2002. El comienzo de siglo fue bastante complicado para el mundo. Comenzó a despedirse el siglo pasado con algún estertor que sacudió profundos cimientos de la economía mundial, como con la crisis económica mexicana que exigió a salvatajes a varias bandas que trataron de volver a equilibrar la economía mundial.
Hasta ese momento no habíamos tomado conciencia de los posibles efectos negativos que podía ocasionar la globalización y la interconectividad de la economía mundial. Pero la verdad fue que en 1994 México hizo vibrar incluso las estructuras de economías centenarias del primer mundo.
Cinco años más tarde, algunas estructuras que quedaron sensibles a la debacle azteca derivaron en una tremenda devaluación de la moneda en Brasil, lo que dos años más tarde derivó en una corrida bancaria debido a las medidas expropiatorias de los ahorros de los argentinos que de manera irresponsable adoptó el entonces gobierno de Fernando de la Rúa con un ministro de Economía rescatado de los 90 menemistas que provocó al poco tiempo, efecto contagio, a la crisis financiera en nuestro país en 2002.
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DOMINÓ. Seguramente los economistas serios no practican juegos de mesa, como el dominó, ¿será posible que por eso no se dieron cuenta lo que estaba pasando en el continente? Las economías de los países fueron cayendo de manera similar al provocado por el efecto de las fichas de dominó cuando se las para una al lado de la otra y luego tan solo una brisa puede hacer caer la primera que termina haciendo caer el resto.
México, Brasil y Argentina eran las fichas que nos precedían, y las fuimos viendo caer absortos sin hacer nada. Paralelamente tuvimos un ministro de Economía que debió renunciar cuando un mes antes de la debacle del 2002 liberó la línea de flotación del precio del dólar, lo que sumado a la crisis financiera terminó formando la tormenta perfecta. Moraleja: los economistas deberían divertirse un poco más y jugar dominó.
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CINE. Veinte años pasaron de aquel inicio caótico de siglo, que arrancó un par de años antes para los uruguayos con el ingreso de la aftosa a nuestro país. ¿Cómo no ver luego películas de cine catástrofe que muestran las distintas formas en que vamos destruyendo al planeta? Era la única forma de pasar al menos dos horas encerrados en el cine para abstraernos de la realidad y distraernos un rato.
Parece chiste, pero justo en torno al 2000 las películas de cine catástrofe pulularon. Cuando creemos que alguna profecía religiosa, cuestiones climáticas (como el calentamiento global) o la caída de un meteorito puede destruirnos, los guionistas se olvidaron de incluir a la economía, que puede salvarte o hundirte, según el momento. En los 2000 el guion se escribía solo.
Hasta la semana que viene…