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Prosa y poesía de autores varios

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Hoy por : Jorge Pignataro

Una narración y dos poemas son los textos elegidos hoy para esta página en la que, como cada lunes, EL PUEBLO ofrece a sus lectores creación literaria de salteños –por nacimiento o por elección posterior- que aún están entre nosotros, contemporáneos.
De Teresita M. Galarza, Aroma Bernasconi y Fabrizio Chiappini son las creaciones esta vez.

LAS ALAS DEL ALMA

Las vicisitudes de la vida
esconden un mar de misterios,
con las alas del alma
podemos descifrarlos
para no sucumbir en los brazos de Morfeo.
Rompamos las cadenas del letargo,
un flamante amanecer a nuestra vista
se abre de par en par.
Con las alas del alma
recorramos nuevos senderos
escalando imaginarias cumbres
en pos de un ideal.
Es la hora, es el momento
de abandonar viejos miedos y temores,
sin vacilaciones, sin complejos, sin ira,
con las alas del alma, del corcel, del Pegaso
de nuestras ilusiones.
Echarnos a volar, con hidalguía
como golondrinas que ansían la primavera,
como mariposas que liban el dulce néctar de las flores,
que nos impulsan a continuar, sin
detenernos,
a descubrir otros mundos aún por
conquistar
nuestros sueños llevan dentro de sí
preciados dones,
lo que cada uno de nosotros anhela
alcanzar,
tengamos fe, no desmayemos,
con las alas del alma y la invocación al creador.
¡Adelante! Algún día se cumplirán!

Fabrizio Chiappini

CIELO

Miro el cielo: eterno en su ser
¡Sus nubes, sus luces, sus destellos
incomprensibles,
su agua pura derramándose por siempre
sobre cada espacio de tierra!
Miro su manto eterno, ya celeste, luminoso y cristalino.
Por momentos siento que lo tengo,
que una caricia de su ser infinito
desciende desde tanta lejanía e inmensidad
y que roza la piel ¡tan suavemente!
¡Tan livianamente! Pero ¡cómo de profunda
se mete hacia adentro y me inunda el alma!
Es como sentir la caricia de Dios.
Es la mano que sutil y vigorosa
me retiene en su tierno abrazo y me impulsa a seguir.

Aroma Bernasconi

EL ÁNGEL TRAVIESO
-Dedicado a mi madre que me cuida desde el cielo-

Había una vez un ángel que velaba el sueño de un Rey poderoso de Oriente.
Era un ángel bellísimo como lo son todos ellos. Sus alas blancas, tenían destellos de estrellas y del sol. Sus cabellos rubios formaban rizos que caían sobre sus hombros. Era además, un ser pleno de bondad.
Sucedió que un día se despertó travieso y comenzó a hacer bromas pícaras a sus compañeros.
Dios quiso darle una lección. La siguiente noche nuestro amigo alado se encontró transformado en brujo malvado.
Durante el día seguía siendo ángel. Pero, durante la noche, cuando era brujo, tenía premoniciones sombrías. Una de esas noches, tuvo el aviso de que si no hacía una buena acción…, estaría condenado a vagar por el cosmos sin amigos. Perdería todos sus afectos y se sentiría solitario y triste.
Entonces, el travieso ángel-brujo, se preocupó. Fue a ver al capitán del ejército del Rey de Oriente, quien era un apuesto y fuerte guerrero. Tenía una personalidad determinada, la cual le permitía lograr todo lo que se proponía. El preocupado ángel le pidió ayuda y como el capitán lo quería mucho, decidió ayudarlo. Le prometió que haría desaparecer al brujo.
Su amigo lo recompensaría, cuando fuera ángel todo el tiempo. Le enviaría chispas de oro. Esas chispas de oro las sacaría del sol. También le dijo que derramaría sobre él, un puñado de estrellas.
El Capitán del Rey, esperó una noche a que apareciera el brujo. Con la ayuda de sus soldados, llevaron a éste a los confines del universo. Allí está todavía el brujo perdido en unas cuevas subterráneas, parecidas a las del Minotauro en Grecia. Dios que todo lo ve, permitió al Capitán que ayudara a su amigo. Se dice que aquél nunca podrá encontrar la salida.
Cuando el piquete del ejército volvió, encontró al ángel dormido en su puesto. Lo despertó y le contó lo sucedido. El castigado volvió al cielo con cierto temor, pero como pasado un corto tiempo no sucedió nada, se tranquilizó.
Entonces el travieso voló al cielo y regaló a su salvador, chispas de oro del sol, dejando caer sobre él las estrellas que trajo consigo.
Desde entonces, el ángel cuida con fervor la vida y la seguridad del Rey de Oriente y del Capitán del Ejército.
Por las noches, cuando el capitán duerme, brillan a su alrededor, las chispas del sol y las estrellas que el ángel le obsequió. Así brillarán eternamente. Al igual que la gratitud del Ángel Travieso.
Teresita M. Galarza
Marzo, 2020

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