Ana Gloria Cóceres, una mujer de 60 años que ha atravesado diversas etapas de su vida con valentía y optimismo, se encuentra en un momento de reflexión tras su jubilación. En una charla sincera, nos cuenta cómo ha logrado equilibrar su vida familiar y laboral, cómo se ha preparado para esta nueva etapa y qué lecciones ha aprendido en el camino.
A punto de dejar Salto para irse a Maldonado y disfrutar de algo que ama como es el mar.
«Bueno, yo tengo 60 años, tengo dos hijos y estoy divorciada», comienza Ana con su sonrisa tranquila, a pesar de las dificultades que ha enfrentado. Con una mirada serena, explica que, aunque no tiene nietos, ha sido parte activa en la vida de los sobrinos nietos, 8 en total, disfrutando de una relación cercana con ellos.
Ana Gloria es una mujer que siempre ha trabajado arduamente, en especial durante los años en los que fue madre. «Cuando tuve los hijos siempre trabajé, con ayuda de mi madre y, después, con el apoyo de otras personas que me dieron una mano», cuenta, recordando que fue difícil, pero que logró organizarse. «Siempre trabajé con horario cortado, en el comercio y en tiendas, y aunque no fue fácil, lo logré».
La maternidad no fue un camino sin desafíos, pero Ana se adaptó y aprendió a delegar en el momento adecuado. Su madre, que en sus últimos años estuvo enferma, no pudo seguir ayudándola, lo que le obligó a buscar apoyo externo. «Ya me tuve que ayudar con gente de afuera, pero no fue fácil. Siempre hay que organizarse, no te queda otra», reflexiona.
El trabajo de Ana no solo se limitó a las tiendas. Durante años, fue parte de ASISPER , una empresa en la que trabajó como cuidadora y luego como supervisora. «Fui cuidadora durante 22 años y, después, me promovieron a supervisora. Todo dentro de la misma empresa. Gracias a la capacitación que recibí, pude llegar hasta ahí», recuerda con orgullo.
Su trabajo como cuidadora la marcó profundamente. «Te enriquece muchísimo. Aprendí a ver la vida de una manera diferente. Uno tiende a quejarse por cosas pequeñas, pero cuando ves a una persona enferma en una cama, entiendes lo que realmente importa», reflexiona Ana, quien destaca la importancia de la empatía hacia los enfermos y el cuidado de su dignidad, a pesar de las dificultades de esos momentos tan íntimos.
El contacto cercano con los pacientes le permitió desarrollar una gran capacidad de empatía. «El pudor de la persona es algo muy fuerte. Es importante ponerse en su lugar y, más allá de la vergüenza, mantener su higiene y bienestar», explica. Esta experiencia también le enseñó una valiosa lección: «La gente que está enferma me hizo dar cuenta de que tenemos todo para ser felices, y a veces nos quejamos por pavadas».
El afecto de compañeros y conocidos
Después de su retiro, Ana se ha sentido profundamente agradecida por el cariño de sus compañeros. «Nunca imaginé que tanta gente me quisiera. Me emociona mucho», confiesa. A pesar de la despedida laboral, siente que sigue conectada con las personas que trabajaron a su lado. «Aunque me jubilo, siempre iré a visitarlos. Compartimos mucho más que trabajo, creamos una familia», asegura.
A medida que avanza en su nueva etapa, Ana planea mudarse a Maldonado, un cambio que le permitirá estar más cerca de su hijo menor y disfrutar de un entorno más relajado. «Siempre he sido una persona inquieta, así que alguna cosa inventaré para hacer», dice, optimista y llena de energía. Con su salud en buen estado, asegura que va a seguir disfrutando de la vida, caminando, haciendo ejercicio y cuidando su bienestar.
Ana, quien también se ha enfrentado a las dificultades de la vida personal, como su divorcio, resalta que sus hijos son lo que más valora. «Lo mejor de todo son mis hijos, eso es lo que rescato de todo. También en el trabajo he sido feliz, he trabajado con mucho amor y siempre hacia adelante», comenta, agradecida por las lecciones de resiliencia que la vida le ha dado.
Finalmente, nos deja un mensaje claro y contundente: «Siempre hay que mirar hacia adelante. Los obstáculos van a estar, pero si te quedas en la cama llorando, no vas a llegar a nada. Hay que encontrarle la vuelta a las cosas y siempre salir adelante», aconseja con sabiduría.