POR: JORGE PIGNATARO
Se cumplieron el pasado miércoles 147 años del nacimiento de Joaquín Torres García, el gran maestro uruguayo de la pintura. Nació en Montevideo el 28 de julio de 1874 y falleció –también en Montevideo- el 8 de agosto de 1949. Ante todo pintor, pero también escritor, escultor, teórico del arte y un gran docente que formó a varias generaciones (en el famoso Taller Torres García) de excelentes artistas. Es habitualmente recordado y reconocido como el creador del universalismo constructivo, uno de los más importantes movimientos artísticos del Uruguay.
Aquí apenas unos breves pasajes de un completo estudio sobre su vida y obra escrito hace pocos años por Rosario Moyano y Alicia Muzante: “Su obra sólo puede ser comprendida desde el entramado socio- histórico del que emerge y en el que se desarrolla y actúa. Las primeras décadas del siglo XX, que constituyeron años de profundas transformaciones, de “progreso científico y tecnológico” en el surgimiento de la Modernidad, lo encuentran viviendo en Barcelona con su familia. Se vinculó con los representantes de los movimientos renovadores en el Arte que integraron las llamadas Vanguardias artísticas. Estas, en actitud provocadora, fueron contra las tradiciones procurando la libertad y la originalidad. Se publicaron manifiestos en lo que se atacaba a todo lo producido anteriormente, reivindicando y fundamentando nuevas posturas filosóficas, políticas, y estéticas ante el Arte. Surgen los “ismos”, tales como: Dadaísmo, Cubismo; Surrealismo, Expresionismo, Neoplasticismo y Constructivismo entre otros. Este largo período de experimentación y búsqueda, de lo que Torres denominó arte constructivo, configuró el aporte más trascendente realizado por este artista, al arte del siglo XX (…) Cuando el artista regresa a su patria en 1934, adiciona a su propuesta elementos de la tradición prehispánica constituyendo un arte propio de América del Sur. De esta manera el continente americano dejaría de ser tributario de la cultura europea, estando en condiciones no sólo de desligarse de ella, sino de brindar una solución para la encrucijada en la que, según Torres, se había llegado a través de las múltiples propuestas de las vanguardias. Consideró que el constructivismo constituía la única auténtica salida a la crisis del arte moderno (…) Frente a un ambiente académico que propiciaba el canon naturalista del Arte, Torres García estimula el desarrollo de prácticas artísticas de vanguardia, promoviendo una visión renovada y actualizada. Crea y desarrolla una nueva corriente estética de carácter universal, con hondas y pretéritas raíces americanistas legitimando las artes populares de nuestros pueblos