Shai Steinhaus tiene 31 años y trabaja para una empresa de tecnología financiera. Hace 10 meses migró a Israel. Reside en Ramat Gan a 15 minutos de Tel Aviv.
El martes debió refugiarse en dos oportunidades a las 9 de la noche y a las 3 de la madrugada.
La primera alarma sonó mientras estaba en un parque, se puso debajo de un puente y esperó que culminara.
Para la otra, acudió al búnker en su casa.
Es la primera vez que atraviesa por una situación de estas características.
El del martes fue el peor ataque en la historia de Israel, donde miles de misiles cayeron en pocas horas en el área metropolitana.
Cuenta que le ofrecieron familiares y amigos ir al norte donde no llegan los misiles, pero reconoce que la decisión es compleja, porque la alarma podría sonar en pleno viaje.
Prefiere evitarlo y se quedará en su casa.
