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domingo, febrero 23, 2025
Columnas De Opinión

Apuntes en borrador

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HATERS. Solemos jactamos que a nivel internacional se ve a nuestro país como uno de los más democráticos de la región y que se encuentra muy bien ranqueado junto a países del primer mundo. Eso nos llena el pecho de orgullo, sin duda, más para la gente de mi generación, que vivimos nuestra niñez y parte de nuestra juventud en dictadura, lo que te permite valorizar las libertades y los derechos humanos con una sensibilidad especial.

Eso tampoco nos hace mejores personas, pero al menos nos suma una experiencia de vida que nos permite comparar de dónde venimos para saber a dónde no debemos volver.

Pero el novel fenómeno que nos trajo este siglo, las redes sociales, han permitido potenciar desde bondadosos actos por el prójimo como también los más bajos instintos, mostrando en ambos casos nuestra naturaleza humana tal como es. Y lo que puede verse es que la intolerancia y el odio campean libremente y se multiplican en las opiniones, porque ahora todos opinan de todo, porque de todo saben. Es fantástico y preocupante.

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Se va detrás del relato y del pensamiento único, como primaba en los estados totalitarios de los tiempos de la guerra fría. Hoy el «Gran Hermano» de Orwell fue superado por los «haters» («odiadores», traducción literal, denominando así «a los usuarios de las redes que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, a una obra, a un producto o a un concepto determinado, a causas poco racionales o tan solo por el acto de difamar» (Fuente: Wikipedia), como nueva forma de control social.

Aparentemente no se puede opinar distinto, no se tolera que uno no vaya junto al rebaño porque enseguida aparecen los haters que buscan tu conversión, y si no, te apartan. Algo así viene pasando permanentemente, se ve en las redes sociales, de un lado y del otro, y lo que le viene pasando al periodista Aldo Silva por haber dado su opinión sobre la actitud del Presidente Lacalle en la pandemia, más allá que se comparta o no, nadie puede dudar que tiene todo el derecho a decir lo que piensa. Debió salir en las últimas horas la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) a denunciar lo que viene pasando.


APU «expresa su enorme preocupación por la creciente escalada de ataques a la libertad de expresión y de agravios contra los trabajadores de los medios de comunicación a la que estamos asistiendo. La situación en la que se ha visto involucrado en las últimas horas el periodista Aldo Silva, socio de nuestro sindicato, marca el nivel de desprecio hacia la profesión que se refleja en algunos colectivos políticos y anónimos, que se ocultan en las redes sociales. El odio hacia la opinión discordante se ha expresado en toda clase de agravios y amenazas, alguna de ellas formulada por algún legislador/a, y ha llegado al inaceptable extremo de exigir el despido del colega» (…)

«El denominador común de esta lamentable realidad a la que estamos asistiendo es el agravio, la amenaza, la atribución de intenciones y la descalificación, en muchos casos amparados en el cobarde anonimato que otorgan las redes sociales. Lamentablemente algunos actores políticos e incluso algún medio de comunicación han formado parte de la claque que ante la menor discordancia de opinión promueve el escarnio y el descrédito contra los trabajadores de la comunicación, llegando al extremo de atentar contra su fuente laboral».

Hasta acá parte de un extenso comunicado donde se dicen algunas cosas parecidas a las que estamos viendo por estos días también en Salto. Si bien hay que tomarlo como de quien viene, no deja de preocupar ese grado de intolerancia que trata de imponerse.

Hasta la semana que viene…

Por: Leonardo Silva

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