La sanción y promulgación de la Ley N.º 19.075 a fines del 2013 (hace ya 12 años), que establece la igualdad jurídica del matrimonio civil sin distinción de sexo, representa un hito significativo en el sistema jurídico-constitucional uruguayo.
En la práctica, esta ley no es un mero acto formal sino un avance tangible para muchas familias que encuentran en el reconocimiento legal la reafirmación de sus vínculos afectivos y derechos plenos.
Hace poco participé en una jornada educativa donde un joven expuso con admirable valentía su identidad y habló de las dificultades que enfrentó, incluyendo experiencias de bullying. Su testimonio nos recordó que las leyes, aunque fundamentales, tienen su máxima eficacia cuando se traducen en respeto cotidiano y protección real. La ley ha dotado a las parejas igualitarias de un marco legal sólido que impacta desde el plano patrimonial hasta la parentalidad, garantizando derechos que antes eran vulnerados por el vacío normativo. La igualdad matrimonial no es solo un derecho civil sino una afirmación de la pluralidad en nuestra sociedad.
Desde nuestra mirada profesional, el matrimonio igualitario no es solo un avance legal, sino una reafirmación profunda del compromiso de los abogados con la justicia social. A través del trabajo diario, las acciones concretas y el acompañamiento cercano, tenemos la oportunidad de visibilizar la diversidad que nos enriquece y asegurar que los derechos de todos sean respetados y protegidos de verdad.
Me gusta pensar en la ley del matrimonio igualitario como una brújula que no solo ordena las normas, sino que invita a personas de distintas realidades a construir juntos un futuro común, basado en el respeto y la inclusión. La justicia no es algo que se alcanza en un punto final, sino un camino que recorremos constantemente, donde la abogacía tiene un papel fundamental: ser ese puente que conecta lo que dice la ley con lo que viven las personas.
Cada historia que escuchamos, cada derecho que defendemos, son pasos hacia adelante para que nadie tenga que vivir con miedo o excluido. Nuestro aporte como abogados debe ser ser guardianes atentos y comprometidos de ese puente, sosteniendo siempre el equilibrio entre la ley y la realidad humana. Porque la justicia verdadera solo se construye con hechos concretos y un respeto sincero por la diversidad que nos forma como sociedad.
Hasta la próxima semana.





