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POR: JORGE PIGNATARO

Algo más sobre el penoso final de Víctor Lima

«…en un ataúd hecho con tablas de verdura»

El pasado diciembre, mes en que se cumplió un año más de la trágica partida de Víctor Lima, desde esta página publicamos distintas notas sobre el tema. Una de ellas, refería a un artículo publicado hace muchos años en El Telégrafo, de Paysandú, y luego replicado por el ya desaparecido Tribuna Salteña. Realmente fueron muchísimas las repercusiones recibidas, especialmente de lectores de EL PUEBLO que aportaron más información que confirmaba lo triste de lo que allí se expresaba. Hay que recordar que la nota hablaba de la «miseria, soledad y abandono» en que falleció el gran poeta salteño. Decía, entre tanto más, que en su sepelio solo habían estado presentes un par de policías y los empleados de la empresa fúnebre que se ocupó del mismo, incluso de los costos económicos del servicio. Se agregaba, a modo de penosa curiosidad, pero también para resaltar el buen gesto de un señor de apellido Correa, que había sido compañero de pieza de Víctor Lima en el Hospital Salto, que este se había ocupado de confeccionar una humilde cruz para ser colocada en la tumba de su amigo poeta. Pero vayamos a algunas de las repercusiones que tuvo nuestra nota (publicada el jueves 10 de diciembre de 2020).

Hemos seleccionado dos:Del maestro Federico Ibarra (salteño radicado en Jaureguiberry):
«Es muy triste, pero lamentablemente cierto. Conocí a Víctor cuando enseñaba canciones en la Escuela No.1, de Práctica. Yo, estudiante de Magisterio supe ser muy amigo de algunos familiares, hermana y sobrinos. Cuando aún vivía Víctor, le hice unos versos, desde Paso del Parque del Daymán, que Carlos Ardaix leyó en su audición de CW 31. Comenzaban así:
Desde el Paso del Parque del Daymán,
histórico lugar de nuestro suelo,
canto al Canto salteño y su juglar:
Víctor Lima, Poeta y Compañero!
Hermano Víctor, bohemio inalcanzable,
por la altura de esos versos que yo admiro,
he tratado de encontrarte en la ciudad
-pagana tuya- y no he podido!
Nunca pensé encontrarte aquí en el campo,
y sin embargo compruebo que es así:
si vieras tú qué bien suenan tus versos
enredados en la garganta de un gurí!…
Son más versos, pero casi no los recuerdo. Se los escribí en vida de Víctor; es mi satisfacción!»

De la escritora Jesuina Sánchez (salteña radicada en Paysandú):

«Jorge: Sumo datos a tu información: el cuerpo de Víctor fue metido en un ataúd hecho con tablas de verdura. Las únicas flores sobre su tumba fue un ramito que depositó un modesto zapatero de apellido Brites. La únicas lágrimas que cayeron sobre la sepultura fueron las mías y las de ese zapatero que ya te mencioné. El único amigo que lo visitaba en el Hospital era el también poeta Fausto Carcabelos, a quien en algunas oportunidades yo acompañaba. Disculpa este agregado pero nadie me lo contó, yo lo viví».

Apuntes en torno a un 6 de enero

Además de la celebración más tradicional y trascendente del 6 de enero, que es por supuesto la llegada de los Reyes Magos, es una fecha en que el recuerdo popular del Uruguay se llena con varios nombres y acontecimientos. Ocurre esto al pensar en distintos ámbitos, como política, cultura, fútbol y más.
Por mencionar apenas algunos ejemplos (sabedores que seguro hay muchos otros), digamos que fue ayer el día en que llegó a los 85 años de vida el (dos veces) Presidente de la República Julio María Sanguinetti, y a los 74 quien fuera Vicepresidente de la República (entre 2000 y 2005), Luis Hierro López. Nacieron ambos en Montevideo, el 6 de enero de 1936 y de 1947 respectivamente. Siguiendo con política uruguaya y altos cargos, vale apuntar que de Tabaré Vázquez, el otro Presidente que por dos veces fue electo para dicho cargo, se cumplió ayer el primer mes de fallecimiento.
En el terreno del deporte, y para incluir a Salto, anotemos que uno de los futbolistas salteños de mayor trascendencia, inolvidable defensor de Peñarol y la Selección Nacional, José Batlle «Chueco» Perdomo, cumplió ayer 56 años, dado que nació el Día de Reyes del año 1965.
Para no alejarnos del fútbol, de futbolistas salteños, y como estamos hablando de una fecha que también debe ser sinónimo de alegría y sonrisas, no viene mal poner un poco de humor en medio de un tema que, obviamente, es muy serio. Hablemos de Edinson Cavani y apuntemos que –se dice por ahí- hubo este año solamente dos Reyes Magos; sucede que Gaspar le habría pedido a Melchor que lo ayudara a cargar una bolsa de regalos y le agradeció diciendo: «Gracias, Negrito», motivo por el que se lo habría suspendido hasta el año próximo. Y sepan, niños, que si algún regalo de los que pidieron no llegó, puede deberse también a que la cuantiosa multa que debieron enfrentar los Reyes por este «gesto de discriminación racial», hizo que sus bolsillos se vieran notoriamente menguados. Tan así las cosas, que el propio Edinson le habría dicho a sus hijos: «hasta que no se calmen las aguas, los Reyes son dos y no tres, Melchor y Gaspar, no quiero más problemas».
Volvamos a lo serio (aunque el humor nunca deja de ser cosa seria). También un 6 de enero, en este caso de 1958, nacía Rocío Villamil, una uruguaya destacada como docente y directora de teatro, quien tuvo además una sobresaliente actuación como dirigente y fundadora de la organización Madres de la Plaza: fue una incansable luchadora por la rehabilitación de jóvenes adictos a la pasta base. Rocío falleció muy joven, a los 54 años, a mediados de 2012.
Y ahora, saliéndonos del Uruguay, un párrafo para recordar a uno de los grandes novelistas latinoamericanos de los últimos tiempos, que también nació un 6 de enero: Osvaldo Soriano. Escritor y periodista nacido en Mar del Plata el 6 de enero de 1943, fue de de los autores argentinos más vendidos en su país en las décadas de 1980 y 1990. Entre sus novelas pueden mencionarse: Triste, solitario y final (1973), No habrá más penas ni olvido (1978), Cuarteles de invierno (1980), A sus plantas rendido un león (1986), Una sombra ya pronto serás (1990), El ojo de la Patria (1992), La hora sin sombra (1995). Algunas de ellas fueron llevadas exitosamente al cine y al teatro. Osvaldo Soriano falleció en Buenos Aires el 29 de enero de 1997.

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