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La Herencia de Sartori

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Dicen los que saben que, el hombre se llamaba Quinto Lucio Sertorio Keponte.

De oscuro linaje, Sertorio se curtió como militar en varios conflictos (en una acción perdió un ojo, algo de lo que se sintió orgulloso) y se alineó pronto con el bando de los populares, lo que le valió diversos cargos públicos.

Poco antes de la entrada de Silas, marchó de Roma para asumir el cargo de gobernador de la Hispania Citerior, de donde pronto fue desalojado por un nuevo pretor enviado por Sílas.

Sertorio se refugió en Mauritania, donde enseguida se lanzó a reclutar un ejército para continuar la lucha contra Silas. Fue allí donde recibió una propuesta inesperada: los lusitanos le ofrecían encabezar una rebelión contra Roma.

Los intereses de los lusitanos no coincidían exactamente con los de Sertorio: aquéllos querían librarse del yugo de Roma, mientras que Sertorio sólo pretendía acabar con el poder de Silas. Pero tenían un enemigo común que hizo posible la alianza.

Sertorio ya había estado en Hispania en el año 98 a.C., acompañando al cónsul Didio, que actuó con implacable dureza contra los nativos; esa experiencia le hizo ver que era mucho más inteligente tenerlos como aliados. Así, en el año 80 a.C. Sertorio dejó una parte de sus tropas en África y marchó con 4.000 hombres a la Península.

Un historiador de estos días, dijo que Sertorio derivó en Sartorio en la Sicilia del Siglo XV, y que fue un apellido muy consolidado entre los juglares, trovadores y artistas callejeros de la vieja isla.

Oronino Sartorio, mago, malabarista y aventurero un día se fue a Roma, para conquistarla. Solo conquistó la periferia, y el corazón de muchas mujeres. Su descendencia fue numerosa y de habilidad manifiesta para jugar un subyugante juego que practicaban los monjes en los Monasterios, impulsar con el pie un gran globo hecho con tripas infladas y recubiertas de cuero caprino detrás de la que corrían alegremente dando jubilosos gritos.

Cuentan que Tanemides, el griego, uno de los tantos hijos de Oronino Sartorio fue el fundador del equipo Sartorio, de Abisnelson, un Monasterio levantado por unos ingleses radicados en Napoles, Italia. Sartorio ganó fama jugando contra varios Monasterios a los que derrotaba categóricamente.

Tanemides llevaba siempre a su hijo Areto, que era un muchacho muy inteligente, jugaba mal al juego que deleitaba a su padre, que le daba fama y dinero, porque hay que entender también que los partidos no eran amistosos, nada más, eran por plata y en algunos casos, por vino.

Areto, vio como primer negocio familiar el de venderle el vino ganado por el equipo de su padre, que eran miles de litros, a los taberneros. El dinero se reprodujo fácilmente, y en tiempos en que no había partidos, Areto visitaba los Monasterios y se ofrecía como intermediario para vender la producción existente, dejando solo los toneles para las comidas del Monasterio y para las misas, cuando se daban.

Areto era, afable, dicharachero, de sonrisa fácil, sobre todo después que cerraba sus transacciones con los monges, y se bebían media docena de jarras de vino mientras los internos le cargaban las carretas. Un día, con cierto enfado un monge le dijo.

– No es broma, no te ria, el vino del Monasterio, es un vino en serio….

Pasaron los años, las décadas, los siglos y los Sartorio, se transformaron en amantes de la cultura física, comenzaron a cultivar la cultura intelectual, y se transformaron en grandes vendedores de libros de afamados escritores de la época.

Un día, en plena Revolución Industrial, Eurico Sartorio se vino a América logrando amores, fortuna, y un sinnúmero de hijos que desde el norte fueron avanzando hacia el sur.

La política fue un motor importante para estos conquistadores y es así que en pleno Siglo XX llegan los hermanos Sartorio al Estuario del Sur. Como siempre ha sucedido en ambas márgenes del Río de la Plata, cuando registraron sus apellidos, los Sartorio, pasaron a llamarse Sartori, dado que al escribiente en un caso, no le salía la o y en el otro, dijo que si era un hijo de la Sartoria italiana tendría que ser Sartori y no Sartorio.

También es bueno decirlo, recibieron cierto tono de burla a su paso, pese a que ya habían venido miles y miles de italianos desde el Siglo XIX al Rio de la Plata, gringos del norte, y de otras tierras. Pero, los ahora Sartori hablaban italiano por decisión de su padre Eurico y por lo tanto, cuando llegaron a estas tierras lo hicieron con ese acento peninsular.

Y aquella burla a la forma de hablar, nació un modelo de bromas, burlas,, tomadas de pelos, que en su momento recibieron los Sartori a su llegada al Río de la Plata. Pero eso poco les importó ya que tenían más carpetas, más camino recorrido, más rosedales cortados (porque no conocían todavía los sarandices).

Se pusieron a trabajar y a sacar adelante la empresa familiar, desde levantar quiniela clandestina, tómbolas, martingalas y ruletas, en plazas, parques y lugares, en que se pudiera.

No faltaron las riñas de gallos, el juego de taba, que también explotaron asociándose con un criollo que los interesó en el tema y les mostró como funcionaba.

Después vinieron, la sastrería, los calzados de cuero, y las marcas de calzoncillos y medias de hilo que fueron furor, y que les dieron un amplio margen de ganancia.

Así que los Sartori hicieron plata por estas tierras. Uno de ellos se fue a Italia porque quería cumplir el sueño de su antepasado, Oronino Sartorio de conquistar Roma.

No hay registros de que ni siquiera hubiera llegado a la ciudad de las Siete Colinas, la vida es así.

Del otro Sartori se conoce su fortuna, como que también un día se fue a vivir a Nueva York porque quería ser parte del Clan Sinatra, en su defecto, del Clan del Tano Morfoni, que tenía una cadena de restaurantes y algunas pizzerías en los barrios bajos de New Jersey…y unos medios tanques de choripanes que regenteaban algunos uruguayos que vivían allí…

Si se sabe que el apellido Sartori, lo supo el que se fue a Roma, como el que se fue a Nueva York, existía desde hacia tiempo, otra rama quizás del sartorismo, que hasta escudo heráldico tenía.

Hilando fino podemos señalar, sin temor a equivocarnos que: El apellido Sartori aparece en el «Dizionario stórico-blasónico delle famiglie nobili e notabili italiane estinte e fiorenti», de Gofredo di Crollalanza, que recoge las historias y escudos de más de 18.000 apellidos italianos y de otras procedencias.

Finalmente digamos, que luego de una extensa e intensa investigación, nuestro amigo el historiador llegó a la conclusión que el político uruguayo, Juan Sartori, no tiene ningún parentesco con los héroes de nuestra historia.

Lo decimos para no crear falsas expectativas, ni elucubrar falsas historias, ni fake news, en tiempos del coronavirus y subsiguientes…

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