El 1 a 0 fue estrecho, pero a Universitario no le importó. Le resultó suficiente para meterse entre los cuatro mejores del Interior. Fue una victoria sufrida, laboriosa, más a favor de lo táctico que de lo técnico y con esa elocuencia de respuesta en David Freitas.
Las bajas a Ferro Carril le dolieron demasiado. Cuatro en total. Jugó sin delanteros goleadores y entonces, ¿cómo es posible prosperar? Pero a despecho de ello, en cuatro o cinco situaciones transformó en figura a David Freitas. En el golero riverense, agonizaron los sueños de ataque de un Ferro que fue pero rebotó. Menos en los 15′ iniciales, cuando produjo tres chances netas: un frentazo de Hernán Barros y por dos veces Jorgeluis Vera,
Después del gol de Joaquín, la espera roja. Hasta convencido que el plan básico era ese y sobre todo más después, cuando algunos físicos bajaron los poderes de resistencias y las variantes fueron consecuencia. Ferro fue sin mayores ideas. Haciendo lo que pudo, en medio del cuesta arriba.
Desde el banco no hubo solución. La de Errandonea, una inclusión tardía en exceso, mientras Javier Quintero debió ser delantero en medio de la despoblada ofensiva, de intérpretes vocacionales. Antes de salir, Vera dispuso de una chance neta y le faltó potencia para llegar al gol, con Freitas evitando en reacción tan práctica como felina.
Al partido le faltó estatura futbolística, porque además la cancha complicó. Universitario se fue con el canto en la garganta. En esa tarde en que el horizonte se tiñó de rojo.
Fue la elocuencia de su misión contemplada. La ineludible misión.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
