La pandemia ha obligado a millones de niños, adolescentes, jóvenes, docentes, administrativos y familias, a resolver problemas, a ser originales, a colaborar y aumentar la velocidad de respuesta ante un cambio abrupto de escenario, a reflexionar sobre otra manera posible de educar.
La crisis está dando oportunidades de buscar soluciones alternativas, de juntar recursos dispersos, de conectar plataformas disponibles, de generar comunidades de práctica donde se adaptan ideas y se comparte con velocidad vertiginosa aquello que funciona y aquello que no. Una incógnita a plantear es si este empujón forzado nos dará la chance de desarrollar opciones educativas que transformen los centros educativos, que acompañen el nuevo escenario planteado.
Estamos en un proceso que nos ha dejado grandes enseñanzas y aprendizajes, que los centros educativos, como el mundo, van a abrazar de diferentes maneras. Con una mirada realista habrá que repensar la formación docente y la forma de enseñar.
En esta pandemia, nuestros alumnos han desarrollo aún más su autonomía, sus hábitos de estudio se han tornado más independientes, han tenido que aprender a autogestionarse, vuelven con otras habilidades desarrolladas. El uso de nuevas plataformas, programas y Apps, sin dudas los han enriquecido. Han pasado de un uso de las TICs en aula limitado, a un manejo de redes con la comunidad educativa.

Ha sido una experiencia enriquecedora seguir aprendiendo a cerca de las tecnologías que tenemos a la mano. Estos meses de virtualidad nos han permitido prepararnos para un entorno cada vez más digital y fortalecer la estructura tecnológica de los centros educativos que seguiremos implementando en la vuelta a la presencialidad.
La educación en tiempos de pandemia nos mostró la necesidad de incorporar de diversas formas la tecnología en los sistemas educativos, hizo más visibles las brechas de acceso a conectividad y dispositivos de los estudiantes en condiciones más vulnerables. Mostró la necesidad de capacitar a los docentes para sacar el máximo provecho de estas herramientas. El uso de la tecnología estará presente en la educación con y sin presencialidad.
Las alianzas con padres de familia fueron fundamentales para poder continuar con la educación en el hogar. Los padres se han visto más involucrados en la enseñanza de sus hijos, nos deja una lección a ambas partes, continuar con esta alianza después de la pandemia es fundamental para sostener la continuidad educativa ante futuras posibles amenazas al sistema como la que hemos vivido.
La pandemia nos ha hecho notar la importancia de la salud emocional. Es momento de hablar de la misma en relación al bienestar de alumnos, docentes y personal no académico. Es un tema que debería permanecer más allá de la pandemia y poder trabajarla en relación a la educación.
La Covid-19 ha sacudido el mundo, nos ha dejado lecciones que habremos de analizar y ver que necesitamos cambiar a partir de ahora. Es tiempo de invertir en educación, con todo lo que hemos aprendido, de forma de poder estar preparados si se presenta una nueva interrupción de la presencialidad en el futuro o mantener un verdadero Campus virtual como alternativo al presencial para algunas instancias, o semipresencialidad para algunas ocasiones.
El aprendizaje híbrido ha venido para quedarse. Permanecerá la enseñanza con plataformas asincrónicas y síncronas con material de producción docente. Hemos comprendido en esta pandemia que las herramientas digitales son complementos y nos permiten continuar con el derecho a la educación. Apostemos a que el final de la pandemia sea también un nuevo comienzo.
