Edición Año XVII N° 893, lunes 23 de diciembre de 2024
NUEVAMENTE. Un nuevo año que culmina, aunque todavía restan ocho días para hacer más cosas, pero todo hace pensar que ya se echó el resto de esa carrera de cien metros y solo estamos esperando a que producto de la inercia, crucemos la línea de meta.
Se habla que llegan tiempos de introspección y de balances, ¿hicimos todo lo que previmos hacer este año? ¿Pudimos resolver satisfactoriamente los imponderables que siempre aparecen? ¿Surgieron nuevos desafíos que decidimos enfrentar el año que comienza? ¿Qué hicimos bien y qué mal? ¿Qué lecciones nos dejó el 2024? ¿Hemos aprendido de nuestros errores o estamos dispuestos a volver a cometerlos?
Usted me dirá, ¿y en qué momento te ponés a pensar en todas esas cosas? ¿Justo ahora? En realidad, no debería existir un tiempo específico en el que nos detengamos para hacer un balance de la vida que hemos llevado sino que debería ser una especie de análisis interior diario o al menos, lo más permanente que se pueda. Si se quiere, podemos interpretarlo como una forma de tratar de mantener el control de nuestra vida.
Pero llegan estas fechas y como que todos decimos lo mismo, llegó el tiempo de pasar raya y ver los haberes y los debes que nos dejó el día a día en esta contabilidad casi diaria de aciertos y errores. Así que nuevamente decimos, es tiempo de balances, aunque no exista ninguna ley natural que nos obligue a ello, salvo el sentido común de saber si vamos bien.
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POSIBLEMENTE. Es posible que a muchos de nosotros nos haya ido bien en este año que lentamente llega a su fin, pero no dejamos de tener una esperanza casi ciega de un deseo supremo de que el 2025 sea un año mejor del que dejamos.
Y está bien que así sea, no porque queramos acaparar todo sino porque está dentro de nuestra naturaleza buscar la superación y seguir creciendo como seres humanos, tratando de ser cada día mejor persona. Esto no viene con las cosas materiales, viene más por el lado de los sentimientos y de nuestra tranquilidad de espíritu, va por el mismo camino de valores y de principios que hemos heredado de nuestros padres como mayor legado que podían darnos, sobre todo a quienes ya no los tenemos.
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RECUERDOS. Este suele ser un tiempo de profundas alegrías y tristezas. Alegría por los reencuentros en la familia y en aquellas amistades que siempre estarán. Tristezas por los que se fueron y ya no estarán junto a nosotros, al menos físicamente al momento de brindar en esta nueva navidad o para recibir al año nuevo la próxima semana.
Pero aún nos quedan esos hermosos recuerdos de vivencias tenidas y en los que uno llega a viajar mentalmente en el tiempo, sacándonos una sonrisa sincera o una cálida lágrima perdida pero que mantienen vivos en nuestros corazones esos lindos recuerdos que siempre estarán con nosotros.
Hasta la semana que viene y feliz navidad para todos, esta vez, con té de boldo, no de tilo. Usted me entiende…