El Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) acaba de anunciar que suspendería una buena cantidad de asignaciones familiares.
Concretamente, serían unas 10.791 asignaciones familiares; de ellas, el 52,7% está en Montevideo. Le siguen Canelones y Salto como los departamentos en que hubo más “cortes” (suspensiones).

En Salto, fueron suspendidas unas 536 asignaciones. La información en casi todos los medios del país, también en EL PUEBLO la semana pasada, decía que:
Luego de que algunas familias regularizaran su situación, el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) suspendió finalmente 10.791 asignaciones familiares. Más de la mitad de ellas, el 52,7%, corresponde a niños y jóvenes que viven en Montevideo.
La suspensión se da porque estos menores no están asistiendo a escuela, liceo, ni UTU. Al principio el Mides había informado que se trataba de 11.500 menores.
La ley marca que deben estar cursando en un centro educativo para recibir la prestación y también hay un decreto del expresidente Tabaré Vázquez, del año 2015, que advierte que esto debe ser así.
“Es la segunda vez durante el gobierno de Luis Lacalle Pou que se corta la prestación, pues la medida no fue aplicada durante los meses más duros de la pandemia.
El corte, según marca el decreto de Vázquez, se hace dos veces por año: en agosto y en diciembre”, se decía desde las páginas de El País.
El ministro de Desarrollo Social, Martín Lema, dijo en el
Parlamento días atrás que había tomado la decisión política de realizar la suspensión de asignaciones, “como marca la norma”.
En tanto la vicepresidente Beatriz Argimón expresó su preocupación por esta medida.
Incluso Argimón se reunió con el presidente del Banco de Previsión Social (BPS), Alfredo Cabrera, y el de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, para interiorizarse sobre el tema.
Es bueno dejar en claro que es el BPS quien lleva adelante el corte, luego que así se lo pide el Mides, y la ANEP es la que proporciona la lista de niños y jóvenes que no están yendo a estudiar.
Lo cierto es que hace unos días, se dio esta suspensión (masiva, podríamos decir) de asignaciones familiares producto de la desvinculación al sistema educativo de los niños beneficiarios de la prestación.
Inmediatamente se hicieon escuchar campanas a favor y en contra de la medida.
De un lado, hay quienes entienden que las asignaciones son un derecho en sí y por lo tanto no deberían suspenderse nunca, bajo ninguna circunstancia, aun si el menor no va a estudiar.
En la vereda de enfrente, están quienes entienden que ese derecho implica también deberes, a los que no se puede renunciar.
Y uno de esos deberes es que los niños y jóvenes deben estudiar. Estoy en ese segundo grupo de personas.
Soy de los que piensa que para tener derecho a la asignación, hay una obligación que cumplir.
Pero fíhjese usted, estimado lector, que desde los tiempos de José Pedro Varela la enseñanza es obligatoria en nuestro país.
¿O estamos diciendo algo nuevo? Y no es por el bien de un gobierno de turno, es por el bien de los propios gurises y sus familias.
Entonces no podemos aceptar de ninguna manera, no podemos de ninguna manera naturalizar que haya padres a los que se les antoja que los niños no vayan a la escuela y que eso quede porque sí nomás, sin consecuencias, y que se les siga pagando.
Uno piensa: ¡Pobres gurises!… no estudian y encima los padres reciben un dinero que en el mejor de los casos lo usan para comer, porque todos sabemos (no nos hagamos los distraídos) que hay muchos que los usan para otras cosas, y a veces muy poco santas.
Insisto con el dato: unas 11.500 asignaciones familiares se suspenderían porque se trata de menores de edad que no están yendo a estudiar a ningún centro educativo.
Uno de los sectores políticos que reaccionó enseguida fue uno identificado con el Partido Comunista, que puso el grito en el cielo diciendo que esto solo lo hace “un gobierno multicolor insensible”.
Pregunto: ¿no es ser insensible también dejar que los gurises no estudien sin que alguien “le apriete las clavijas” a los padres? Seguir dando sin pedir a cambio que los niños vayan a estudiar (nada más que eso se pide), ¿no es estar fomentando el pan para hoy y hambre para mañana? Creo que sí.
Y vea usted que es tan lógico lo que se pide, que no es un tema discutible entre partidos políticos siquiera.
Quienes son oposición a este gobierno de Lacalle Pou por sentirse de izquierda, tienen el ejemplo de ese gran hombre de izquierda que fue el Presidente Vázquez, que defendió a capa y espada que los niños y jóvenes tenían que estudiar para que la familia pudiera cobrar la asignación.
Y todos recordamos que en su momento Tabaré Vázquez se enfentó fuertemente con algunos comunistas (por ejemplo la entonces Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi) por este mismo tema.
Ella decía que no había que suspender asignaciones. Y Vázquez fue firme (¡yo lo aplaudo!).
Cuando emitió un decreto, vigente actualmente, que no deja lugar a dudas: para cobrar la asignación los niños deben asistir a la educación formal.
Esto es así desde hace unos 80 años.
Desde que era Presidente el colorado Juan José Amézaga, siempre la idea de las asignaciones fue generar un instrumento para contribuir a la educación de los niños.
Esa es la esencia y esa es la meta fundamental de las asignaciones.
Claro que es un derecho, pero asociado a un deber, enlazado a una obligación: la asistencia de los menores a un centro educativo. Y punto.
¿Cuál es la insensibilidad?
¿Tabaré Vázquez y Lacalle Pou son los insensibles?
No, al contrario, insensible es apoyar que los gurises no estudien y que no pase nada.
Eso sí que no debe permitirse, eso es fomentar la holgazanería, eso es fomentar la ley del mínimo esfuerzo, eso es fomentar la creencia de que las cosas caen del cielo.
O en todo caso, insensible sería no analizar por qué estos muchachos no están yendo.
Y por suerte hemos visto que se está haciendo un seguimiento para tratar de buscarle la vuelta (literalmente, la vuelta a clases) para que se inserten otra vez en la educación y vuelvan a recibir la asignación correspondiente.
Así que, por supuesto que queremos que todos cobren la asignación, pero todos los que hagan el esfuerzo que se les pide, esfuerzo que dicho sea una vez más: es por el bien de ellos mismos, y que no es otra cosa que mandar los menores a estudiar.
Nada más, ni nada menos.