Por Alberto Rodríguez Díaz

Siempre tuvimos clara nuestra función

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Por estos días, observamos cómo se vuelve a polemizar y gastar energías en hechos que a la gran mayoría de los uruguayos les resultan indiferentes. Cuando se difunden cifras y estadísticas intentando demostrar que las cosas se están haciendo bien y que las tasas de delito están disminuyendo, mientras que la preocupación principal de los uruguayos se dirige en otra dirección, nos preguntamos: ¿será posible esperar que algún día la situación sea diferente?

Un asesinato más o menos parece carecer de importancia. No merece ser investigado más allá de determinar si la víctima estaba involucrada en actividades ilegales, y luego todo sigue igual. El trabajo de quienes investigan no puede limitarse a esto, porque lo pagaremos muy caro. Si no cerramos filas contra el narcotráfico y la corrupción, tarde o temprano lamentaremos las consecuencias.

No sirve de nada que alguien justifique sus acciones argumentando que siempre se han llevado a cabo de esa manera y preguntándose por qué no podrían hacerse ahora. Esto es lo que debemos entender: si algo se hizo anteriormente, se hizo de manera irregular, violando la ley, y eso no justifica en absoluto repetirlo ahora. Siempre ha sido incorrecto, es un delito y, por lo tanto, debe ser investigado y aclarado.

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Todos somos conscientes, y cuando digo todos, asumo la responsabilidad de mis palabras, de que existen filtraciones tanto desde la policía como desde el Poder Judicial. No estamos cuestionando a los medios que logran influenciar a estas instituciones, sino a las instituciones y autoridades mismas que lo permiten.

Es importante entender que lo que está mal no es la filtración en sí misma, sino el hecho de infringir la ley y cometer un delito. Ningún periodista, y son pocos en el país, deja de esforzarse por obtener más información de la que se conoce, y el público lo sabe y lo valora, porque así nos han enseñado. No podemos olvidar que la versión oficial es solo una de las partes interesadas en el tema.

Es un hecho conocido que el periodista, al ser la parte más vulnerable en estos casos, paga las consecuencias de su valentía al sacar a la luz estos casos, incluso con su propio empleo o posición. Todos somos testigos de ejemplos de esto. Siempre que nos hemos enfrentado a la corriente, hemos pagado por nuestra valentía, porque tarde o temprano el régimen corrupto castiga la audacia.

Pero por favor, reconozcamos nuestros defectos. Investigemos estos casos y evitemos señalar que “como siempre” se han llevado a cabo, ya que yo también soy culpable de esto.

Alberto Rodríguez Díaz

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