Hoy por: Jorge Pignataro
Rubén Rudismar Godoy, de profesión carnicero y relator
Auriculares y micrófono en mano, o delantal blanco y cuchillo. Ambas caracterizaciones vienen bien con el protagonista de hoy en nuestra sección Al Dorso. Quien ingrese al supermercado San José podrá inmediatamente notar su voz, privilegiada por su tono y potencia, siempre partícipe de conversaciones, bromas, en definitiva: de la comunicación cotidiana. Relator de fútbol y carnicero, en ambas actividades con una amplia trayectoria: es Rubén Rudismar Godoy, el carnicero-relator, nacido en Salto el 16 de abril de 1963.

Como otros tantos relatores deportivos, ¿entró a ese mundo primero como jugador?
Sí. La inclinación por el fútbol empezó en Peñarol, en el Baby. Después fui a jugar al Daymán Liga Agraria hasta que Don Bruzzone me trajo a jugar a Sudamérica. Me dijo: vos sos de acá y vas a jugar en la IASA. Después de jugar dos años en las inferiores el «Nito» Aguilera me llevó al primero y estuve varios años. Tuve un pasaje por Almagro cuando dirigía el «Pichu» Vargas. Y fui a Universitario dos años, con Mandarín, hasta que una lesión en la rodilla me impidió seguir jugando. Ah…y no quiero olvidarme que jugué en El Tanque cuando estaba en la Liga Unión Comercial, fuimos vice campeones de esa liga, un cuadro muy interesante, jugábamos los domingos de mañana, muy linda experiencia.
¿Y la inclinación por la radio?
Como te decía, la lesión me impidió seguir jugando, me gustaba escuchar fútbol en la radio y dije: yo quiero relatar. El «Quique» Panizza me dio la posibilidad, gracias al «Bomba» Echeverría, quien me presentó. Integraba un grupo de jóvenes que en la capilla organizábamos festivales, además de participar con números o baile era el presentador de los números, el micrófono ya pasaba por mis manos, era un grupo de 15, 20, 25 jóvenes entre 19, 20, 25 años. La pasábamos genial. Una cosa que me queda también de esa época de la juventud es que fui custodio del Papa cuando estuvo en Salto, ese momento no se me borra nunca más.
¿Se acuerda de su primer relato en una radio?
La primera vez que relaté fue en cancha de Ferro, fueron dos partidos de la B: San Eugenio – Cerro y el otro Libertad – Peñarol. El equipo completo de primera, de la radio, estaba cubriendo partidos de la selección de Salto, entonces no quedaba relator para acá, me dieron la posibilidad y creo no haberla desaprovechado.
¿Cuál ha sido su trayectoria en radio, a qué compañeros destacaría, etc.?
Estuve muchos años en Radio Cultural, donde compartí con gente maravillosa como era el «Bomba» Echeverría, el mejor publicista que conocí. También compañeros como José Roque Alfieri, también trabajé mucho tiempo con el «Tito» Nieves de comentarista, un ser maravilloso, estuvimos en Radio Turística y un par de años en Radio Arapey. En esta última compartí con Juan Román, un genio, un amigo, te hacía la publicidad a 100 por hora. Por último estuve en Radio Tabaré, donde compartí los comentarios del «Chito» Silva, el poeta del fútbol como le digo yo. Y muchos colegas, amigos, con los que compartimos momentos maravillosos, sobre todo en los viajes es bueno relacionarse bien con los colegas. Me llevo muy bien con todos, también con Enrique Hugo Olaizola hicimos la campaña de Salto Fútbol Club; muchos viajes, una experiencia fantástica compartimos en ese tiempo. Una experiencia muy buena fue cuando fui con Nelson Foliatti a cubrir la selección juvenil de Salto que se salió campeona del interior. Cuando viajábamos con clubes de Salto por el Campeonato del Interior la pasamos fenomenal, tanto Salto Uruguay como Ferrocarril, que fueron las dos instituciones que acompañé, nos trataban como uno más de la delegación, gente muy macanuda.
¿Qué nos puede decir sobre el Rubén Godoy de atrás de un mostrador de carnicería?
