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domingo, 11 de mayo de 2025
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Los «perros» del fútbol

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Diario EL PUEBLO digital
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Tan solo unos días atrás y quizás como consecuencia del trágico final de Santiago García, algunos futbolistas que integran equipos profesionales, se asociaron a un video, exhortando a que «hay que bajar la pelota, porque somos seres humanos y tenemos familias detrás»
El mensaje fue básicamente ese, porque se alude a que los jugadores de fútbol, pasan a convertirse en ejes de una máquina que torna indiferente las cuestiones humanas.


Tras el final de sus días por el malogrado «Morro», se abarrotaron las especulaciones respecto a las causas que determinaron morirse, surgiendo «la depresión» en una primera escala.
Pero claro está que, ante el encuadre trágico, no hay quien, desde su foco de mira, no establezca el diagnóstico.
Por 72 horas lo relativo a la «salud mental» postergó de los titulares al mismísimo coronavirus. Al decir del maestro Hugo Felipe Rolón, «a veces los seres humanos somos puntualistas. Cuando sucede un hecho, estamos todos. Y no faltarán opiniones, porque hasta parece un pecado el permanecer ajenos».
Cuando se apagan los ecos de una situación, que venga la otra.
Y ahí nos encontrará,
TIRANDO CONTRA ELLOS
Valga el introito, pare reconocer que el video de los futbolistas y sobre todo el contenido, cayó rápidamente en «saco roto», cuando el jueves a la noche, Peñarol «humilló su pasado» empatando 1 a 1 con Deportivo Maldonado, equipo del Interior y comprometido en el descenso y que concluyó el partido con dos jugadores de menos, ante las expulsiones decretadas.
Al paso de los minutos una vez finalizado el partido y durante toda la jornada de la víspera, a través de todos los medios de comunicación posibles más las redes sociales, el agotamiento de los más gruesos calificativos al Peñarol de las contaminaciones adversas.
No pocos hinchas recurriendo a la frase que siempre suele pegar duro: «son unos perros».
Sería solo el punto de partida, para que después se multipliquen las agresiones verbales de la más penosa calaña. Claramente el video sirvió de poco.
Ese «bajar la pelota» como súplica, lejos de funcionar.
Cuando el que gana es el que vale y el que pierde muerde el polvo de la desgracia, no hay grises.
No hay contemplaciones.
Un hilo delgado entre la gloria y el bodrio.
¿POR QUÉ PASA ¿LO QUE PASA?
En el fútbol, como en la vida, se filtra en la escena una situación de hecho: la actitud líquida.
La misma que no recala en descubrir razones.
¿Por qué los jugadores de fútbol no ofrecen respuesta?
¿Qué ha pasado con sus orígenes y formaciones?
¿Fueron educados para ganar o jugar?
¿Fueron receptores de qué criterio a la hora de ser formados para desarrollar la idea de un juego llamado fútbol?
¿Cuál es la responsabilidad de la dirigencia?
¿De la Dirección Técnica?
¿De los presuntos formadores?
¿Cuál es el rol del socio y del hincha?
¿Los sueldos faraónicos que ganan algunos, hacen a la justicia en un país futbolístico que superó los 30 años sin acreditarse una sola copa internacional y que solo puede afiliarse en alguna medida al «proceso tabarista» que para colmo de males tampoco gana y desencanta jugando?
Los «perros» nuestros al decir del atribulado hincha, ¿a qué razón responden y qué hay detrás, cuando ni siquiera es posible una gambeta que consuele y un remate de 25 metros que se atreva?


Mientras el video proclamando «humanización» hacia ese «nosotros»· que son los jugadores, parece inevitablemente expuesto a la desmemoria colectiva.
A veces recalar en los vaivenes de la depresión que también parecen tener relación con el fútbol, es tan solo cuestión de horas o de días.
Sensibilizar parece «cosa e’ mandinga» o una pretensión entre turbia, vaga y excesiva.
Más vale ir alimentando la receta argumental, en medio de la «jauría».
Al fin de cuentas, no son pocos los que sobrellevan una vida de «perros», en medio de los consumistas del resultado que ensancha y la recompensa que llega.
Y cuando esa recompensa no llega, «perros» de la vida y «perros» del fútbol otra vez.
Ya sin un miserable video que los defienda.
Casi cerca del vacío.
Casi cerca de la nada.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-

«No los preparan para el fracaso»

En la alta competencia, uno de los momentos más duros es no estar preparado para la derrota. «A los deportistas no se les prepara para enfrentarse a la sociedad, a la presión mediática. No los preparan para el fracaso o para momentos difíciles. Cuando todo va bien, todo va bien. Pero cuando todo va mal hacen falta herramientas. Si no se ha aprendido a usarlas, hay personas que tienen rasgos más débiles y lo pueden pasar mal», agrega el estudio.
De igual manera, hay casos de depresión, como el de Andrés Iniesta que luego de ganarlo todo con Barcelona, cayó en una depresión profunda. «Llega un momento en que hay un punto de inflexión en que uno lo ha ganado todo y lo ha tenido todo y dice «y ahora qué». Ahora hay que subir un peldaño más y ¿estoy preparado para eso? Se desestabilizan, se vuelven inseguros. En esta situación la capacidad de atención y concentración baja mucho», cuenta José Carlos Jaenes psicólogo deportivo.

Un chantaje emocional

Es común ver en el marketing de los equipos y en las propias declaraciones de los jugadores: «luchamos por la ciudad (o peor, país», «lo hacemos por la hinchada» y frases similares. «El futbolista tiene que aprender que él no puede ser el responsable de la felicidad de nadie, de los que vienen a verle a él. Aunque esa cultura está extendida dentro del fútbol. El fútbol es un espectáculo, tiene sentimientos en medio, pero no hay que cargar con la felicidad de otros porque al final el aficionado acaba ejerciendo un chantaje emocional con el deportista», agrega otro estudio.

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