas, para bajar la panza, esa que tanto nos inquieta cuando estamos frente al espejo o cuando queremos subir el cierre hay que comer muchas verduras de hojas verdes, tortillas de verdura, darle al huevo como decía Tita Merello, mucho queso fresco, y mucho té de yuyo con miel en lugar de azúcar…
En una ocasión Zeneida le dijo a un entrevistado, un catedrático capitalino, que debía de evitar el vinagre, porque se le notaba demasiado en la cara…
A un Alcalde le dijo que la ciudad estaba picada de viruela, porque estaba llena de pozos…
Zeneida filosofaba, bromeaba, historiaba, todo era bueno a la hora de sus recetas en la tele local. En uno de los últimos programas, con un pico inmenso de rating, estaba dando la receta de un guiso de arroz con durazno y uva, cuando cayó un rayo y el canal se cortó, era un viernes y había que esperar al próximo lunes para saber cómo se completaba la receta, los ingredientes y como se iban incluyendo en una gran olla, marca Grillo.
Nadie olvidará jamás aquella transmisión en directo en que se reunieron varios cocineros de la región, chefs internacionales. Estaban haciendo un tuco gigante y que en lugar de orégano unos de los de delantal blanco metió maruja picada que tenía para un porro de postre. ‘Ah maconia!, dijo un brasileiro, hierba dijo un español, cannabis, un latino, cáñamo dijo uno de la Colonia 18, “la vieja y querida mari juana”, gritó un nacido por aquí cerca.
Nadie sabe cómo empezó a sonar una plena bailable, los cocineros que habían probado el tuco se mostraron eufóricos y Zeneida sacó su mejor versión de Shakira y cantó al compás de una inmensa copa de vino tannat, Medalla de Oro, de la mejor bodega del país, que estaba solo para ser exhibido, no para ser bebido, puesto que su valor en dólar era más alto que el de Darwin Núñez…
El programa al aire libre llegó a su fin mientras se oía la voz de Zeneida…
-Destapen el Cabernet!!!