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lunes, marzo 31, 2025
Columnas De Opinión
G-Irónico / Gonzalo Fernandez
G-Irónico / Gonzalo Fernandezhttps://ironiamagna.com
Gonzalo Fernández, "proyecto de escritor caminante", cuento con algunos trabajos independientes, y he participado como colaborador en la Revista Al Límite - Del Plata, y en la Revista Opción Médica. En mis diferentes alter egos suelo mutar a G-irónico y El Puntito de la J, dos personajes que buscan el humor irónico y negro de situaciones diarias y cotidianas.

El 1%

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A veces nos encontramos con esos posteos o mensajes en las redes sociales que nos disparan una idea, nos encienden la neurona, y logran que las palabras empiecen a danzar en la cabeza.

En esta ocasión, el posteo decía algo como: “El 99% de los trabajos se pueden aprender, es cierto, el 1% restante requiere años de capacitación. Pero aún así, todo se puede aprender”, no voy a desmentirlo, aunque los porcentajes me parecen exageradamente altos, voy a usarlos de referencia para decir que hay trabajos que caen dentro del 1%, y que en mi caso, por más años de capacitación, aprendizaje, ensayo y error, nunca podré aprender, porque seamos sinceros, armar un mueble de esos “brasileros” como se los conocer en la cotidiana no es tarea fácil.

Me animaría a decir que casi todos hemos tenido en algún momento de nuestras vidas la frustrante, engañosa e irreversible sensación de frustración al enfrentarnos en ese desafío de armar un mueble, con unas instrucciones que parecen diseñadas por extraterrestres que desconocen el funcionamiento del cerebro de un humano promedio.

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Lo primero, encontrarte con una caja que ya te hace dudar si vendrá completo o no, en mi caso, el ropero que compré, porque realmente parece un acto de ingeniería compleja y especializada la necesaria para lograr ese tetris perfecto de piezas entremezcladas y encajadas a la perfección en la caja.

Después de salir del asombro, abrí la caja y busqué rápidamente el “manual de instrucciones”, luego la bolsa de tornillos, y comencé a separar las partes del mueble según mi criterio ya que del manual entendía poco y nada. En esta instancia es momento de hacer una primera observación a los extraterrestres, cuando marquen las maderas con una letra o número, por favor hacerlo con un color que se vea, y corroborar que dicha impresión quede en su totalidad ya que muchas veces pierden el eje de la impresión y quedan marcadas por la mitad y no se sabe que dice.

Después abro la bolsa de tornillos y empiezo a contar e identificar, bueno, trato de identificar los tipos de tornillos, clavos, herrajes, palancas, y rieles según lo que indica el manual del diablo.

Con todo en el piso, hago lo que tendría que haber hecho antes, traer el destornillador y corroborar la carga de la batería, que como siempre, está prácticamente en cero, por lo que ya hago mi primera pausa, necesaria mentalmente. Mientras carga, observo todos los materiales y corroboro el recibo de la compra y el pedido porque dudo si compré un ropero o el transbordador que va a llevar a la Luna a los próximos astronautas.

Las horas pasan, y en el camino el ropero empieza lentamente a parecerse al que quería tener, y digo parecerse porque es mi versión del mismo, y basado en las películas de Tim Burton. Puertas torcidas que intento alinear y cajones que quedan abiertos (esto debe ser algo que viene incluido en la versión de mueble 2024, para que puedas ver lo que hay adentro sin la necesidad de abrirlo).

Sin dudas el día enfrentado a ese 1% se convirtió en una montaña rusa de emociones que comenzó en pánico, miedo, siguió con enojo, frustración, varias puteadas en diferentes idiomas, dedos rotos, para lentamente ir sintiendo que logré ganarle al mundo, y finalizar viendo que sobraron tornillos, y algunos otros elementos que desconozco su función; acá la segunda observación, en el manual sería honesto y casi iluminativo para, por lo menos mi corta capacidad, explicar y contabilizar todas las piezas que vienen de repuesto y que van a sobrar, así uno no se preocupa, o por el contrario, empieza a buscar los precintos y el alambre. 

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