Edición Año XVII N° 894, lunes 30 de diciembre de 2024
INOCENCIA. A pocas horas de la terminación de un nuevo año, entre las festividades tuvimos un 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes, donde suelen jugarse bromas de todo tipo a ver si cae algún inocente que las cree.
En materia periodística, es bravo jugar algún tipo de broma, porque el periodista debe cuidar el más preciado de sus bienes que es con el que trabaja, la credibilidad. Si alguien que se dedica a esta tarea va a hacer algún tipo de broma, más vale que sea solo un 28 de diciembre. Aún recuerdo cuando una destacada radio salteña, allá por el año 1991 o 1992, cuando aún no había televisión por cable ni había llegado internet a las radios, al menos en Salto, hacían básicamente los informativos del mediodía leyendo los diarios, los locales y los de tiraje nacional. Es así que el periodista distraído se quedó con el título de una nota de tapa casi apocalíptica informando, incluso con fotos trucadas, la rotura del caño colector central del saneamiento de toda la ciudad de Montevideo, y el conductor del informativo radial leyó toda la nota con gran efusividad y preocupación, hasta que al final estaba el párrafo, “que la inocencia les valga”. Dicho periodista cayó en la trampa, lo hicieron inocente porque previamente no había leído toda la nota. Ergo, la dirección de dicha radio prohibió que volviese a leerse al aire noticia alguna del diario capitalino La República.
Era la primera vez, desde que se tiene memoria que un medio masivo de comunicación realizaba una publicación de ese estilo, que demostró la inocencia que por aquel entonces teníamos los uruguayos. Esta vez quise hacer una nueva prueba…
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EXPERIMENTO. Este sábado 28 de diciembre publiqué una simple pregunta en todas mis redes, en la que más se interactuó por cierto fue en Facebook seguida por WhatsApp con preguntas y comentarios de todo tipo.
“¿Es cierto?”, solo eso escribí.
A partir de ahí, sobre todo en el sector político, saltó todo tipo de interpretaciones y conjeturas. El resto de la gente, conociendo mi predilección por el periodismo político si bien fue más sutil, tiró alguna idea, pero igualmente mostró preocupación sobre qué sería eso que aparentemente podría ser cierto. Alguno más despierto, que podríamos poner en la clasificación como de extremadamente excepcional por los pocos que fueron, se dieron cuenta que la pregunta no era casual y que podría tener que ver con la fecha, aunque igualmente demostraba algo de inseguridad por no estar del todo seguro. Aparentemente producto de la seriedad y credibilidad que tengo en mi trabajo, la mayoría no podía creer que yo habría intentado hacer algún tipo de broma en el Día de los Inocentes, algo que no puedo dejar de reconocer con bastante orgullo terminó siendo una caricia a mi corazón.
Por supuesto que a la única persona que le respondí por privado que había caído en su inocencia se enojó y todavía sigue sin hablarme. Gajes del oficio, supongo. Tampoco debía esperar que me felicitara por lo que había hecho.
Por cierto que al término del día colgué un cartelito: “¿Es cierto? Sí, lo era. Feliz Día de los Inocentes”. Solo una persona se rio.
Conclusión de mi experimento social. Al menos quienes me siguen en mis redes sociales son mayoritariamente inocentes y de mal humor. En lo que refiere a mi credibilidad, pude comprobar que pasado un año electoral por demás intenso, sigue intacta. Gracias!
Hasta la semana que viene y feliz año nuevo para todos, esta vez, con té de boldo, no de tilo. Usted me entiende…