Para la Profesora Ofelia Piegas, en acto de asunción del intendente Lima
A solicitud del intendente Andrés Lima, la Profesora Ofelia Piegas abrió la parte oratoria del acto llevado a cabo en el Teatro Larrañaga al momento de la asunción de su segundo mandato, donde reflexionó sobre el legado artiguista a nuestros gobernantes. Al concluir, una cerrada ovación la aplaudió de pie. EL PUEBLO comparte con sus lectores el discurso de tan ilustre ciudadana.

«Reflexioné a qué atinadas palabras dirigía en esta ocasión y empecé a cuestionar cuán lejos nos encontrábamos en esta época del sentido verdadero de la filosofía del comportamiento político de Artigas y el de la realidad actual. Sin embargo, no es tal el alejamiento, a lo que, en realidad, es imprescindible en sus lineamientos más precisos».
«Tal vez, el comportamiento de nuestro país desde su nacimiento en franca oposición a lo que fuera el artiguismo en su pensamiento y en su acción, nos fue llevando a alejarnos de sus más preciados principios como en la Constitución del 30, donde se violaban no solo desde el punto de vista humano sino doctrinario, los derechos de todos los orientales, por igual que fueran indios, negros, pobres o analfabetos. ¿En qué quedó aquello de que los más infelices fueran los más privilegiados?».
«Y desde entonces, se inicia este proceso de discriminación que fuera avanzando a medida que surgían otras posiciones discriminatorias a las que hoy fervorosamente se están combatiendo. Pero falta mucho para enmendar el tema discriminatorio cuando fuere asentado nada menos que por la propia Constitución. Por tanto, solo quiero referirme a aquellos principios artiguistas que estoy segura que nuestro intendente sabrá valorar y ejercer con honestidad de gobernante justo».
«La identidad entre justicia y razón, que fuera repetida una y mil veces por el Prócer a sus representantes en el gobierno de la provincia, que no hay justicia sin razón, ya que estas están identificadas. El sentimiento de honor, que fuera para él la base de la hombría, y que fuera violada en forma conspicua hasta hacerse cosa común en las manifestaciones políticas ante sus adversarios y las decisiones de sus integrantes de hacerse un vaivén según los intereses personales».
«Otro elemento que no debe ser abandonado por un gobernante, y cuyo ejemplo lo tenemos a cada momento en el trayecto artiguista, es la afectividad, sin la cual, el comportamiento de un gobernante es de frío cálculo sin esa dadivosidad que es parte de su grandeza, ya que solo los fuertes son capaces de ser sensibles a la desgracia de los demás, y así nos lo demostró en su perdón para los vencidos en Las Piedras o en la devolución de los traidores a Artigas que fueran enviados desde Buenos Aires para ser juzgados por él, que fueron devueltos con la frase, yo no soy verdugo del gobierno de Buenos Aires. Esa grandeza la tienen solo los fuertes de corazón».
«Pero más que nada, con el ejemplo de aprender a escuchar a los pueblos, cuyo único objetivo, según sus palabras, era enseñar a los pueblos a tomar decisiones acertadas a sus necesidades. De eso sí que no puede dudarse del éxito de la prédica artiguista, la autodeterminación, en el acierto o en el error, y ser dueños de su destino. No por otra razón ha podido sobrevivir nuestro país lleno de dificultades desde su nacimiento».
«Y en ese sentido, es mucho lo que puede hacerse, siempre escuchar la voz del pueblo que para eso tenemos las alcaldías que, por estar directamente vinculadas al territorio, tienen la ventaja de escuchar y transmitir las necesidades de sus ciudadanos. Hay que escucharlos para no perder el contacto con el pueblo, único destinatario del gobierno de los designados con la representatividad que les dio las elecciones, ya que el gobernante no es más que el elegido como la voz del pueblo que lo eligió».
«Ese es el más fuerte argumento artiguista de integración regional que en un proceso muy interesante de pactos con otras provincias, conformaron su confederación, la que a medio camino quedó de llegar a ser un estado federal».
«Como ves Andrés, estas son las cosas que quiero para mí y para mi pueblo, y con mi largo trayecto en la vida, asistir a que el ejemplo que nos dejó el más sabio de los hombres orientales, tiene aún voz y mucho para enseñar a nuestros gobernantes. Ya ves Andrés, que es mucho y a la vez que poco quiero. Y por último, tener siempre en cuenta cuando se habla de libertad, aquella sabia palabra de un trasfondo único, nadie es libre si no está libre de la necesidad y del miedo, y vaya si es cierto y de una realidad insoslayable. He dicho», concluyó.