(Colaboración especial para EL PUEBLO)
En nuestra hermana, la República Argentina, acaeció lo que ni las encuestas ni los analistas, ni los políticos, ni los medios pudieron prever: resultó indiscutido ganador en las PASO (elecciones internas y simultáneas de todos los partidos de cara a la Elección Nacional del mes de octubre), Javier Milei, economista ultraliberal dogmático, que quiere reducir al Estado a su mínima expresión, se opone a la Ley del Aborto asistido, quiere dinamitar el Banco Central, eliminar las vacaciones pagas de los trabajadores orgánicos, utilizar para aventuras especulativas el dinero de los jubilados, y otras “lindezas”. Luego de la conmoción inicial que causara la noticia, corrieron ríos de tinta, cataratas de palabras radiales y televisivas, posteos en las redes, con intentos de analizar y explicar el fenómeno ocurrido. Y los más lúcidos analistas coinciden que fue votado en primer lugar por los enojados con el desempeño del gobierno peronista y los decepcionados con los opositores macristas. Pero además por los jóvenes de origen popular que no estudian ni trabajan –y cuando lo hacen es en la informalidad más absoluta- que en caso de estar enterados de los planes de su nuevo líder, poco les interesa los derechos que perderán millones de compatriotas, los cientos de miles de empleados del estado que quedarán en la calle, la represión sin anestesia a cualquier protesta social que anuncia. Y por supuesto los rancios estamentos de derecha, los nostálgicos de la pasada Dictadura (su candidata a vice proviene de este último siniestro círculo).
Pero tenga paciencia el buen lector, no queremos “llover sobre mojado” en estas líneas. Todo lo dicho arriba ya es sabido. Y también lo que se prevé, de ganar: que este personaje, que tanto abomina de la “casta política”, al igual que el inefable Carlos Menem terminará abrazado a la verdadera casta que tiene el poder en la Argentina, la del llamado Círculo Rojo de grandes latifundistas ganaderos y sojeros, de importadores y especuladores, de banca extranjera y multinacionales. Pretendemos aquí ir por otro lado, menos conocido por la mayoría: qué ideas –llamémosle así- emite en materia cultural este neo Hitler que acaba de parir la dramática crisis económico-social, la ineficiencia de los políticos, la insensatez de la prensa hegemónica, la ausencia de propuestas sensatas para seguir adelante.
Propone, por ejemplo, y lo reafirman economistas vinculados al gran capital que lo acompañan y formarán parte de su posible gobierno: eliminar el CONICET… Para los que no lo saben: el organismo que hace muchas décadas atrás fundara Bernardo Houssay –Premio Nobel argentino- que se ha constituido en la usina de conocimiento científico más prestigiosa de Latinoamérica, y una de las más respetadas a nivel mundial, donde trabajan decenas de miles de investigadores en ciencias duras y aplicadas, incluso en ciencias humanas. El argumento para borrar de un plumazo esta entidad ejemplar es que “No es productiva”… Y propone que los miles y miles de investigadores que quedarían cesantes “Vayan a trabajar como la gente decente…”.
Lo que Milei y sus secuaces no tiene en cuenta que, aparte del escándalo mundial que tal barbaridad causaría, se va a generar un exilio masivo de la comunidad científica, los investigadores más brillantes, los intelectuales más valiosos. Algo equivalente a aquella “Noche de los bastones largos” de la Dictadura de Onganía, a partir de la cual se perdieron para siempre mentes esclarecidas como por ejemplo la de Mario Bunge. O al posterior éxodo a que obligó la siniestra Dictadura de los Videla y los Massera una década después. En definitiva, del punto de vista de la ciencia y el pensamiento, la Argentina caerá en un ocaso oscuro e incierto.
Otra medida a tomar por Milei, avalada y reafirmada por personajes de su círculo de mayor confianza, será borrar del mapa el INCAA. Muchísima gente, incluso en el país vecino, no sabe de qué se trata, y menos aquí en Uruguay. Y seguramente no todos los lectores de este artículo conozcan este instituto. Pues bien: el INCAA es nada menos que el organismo estatal de apoyo al cine nacional, que permitió desde hace muchos años el resurgimiento de una producción cinematográfica argentina de altísimo nivel de calidad y convocatoria del público, luego de una larga crisis, Dictadura y Menemismo mediante. Para estos alucinados, los colectivos de cine que apoya el INCAA son “ñoquis”, y lo que hacen “es improductivo”. Y la propuesta que tienen es darle el monopolio de la producción cinematográfica a empresas privadas… Otro apagón cultural, otro éxodo al exterior seguramente, será lo que genere esta destrucción brutal del INCAA.
Pero hay más: los Medios Públicos (radios, TV) dejarán de existir, quedando sin trabajo a cientos de buenos periodistas, técnicos, productores. El presupuesto para la Educación se reducirá al mínimo, las Universidades ya no recibirán dineros públicos.
No han hablado sobre los incentivos a la producción artística y literaria, pero tenga por cierto el lector que esos serán erradicados de un marronazo. Y ni hablemos de la Filosofía… Este personaje y su séquito deben estar de acuerdo con aquella célebre aseveración de Joseph Goebbels: “Cuando oigo la palabra cultura, saco el revólver”.
El plan está claro: privilegiar las élites, la enseñanza privada, la formación terciaria en manos del Opus Dei y entidades excluyentes. Y que las nuevas generaciones de clase media para abajo se resignen a ser mano de obra barata. Un retorno sin etapas al Siglo XIX.
Este peligroso espécimen de melena desprolija, mirada de odio y gesto desencajado, odia y desprecia la Justicia Social, y considera “comunista” cualquier tímido apoyo a sectores carenciados… En fin: el darwinismo potenciado y recargado caerá como un ave de rapiña sobre el país vecino, lamentablemente, si Milei gana las elecciones.
Gualberto Pérez Barbagelata
