Ricardo Pallares, reconocido poeta, ensayista y docente uruguayo, además integrante de la Academia Nacional de Letras, se ha dedicado en reiteradas ocasiones a analizar y comentar obras del salteño Leonardo Garet. Esta vez, elaboró un minucioso trabajo sobre el último libro de poemas de Garet, «Entre la noche y el luminoso mar», publicado el año pasado. De ese trabajo compartimos hoy este fragmento:
La poesía de Leonardo Garet «Entre la noche y el luminoso mar»
(Por Ricardo Pallares)

El último libro de Leonardo Garet reúne 20 composiciones poéticas que mantienen y profundizan los rasgos de su voz poética que se aproxima a una de las importantes vertientes surgidas en el Río de la Plata después de la «Generación crítica». Como es sabido alrededor de los años 70-80 del siglo pasado hubo una tendencia que valoró lo estructural en la poesía, lo gráfico-visual, los significantes, y que evitó en lo posible la intensidad y la condensación lírica que pone su centro en la comunicación vivencial y la de las imágenes. Esa nueva tendencia fue proclive al registro de información del mundo de los objetos, (cosas, palabras, peculiaridades de lo concreto) o de la existencia y sus intracendencias, de ciertas abstracciones e ideaciones.
Lo cierto es que esta modalidad «liberada» relegaba a un segundo plano a lo conceptual y afectivo. De muchas maneras este asunto estético sigue su curso en varios aspectos entre los que se destacaría la propensión a un transcurso verbal próximo a la oralidad, opuesto a las tradiciones tópicas y métrico-formales de la lírica, pero desvinculado del coloquialismo al modo de M. Benedetti, J. Gelman, N. Parra, etc. Esta vertiente o tendencia abandona en lo posible las emociones como centro configurador del yo o del hablante y opta por un hablar prescindente de lo que en general llamaríamos preceptivas. Es proclive -como ya se dijo- a los elementos informacionales, descriptivos, visionarios o no, de hechos, informaciones y transcursos verbales o discursivos más o menos organizados y diagramados estructuralmente, centrados en los valores del significante.
La otra vertiente o tendencia (recordemos que Leonardo Garet empezó a publicar en la década del 70) no plantea una flagrancia ni un derrame confesional sino necesidad de contenidos para la creación en la que las imágenes, las otras figuras y el estrato sintáctico, sonoro y gráfico no se autonomizan de los significados a los que también configuran. Si en algún caso o situación discursiva el resultado es incomprensible no hay ininteligibilidad, según el recordado decir de Octavio Paz en Los hijos del limo, porque una base «lógico conceptual» hace su anclaje en el magma semántico y asociativo. Esta otra tendencia o modalidad llega vigorosa a nuestros días y con los nombres y obras –a modo de ejemplo- de Circe Maia, Mariella Nigro o Andrés Echeverría se la ilustra claramente. En ella se inscribe, o al menos a ella se aproxima, según nuestra opinión, la obra de Garet.
Entre la noche y el luminoso mar es un libro intenso, vigoroso en la originalidad de sus imágenes. Tiene veinte composiciones que -especialmente las iniciales- hacen un acercamiento al asunto de la muerte y sus alrededores. Crea cierta atmósfera que refiere a la certidumbre imprecisa del morir, a la caducidad y también al tiempo y al conocimiento derivado de ella. No se trata de una ideación ni de una perspectiva reflexiva, filosófica o metafísica sino más bien, como ya se dijo, de un acercamiento, de una constelación de asuntos, de una aproximación porque probablemente se la vive o intuye en proximidad ficcional o con cierta projimidad.