Fue un elegido en su rubro. No consiguió un punto medio entre la pobreza y la gloria. Nació en un tren en movimiento, teniendo una infancia y adolescencia dura, cruel, de alarmante miseria. Convertido en elástico bailarín con estrella, de brillo y color, llamado por una fama vertiginosa por sus geniales movimientos en el escenario donde dictó cátedra aplaudido por su público, fue dejando a su paso tristes sombras por ser protagonista en forma paralela de una vida alocada, de pasiones desenfrenadas, sin ningún tipo de barreras. Le agradaban las mujeres y los hombres, no tenía reparos en eso, de una sexualidad agobiante hasta que enfermó de sida, que lo terminó de manera fulminante. En ese fuego que lo fue consumiendo, pasó sus últimos meses, muy solo, deprimido, sin práctica de ballet. Hoy estaría cumpliendo sus 76 años. Se llamó: Rudólf Jamétovich Nuréyev, la sensación rusa de la danza moderna. Un referente en la materia. Un mito.
UN BOLETO A LENINGRADO
Rudólf Nuréyev llegó a éste mundo el 17 de marzo de 1938 en un tren en marcha, cerca de Irkutsk, Siberia, Unión Soviética, mientras su madre Feride viajaba a Vladivostok, donde se encontraba su padre Hamit, comisario político del Ejército Rojo. Fue criado como hijo único de una familia de Bashkiria, en un pueblo cerca de Ufa en la república soviética de Bashkortostán, donde pasó precariedades, poca vestimenta para el frío, camas con rotosos colchones, y hasta de comer salteado. Cuando retorna junto a su madre, Rudólf, junto a sus hermanas hizo una prueba de ballet, enamorándose eternamente de la danza. Era un niño que se animaba a bailar en espectáculos folklóricos y por su precocidad pronto fue observado por profesores de baile que lo animaron a que entrenara en Leningrado. En una parada en Moscú, con una compañía de ballet local, Nuréyev hizo una demostración para la compañía Bolshoi y fue aceptado para que se uniera a ellos. Sin embargo, sentía que la escuela de ballet Kirov, era lo mejor para él, así que dejó todo como estaba antes, pidió disculpas y adquirió un boleto a Leningrado. Debido a la interrupción de la vida cultural soviética causada por la Segunda Guerra Mundial, Nuréyev no pudo inscribirse en una escuela importante de ballet hasta 1955 , con 17 años de edad, cuando fue aceptado por la Escuela Coreográfica de Leningrado , la escuela asociada del Ballet Kirov .
PRIMER PREMIO EN COMPETENCIA ESTUDIANTIL
Tras completar una amplia formación artística -estudiando arte escénico y dramático, danza clásica, historia, literatura, pintura, filosofía, y música- y después de ganar el primer premio en una competición estudiantil de ámbito estatal disputada en Moscú, Rudólf Nuréyev ingresó como solista en la escuela del ballet Kirov, en Leningrado. Con clásicos como “El lago de los cisnes”, “Don Quijote” y “La bella durmiente”, obtuvo suceso mundial rápidamente. Pero, pronto se puso de relieve su carácter rebelde, en constante lucha contra las normas de la jerarquía cultural soviética, que limitaban el libre desarrollo de su arte. Todo ello le llevó a un permanente conflicto con la dirección de la compañía, que culminaría en el escándalo que protagonizó en París en junio de 1961. Después de separarse de la compañía, desobedeciendo las órdenes del Ministerio de Cultura soviético, se le dio a entender que debía interrumpir la gira y regresar a la URSS. La reacción del bailarín fue inmediata: se dirigió a dos policías franceses solicitando protección personal y asilo político. Mientras la imagen de la Unión Soviética sufría un duro golpe, el bailarín era muy bien recibido en occidente. En el Royal Ballet de Londres, Nuréyev cimentó su leyenda formando pareja con la bailarina Margot Fonteyn, veinte años mayor que él: de la mano del coreógrafo Frederick Ashton, Nuréyev y Fonteyn se convirtieron en una pareja emblemática del ballet de ese tiempo. Trabajó asimismo en la compañía de Martha Graham y en otras formaciones, como el American Ballet Theatre. En 1983 fue nombrado director del Ballet de la Ópera de París, puesto desde el que desplegó su actividad hasta sus últimos días.
UNA MARCADA DECLINACIÓN
Ante las múltiples actividades sexuales de Nuréyev, con damas y caballeros, teniendo cantidad de parejas ocasionalmente, algunos bailarines, actrices y demás, contrajo SIDA. Cuando la cruel enfermedad apareció en las noticias de Francia alrededor de 1982, Rudólf se hizo un chequeo. Dio positivo VIH en 1984, pero durante años se limitó a negar que estaba muy mal en su salud. Comenzó una marcada declinación en 1991 y entró en la fase final en 1992.“En marzo de ese año, viviendo con SIDA avanzado , visitó Kazán, capital y ciudad más poblada de la República de Tartaristán, “ apareciendo como conductor principal de Musa Cälil Tártaro Académico de Ópera y Ballet Theater de Kazán, que ahora presenta el “Festival Rudólf Nuréyev en Tatarstán. De regreso a París, con una fiebre altísima , fue ingresado en el hospital Notre Dame du Perpétuel Secours en Levallois -Perret , un suburbio al noroeste de París, y fue operado de pericarditis, una inflamación del saco membranoso que rodea el corazón . En ese momento, lo que le inspiró a luchar contra su enfermedad era la esperanza de que él pudiera cumplir con una invitación a realizar “Romeo y Julieta” de Prokofiev con American Theatre Ballet , el 6 de mayo de 1992 en el Metropolitan Ópera House de Nueva York. Así lo hizo y estaba eufórico en la recepción. “En julio de 1992 , su salud continuaba empeorando. Su última aparición pública fue el 8 de octubre de ese año, en la premiere en el Palais Garnier de una nueva producción de “La Bayadera . El 20 de noviembre de 1992 entró nuevamente en el nosocomio y permaneció allí hasta su muerte por complicaciones cardíacas, el 6 de enero de 1993. Tenía 54 años. Su funeral se llevó a cabo en el vestíbulo de mármol del París Ópera Garnier, allí donde tantas y tantas veces, le tocó moverse al compás de las obras que había seleccionado.
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