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domingo, agosto 10, 2025
Columnas De Opinión
Dr. Pablo Sosa Pereira
Dr. Pablo Sosa Pereira
Pablo Sosa es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de la República (2022). Especialista en Derecho Electoral, integra la Corte Electoral desde 2009 y actualmente es secretario de la Oficina Electoral de Salto y prosecretario de la Junta Electoral. En 2023 fundó el estudio jurídico Sosa-Pereira & Asociados, enfocándose en Derecho Público y Electoral. Tiene publicaciones académicas y se destaca por su experiencia institucional, práctica profesional y aporte al estudio del sistema electoral.

AGENDA LEGAL: REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO

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¿PUEBLOS INDÍGENAS O TRIBUS URBANAS?

LA TRIBU DE LOS IDIOTAS: PICADAS, MUGRE Y ESTUPIDEZ

El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, nos recuerda algo incómodamente verdadero: hay quienes estuvieron aquí mucho antes que nosotros. Pero, mientras bajamos la cabeza en señal de respeto, cerramos los ojos ante el espectáculo, grotesco y cotidiano, de una «tribu urbana» que toma las calles, pero no para forjar cultura o comunidad, sino para jugarse la vida y llevarse otras tantas por delante.

Primitivos, pero sin la dignidad de lo ancestral. Hijos de la adrenalina pero huérfanos de responsabilidad. En la costanera norte de Salto, en el Camino al Hipódromo, y ahora —como si se tratara de un espectáculo itinerante que nadie pidió— en Avda. Apolón, se reúnen estos adolescentes, montados en motos que parecen sacadas de un circo. Saltan, rugen, levantan las ruedas, mientras las chicas, abrazadas a sus espaldas, alzan la moral de quienes, en menos de nada, podrían convertirse en un muerto.

La cosa no se queda ahí, porque siempre llega el día en el que el show termina mal. Un “nene” se accidenta y, sin perder tiempo, las redes sociales arden con cadenas de oración y lloriqueos virtuales. Pregunto entonces: ¿Por qué no se ocupan antes?

El espacio público, no otorga carta blanca para hacer lo que se nos ocurra. La convivencia, ese delicado vínculo intersubjetivo, marca un límite claro: tu derecho termina donde empieza el mío. Pero, claro, ellos gritarán: “La plaza es pública”, como si «pública» significara “haz lo que quieras sin ningún tipo de cohibición”. Y mientras tanto, la plaza es hoy un mugrerío, un templo al estruendo y un atentado contra el descanso de quienes suponían que podían dormir tranquilos.

Al final, la pregunta es esta: ¿Qué tipo de pueblo queremos ser? Porque esta tribu de imberbes y tarados nos enfrenta a una conclusión cruda y dolorosa: imbecilidad no es herencia, pero claramente se cultiva.

Dicen que alguna vez hubo un hombre que, convencido de su grandeza, se plantó en medio de una plaza con un sombrero ridículo en la cabeza y un palo de escoba en la mano, proclamando ser el rey. Apenas alzó la voz para declarar su estúpida majestad, tres idiotas que pasaban empezaron a aplaudir. ¡Qué rey tan valiente, y qué sombrero tan extravagante!.

Y así seguimos nosotros, pensando que el aplauso de un puñado justifica cualquier tontería. La moraleja es simple: no confundamos ruido con grandeza, ni estupidez con valentía.

Hasta la próxima semana.

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