Los flamantes ganadores del Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson (abreviados como AJR), fueron reconocidos por «sus estudios sobre cómo las instituciones se forman y como estas afectan la prosperidad de las naciones».
El premio es una reivindicación de la doctrina liberal pues es un trabajo que, en su esencia, sigue los pasos trazados por aquel gran liberal, Adam Smith, casi 300 años atrás al poner foco en una de las grandes preguntas de nuestra disciplina:
¿Por qué algunas naciones son ricas y prosperas y otras no?
¿Cómo las instituciones políticas determinan la riqueza de las naciones?
La respuesta está en distinguir lo que denominan instituciones extractivas de las instituciones inclusivas.
AJR utilizaron la experiencia colonial como un «experimento natural» para estudiar cómo las instituciones afectan la prosperidad de las personas en el largo plazo. Allí descubrieron que cuando los europeos se asentaban en colonias más ricas y con densidad poblacional, los incentivos eran a crear instituciones extractivas diseñadas para extraer riqueza, no fomentarla. En cambio, en los lugares más pobres y menos densamente poblados el incentivo era crear instituciones inclusivas que fomentaban el crecimiento a largo plazo, es decir, se establecían instituciones propias de las democracias liberales, tales como comercio libre, intercambio en mercados amplios, la defensa y protección de la propiedad privada, igualdad de trato, derechos de propiedad más sustanciales y fuertes controles del poder gubernamental, entre otras.
Las investigaciones de AJR han sido cruciales para entender las diferencias económicas entre países prósperos y pobres, destacando que las instituciones inclusivas fomentan el crecimiento a largo plazo, mientras que las instituciones extractivas generan desigualdad y estancamiento. En ese sentido sostienen que fueron los cambios institucionales hacia instituciones inclusivas los que explican el progreso y la riqueza de las naciones como Australia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Hong Kong, etc, a través de su historia.
El Estudio es un canto al liberalismo pues las «instituciones inclusivas» de las que hablan los nobeles son el corazón de las democracias liberales de libre mercado, donde las instituciones limiten el poder de los gobernantes y busquen beneficiar a la gran mayoría de la población a través de juegos de suma positiva y de otorgarles igualdad de derecho y trato.
De hecho, un ejemplo para iluminar esta diferencia entre «instituciones inclusivas» versus «instituciones extractivas», es la diferencia entre Corea del Norte y Corea del Sur y, otrora, la Alemania Oriental y Occidental. Es gracias a sus diferentes instituciones, como el Estado de Derecho, gobierno limitado, derechos de propiedad privada, economía abierta y capitalistas, etc., que Corea del Sur tiene mucho más éxito que Corea del Norte, cuyos dirigentes han creado instituciones socialistas extractivas que se enriquecen a costa de la población.
Cabe señalar que los ejemplos de instituciones inclusivas coinciden con las economías más capitalistas del mundo, ya que estos países siempre están en los top-20 de las «economías de más libre mercado» y, de esta forma, son de las economías que han generado más riqueza y prosperidad. Es decir, las instituciones inclusivas de los flamantes Premios Nobel de este año son las mismas instituciones que liberales como Adam Smith y los Padres Fundadores de Estados Unidos, entre otros, han siempre buscado promover para sacar a los países de la miseria.
Durante las últimas décadas, la elite política de Uruguay se ha convertido en cada vez más extractiva, creando en el país un sistema enemigo del liberalismo económico y social, en donde ésta se ha enriquecido como nadie a expensas del resto.
Y allí habría que hurgar en cuantas reformas (significativas) pro-crecimiento e inclusivas han sido impulsadas en los últimos 10 años. La respuesta es sencilla, ninguna. Por otro lado, aquellas fuertemente redistributivas, extractivas y segregadoras vienen de forma casi automática a nuestra memoria –basta ver todas las leyes impositivas, regulaciones laborales, y las normas interventoras del mercado para dar cuenta de esto.
Dicho de otra forma, si AJR tienen razón respecto a la importancia de las instituciones inclusivas para generar progreso y riqueza, entonces Uruguay ha hecho precisamente lo contrario ya que ha fomentado un avance exponencial del Estado, que es una organización política netamente extractiva, y con ello ha desmontado poco a poco sus reglas inclusivas a través de un sinfín de reformas mal diseñadas, engorrosas y políticamente extractivas.
La única forma en la cual Uruguay puede superar el error de insistir en políticas de tinte socialistas (extractivas) es que se realicen reformas institucionales de peso para poder liberar recursos hacia la sociedad y asi dotar al ciudadano de mayor libertad económica.
Uruguay necesita urgente avanzar hacia un marco institucional más aislado de la arbitrariedad y de la depredación política, que entregue estabilidad, predictibilidad y dinamismo económico.
En fin, conforme el estudio de los actuales premios nobeles de economía la decisión electoral más atinada seria aquella que más nos acerque a una institución de orden “inclusivo”.
La relevancia de este enfoque para Uruguay es significativa cuando en tiempos de elecciones nos vemos en la disyuntiva de decidir entre una opción política que es “extractiva” (Coalición Republicana) y una que es “hiper extractiva” (Comunismo – Frente Amplio).
Esperemos que algún día las ideas de Acemoglu, Johnson y Robinson puedan hacer eco en los pasillos de nuestro Palacio Legislativo.
¡Viva la libertad!