Se podrán establecer argumentaciones. Delinear alguna copetuda explicación más o menos analítica. Pero sabe una cosa?: Salto Uuuguay derrotó a Gladiador, con eso que le dicen… receta elemental. Fue 2 a 0 y pudo ser diferencia mayor, porque en los 15’ finales, el decano localizó definitivamente el espacio, para ir acelerando y metiendo velocidad.
Las variantes fecundaron y con Germán Costa y Fabio Moreira en la cancha, otra respuesta. Otra dimensión. Incluso otra jerarquía. Por eso en los 29’, de Costa a Sánchez, Emanuel para volcar al medio del área y la aparición de «Fabiño» para cantar el segundo. El definitivo. El de la sentencia.
Cuál punto clave?: a Salto Uruguay le costó entender que la progresión debe plantearse a partir de la precisión. Y cuando la mejoró, la consecuencia fue relevante: Gladiador patinó en el control y aterrizó defendiendo.
Por eso, Salto Uruguay fue más que dos goles. Por más que Ruben Costa se mandó un «jugadón» y por poco no terminó en gol, a Gladiador se le nubló siempre el horizonte ofensivo. A los 34’ del primer tiempo llegó por primera vez, a través de un remate de Leandro Godoy que evitó Luis Domínguez. Lento para partir. La ausencia de sorpresa. Tendrá que ser más de lo que fue.
EL SALTO URUGUAY
DE LAS DOS CARAS
Por los 27’ de la fracción inicial, cuando por primera vez, Salto Uruguay se comprometió en la búsqueda de los metros finales, a favor del toque y la evolución. La primera vez y fue gol en el remate de Michael Gómez. Y Michael buen jugador siempre, en la esencia lo es. En la sabia calidad para mandar sobre la pelota, para hilar tiempos y circuitos. Fue al cabo en el arranque, un Salto Uruguay de ocasión y no de permanencia en la forma de encarar el trámite o de desnivelarlo por mayor peso individual y técnico.
Cuando en el segundo, los cambios afloran, Salto Uruguay se nutre de una convicción superior: en diagonal y desborde por Fabio Moreira, en el ida y vuelta de Germán Costa, haciendo doler al fondo de Gladiador, cuando fue yunta ofensiva con Moreira y Emanuel Sánchez terminó siendo solidario en la pretensión de enlace y llegada. El segundo gol para decidir. Más que nunca le dicen: receta elemental. Y entonces, el 2 a 0 de la justicia misma.
De la justicia que no pidió permiso para entrar.
Entró y punto.
Entró y bastó.
Eleazar José Silva