Con 18 años comencé de carnicero en el Disco, más bien por una necesidad de trabajo. Después el oficio se fue convirtiendo y creo que con los años ya es una profesión, porque para mí no es solo vender carne sino sacarle el rendimiento que corresponde y atender bien a la gente, satisfacer sus necesidades. Hice cursos de atención al público y me considero buen carnicero, porque creo que sé muy bien de qué se trata la tarea. En un curso nos enseñaron que no es solo vender un pedazo de carne sino darle parte de la solución a la comida de una familia o de una persona. Ya van para 40 años de carnicero, así que, como te decía, sé muy bien de qué se trata, o creo saberlo.
Volvamos al relato, ¿qué significa para usted relatar fútbol?
Es una experiencia maravillosa. Cuando le agarrás la vuelta lo disfrutás mucho, es un sentimiento inexplicable, querés ponerle palabras a todas las cosas: a un ataque, a una defensa férrea, a una buena pirueta, un buen tiro libre, un buen cabezazo, una buena atajada… le querés contar a la gente lo maravilloso que ha sido eso y se lo tenés que decir en palabras que te tienen que surgir en ese momento; relatando fútbol me siento muy feliz.
¿Quizás sea una pasión?
Es que relatar fútbol tiene que ser pasional, sentir el fútbol, y aplicar conocimientos sacados del campito o de cuando tuve la oportunidad de jugar en primera… Yo vivo cada partido con mucha intensidad, dos horas antes ya me estoy preparando para que no me falte nada: carpeta, lapicera, buen retorno, cronómetro, todo lo que necesito para relatar un partido, no sirve antes del partido pensar que va a ser un encuentro discreto. Tenés que ir con toda la expectativa y que las circunstancia del juego te vayan sorprendiendo, y la capacidad de encontrar las palabras para ir comunicándoselo a la audiencia, llegar con tiempo a las canchas para copiar formaciones y los árbitros, para que cuando arranque el juego ya tengas todo al alcance de tus manos para hacer un buen relato.
En ese «buen relato», ¿entra también la opinión sobre lo que va describiendo?
En mi caso, no me gusta opinar sobre la decisiones de los árbitros ni de los jugadores, porque una cosa es cómo lo vemos nosotros desde 50 u 80 metros a veces, y otra cosa es cómo lo ven los que están ahí al lado de la jugada, y tienen la posibilidad de decidir qué es lo que más le parece correcto o cómo llegan a pegarle a una pelota, o a pitar una falta, eso corresponde a los protagonistas.
Dos preguntas en una: ¿qué características cree que debe tener un buen relator deportivo y en su caso particular, se siente un profesional del relato?
No me corresponde decir «buen relator» o no, eso lo juzga el oyente, cada persona tiene una manera diferente de escuchar o visualizar el fútbol. Quedo satisfecho si al otro día del partido la gente te comenta lo que dije; creo que la función del relator es hacerlo ver al que no está en la cancha cómo más o menos viene la cosa, lugar del campo donde está la jugada, minutos de juego, marcador, si es posible nombre completo del jugador, con qué pierna le pega…Si el oyente puede opinar del partido como si lo hubiese visto, ahí te das cuenta que lo hiciste bien. Siempre me pagaron por relatar fútbol, no da para vivir pero lo hacía con mucha responsabilidad para atraer la mayor cantidad de oyentes posible. Es muy difícil medir cuántos te escuchan y cuántos no. Ser profesional para mí significa que así haya uno solo escuchándote, tenés que poner todo de vos como si hubiesen 1.000, 2.000 o 3.000 personas. Y una buena dicción es muy importante, para que la gente entienda bien lo que estás diciendo.
Para cerrar, hablemos de la familia y de sus orígenes. ¿Recuerdos?
¿Actualidad familiar?
Soy de Barrio Burton, una infancia muy feliz, de barrio, con calle de tierra. Jugábamos en la calle, nos bañábamos en las lagunas, tajamares, jugábamos al fútbol en los baldíos…Heredé el nombre de mi padre, que fue masajista y técnico en Sudamérica, también en Gladiador. Fui a la Escuela 14 de Barrio Artigas y un año a la 114 del Burton.
Actualmente… soy casado con Alicia, que es Licenciada en Trabajo Social, con la cual tengo dos hijas: Melina y María Eugenia. También tengo un hijo que se llama Aldo, un nieto que se llama Thiago y otro que se llama Inti.