Desde luego que compartimos la disminución de la capacidad explosiva de la pirotecnia tradicional en esta región en ocasión de las denominadas fiestas tradicionales.
Pero no sería justo guiarse sólo por este aspecto, porque aún siendo el más importante, no es el único que a nuestro entender se debería tener en cuenta. Los hay múltiples y variados, desde la alegría de los niños que disfrutan como pocas cosas esta pirotecnia, los padres responsables que acompañan a sus hijos, les compran artefactos acordes a su edad y son cuidadosos con todo lo que es la pirotecnia, incluido los denominados “fuegos artificiales”.
Pero existe también otro factor no menos importante, es que la mayoría de los puestos que se instalan en estos días son atendidos por menores de edad y no todos se gastan lo recaudado por esta actividad comercial en cosas superfluas, que los hay.
Por eso entendemos que cada caso merece un estudio particular. No podemos ocultar que hemos visto obtener en algunos casos un muy buen provecho y lo que es mejor aún darle un destino provechoso a este producido.
Se trata de pequeños empresarios, algunos de muy poca edad y con grandes ganas, conscientes o no, de participar de proyectos de emprendedurismo y aprovecharlos.
Volviendo al principio. Creemos que ha sido un acierto disminuir la cantidad y peligrosidad de la pirotecnia, pero un buen gobernante debería de observar todas las consecuencias y todos los elementos que llevan a la instalación de estos puestos en ocasión de las fiestas tradicionales.
Lo más sano y justo para nosotros sería atender las buenas intenciones. Apoyar a quienes tienen ganas de hacer el esfuerzo necesario para salir adelante, es para nosotros tarea elemental. No podemos contentarnos con lo que evitamos, con suprimir o prohibir lo que realmente es peligroso o nocivo para ellos.
El primer paso se ha dado. Es correcto, pero no podemos quedarnos en esto. Cuando alguien busca por todos los medios el camino para superarse, para prepararse en la vida, es justo y se impone que reciba del Estado el premio y el apoyo a su esfuerzo.
No estamos pidiendo dádivas ni asistencialismo de parte del Estado, estamos sosteniendo que quizás se deba buscar otros caminos, otras formas de apoyar el esfuerzo que se muestra. Lo reiteramos, controlar y erradicar los abusos, los excesos y todos lo que suponga peligro para los que participan directamente de la actividad o para terceras personas que quizás nada tengan que ver en el tema, es correcto, pero no alcanza.
A.R.D.
Acertado, pero insuficiente
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