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jueves, septiembre 11, 2025

“Para mí, el bailar es algo sublime”

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Con Gonzalo Sebastián Antúnez Figueroa

Soy jovenOtro joven talento salteño –  que a sus 23 años, se ha perfilado con el tiempo –  en un destacado bailarín que pondera a sus docentes.

Hoy ha logrado concretar uno de sus grandes sueños, entrando a la Escuela Nacional de Danzas del SODRE.

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Sus aspiraciones a futuro son primero que nada recibirse y luego buscar oportunidades de trabajo en  compañías nacionales como es el caso del Ballet Nacional del Sodre, o en compañías extranjeras.

 – ¿Cuál fue el móvil que lo llevó a inmiscuirse en el mundo del arte en movimiento?

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– “Fue gracias a mi madre que comencé en el mundo de la danza, recuerdo como si fuera ayer mi primera clase en la Escuela de Danzas Ibirapitá; mamá me llevó al local de AEBU en calle Brasil.

Tenía 8 años en ese momento.

Tengo la suerte de tener una madre que me hizo explorar las artes de diferentes formas, ya que también me inscribió en el Conservatorio municipal donde tuve grandes maestros como Alberto Chiriff y Beatriz Volpi, y en la escuela Hiram donde estudié dibujo.

Pero le agradezco eternamente por haberme llevado ese día para tener clases con Eduardo”.

Fue a la Escuela No.111 cuando todavía compartía edificio con la Escuela No 5.

 Más tarde, sus estudios secundarios los llevó a cabo en el Liceo Nº2 Antonio M. Grompone.

A  los 15 años –  y por sugerencia del Prof. Eduardo Piñeiro –  comenzó a tomar clases con la profesora “Yiya” Migliaro.

“Tres veces por semana tenía clases en la casa de ella en zona Este, y sin darme cuenta todo ese año me enseñó con la finalidad de que ingresara a la escuela nacional del Sodre, pero por razones económicas y logísticas no lo pude hacer ya que requería que toda mi familia se mudara a Montevideo. Posteriormente tuve la oportunidad de tomar clases con dos muy buenas profesoras como es el caso de Romanella Balbuena y Carolla Repetto, ambas me enseñaron la técnica del ballet pero también me inculcaron mas de la disciplina necesaria y me dieron ánimo cuando las cosas no salían bien” – recordó.

Eduardo Piñeiro siempre se preocupó que su alumnado tuviera la mayor información posible en cuanto a la técnica e historia de la danza.

“En esos talleres y simposios ya que eso nos ampliaba nuestro criterio y conocimiento”.

 – ¿Qué facultades y capacidades debe poseer un buen bailarín?

 – “En cuanto a las facultades y capacidades que debe tener un bailarín, todo depende de cuan lejos uno quiera llegar en el mundo de la danza.

Las capacidades para el folclore no son las mismas que para el ballet por ejemplo, pero si hay algunas cosas en común.

Algo que es imperativo tener es constancia y disciplina: constancia porque son pocas las veces cuando un paso, una danza o coreografía sale bien de una, y disciplina, porque algo que no muchos entienden es que uno se perfecciona haciendo los ejercicios básicos todos los días para que cada vez salgan mejor.

Eduardo siempre fue más que un profesor, lo vi y lo sigo viendo como un ejemplo a seguir, como un mentor.

Es alguien que se involucra con cada alumno.

Tanto él como su esposa Teresita, se preocupan por cosas como si fueran nuestros propios padres”.

En 2010, luego del accidente de Piñeiro todos continuaron con las clases y montaron un festival anual en homenaje a él.

“Tuve la oportunidad de asistir y ayudar en el armado y montaje del festival junto con otras personas… esa enorme responsabilidad cayó en manos de Cecilia Lanzieri, alguien que Eduardo venía preparando desde la niñez-y en mi opinión –  la única capacitada para hacerlo-, y en ese momento el gaucho de Cecilia era yo” – señaló Gonzalo.

VOCACIÓN POR LA DOCENCIA

Dentro de las tareas compartidas, le tocaba a Gonzalo dar algunas clases, a jóvenes y adultos mayores.

“Hacia el final del año dentro de los adultos mayores varias personas me dijeron que mi vocación era enseñar… realmente lo tomé en serio ya que varias de ellas eran docentes en función o ya retirados.

Honestamente esos comentarios me dejaron confundido ya que tenia planes nada que ver con la enseñanza de la danza para mi futuro.

Varias noches tuvimos largas charlas con mi madre analizando cada posible decisión en cuanto a mi futuro curricular, y poco a poco fuimos buscando información sobre la Escuela Nacional de Danza-División Folclore, ya que la idea era venir a profesionalizarme en folclore.

Tomada la decisión,  me mudé a Montevideo, me inscribí y di una prueba de admisión, siempre para la división folclore.

La escuela posee una división ballet y división folclore que funcionan en el mismo edificio.

Fue un sueño hecho realidad.

El entrar a estudiar danza clásica cambió varios aspectos de mi vida, no solamente mis horarios, sino mi rutina de entrenamiento, mi dieta y mis compañeros.

Para mí, el bailar es algo sublime… Eduardo nos enseñó a dar lo mejor de cada uno cuando estamos en el escenario pero lo principal es disfrutarlo.

Cada vez que bailo me siento como si estuviéramos solos con mi compañera o con el grupo disfrutando de la música y dejando fluir la coreografía”.

¡Soy Joven! – “Me conduce a pensar que he sido afortunado desde pequeño en tener personas alrededor que siempre me apoyaron, que me marcaron el camino y me ayudaron al momento de tomar decisiones importantes”.

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